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El ser humano siempre incrédulo

Bosquejos Biblicos

Introducción

Vivimos en un mundo que se encuentra lleno de personas que padecen “del mal de la incredulidad”. Es tan cierto, tan real como lo son el día y la noche, nadie cree en nadie. Hay desconfianza del uno hacia el otro, la letra de una alabanza dice “el peor enemigo del hombre es la gente, azote más cruel de la gente es el hombre”, y esto es una realidad. Y no de ahora, sino que se viene arrastrando desde tiempos inmemoriales.

Miremos la desconfianza e incredulidad del pueblo de Israel luego que Dios los sacó de la esclavitud de Egipto, Éxodo capítulos 14 al 17. Y eso fue la causa de la muerte de la mayoría de los adultos, es que la incredulidad, es muerte.

Creyentes

Pero desde antes de esto, ya había, por cierto aunque pocos, quienes creyeron ciegamente en las palabras de Dios, Génesis 22:5. Aquí se narra la historia de Abraham cuando Dios le pide que sacrifique a su único hijo, Isaac y se lo ofrezca en holocausto a Él. A eso se dirigía acompañado de unos criados a quienes les dice que los esperen pues luego del sacrificio, ellos, es decir Abrahán y su hijo Isaac, regresarían, y así sucedió.

Esto implica una fe incondicional en la promesa que Dios le había hecho tiempo atrás, y las escrituras dicen: “y creyó Abraham a Dios y le fue contado por justiciaRomanos 4:3 (Gálatas 3:6; Santiago 2:23). Es que Abraham recordó la promesa que la había hecho Dios, Génesis 15:4-6.

Así que la creencia o fe de Abraham a la palabra de Dios fue vida para su hijo Isaac. 

Hubo otro hombre que creyó firmemente a la palabra de Dios con la promesa del nacimiento de un hijo. Fue Manoa, quién sería el padre de Sansón. Luego de recibir el mensaje, Manoa no dudó en ningún momento que Dios cumpliría su promesa, por eso dice: “…cuando tus palabras se cumplan…” (Jueces 13:12). No dice “si es que tus palabras se cumplen”, el creerle a Dios, fue vida para Sansón.

En nuestros tiempos, Dios también ha prometido salvación, vida eterna, bautismo con su Espíritu Santo, sanidad al cuerpo enfermo. Estar con el que lo acepta hasta el fin del mundo, y sin embargo, hombres y mujeres tienen en poco y aún no creen en las promesas de Dios, o las tienen como cosa del pasado. Pero si leemos en la epístola a los Hebreos 13:8, veremos que dice: “Jesucristo es el mismo de ayer, y hoy y por los siglos.”

Conclusión

Amado lector, ¿de qué lado está usted, con los incrédulos o con los creyentes? Si está con los incrédulos es mejor que se arrepienta, se vuelva a Dios, y crea Sus promesas. Solo así recibirá todo lo que Él le ha prometido a los que creen en Él. Si no hay una mala noticia para usted; los incrédulos irán a parar en el lago que  arde con fuego y azufre, Apocalipsis 21:8. La incredulidad, es muerte.

Únase a los muchos que han logrado escapar de ese triste final solo con creerle a Dios. Debo resaltar lo que dice la biblia al respecto; Génesis 15:6 dice: “Y creyó a Jehová”. No dice creyó en Jehová. Santiago 2:19 dice: “Tú crees que Dios es uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan.“. Jonás 3:5 dice: “los hombres de Nínive creyeron a Dios…” ¡Creerle a Dios es vida!

Jesucristo le dijo a Tomás, y también se lo dice a usted, no seas incrédulo, sino creyente (Juan 20: 27-29).

© Walter Moreno Chacón. Todos los derechos reservados.

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