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La luna se convertirá en sangre

Estudios Biblicos – Predicas Cristianas

Joel 2:30-31

El apóstol Pedro dijo en Pentecostés: “Y daré prodigios arriba en el cielo, y señales abajo en la tierra, sangre y fuego y vapor de humo; el sol se convertirá en tinieblas, y la luna en sangre, antes que venga el día del Señor, grande y manifiesto” (Hch. 2:19-20).

Algunos toman este lenguaje literalmente y creen que la luna, entre las otras cosas, se convertirá realmente en sangre (o como sangre) cuando el Señor vuelva de nuevo. Pero necesitamos reconocer que Joel estaba usando un lenguaje figurativo, indicando juicio. Usted debe hablando del juicio de Babilonia, Isaías declaró: “Por lo cual las estrellas de los cielos y sus luceros no darán su luz; y el sol se oscurecerá al nacer, y la luna no dará su resplandor” (Isa. 13:10).

Ezequiel habló del juicio de Dios sobre Egipto como sigue: “Y cuando te haya extinguido, cubriré los cielos, y haré entenebrecer sus estrellas; el sol cubriré con nublado, y la luna no hará resplandecer su luz” (Ezeq. 32:7). Babilonia fue el agente usado por Dios para ejecutar el juicio sobre Egipto.

A menos que Judá se arrepintiera Jehová la visitaría en juicio. El juicio es descrito: “Delante de él temblará la tierra, se estremecerán los cielos; el sol y la luna se oscurecerán, y las estrellas retraerán su resplandor” (Joel 2:10). con respecto a las naciones que rechazaron al Mesías, Joel profetizó del juicio de ellas en las siguientes palabras: “Muchos pueblos en el valle de la decisión; porque cercano está el día de Jehová en el valle de la decisión. El sol y la luna se oscurecerán, y las estrellas retraerán su resplandor” (Joel 3:14-15).

Jesús, en la descripción de la destrucción de Jerusalén por los Romanos, usó la misma clase de lenguaje (Mat. 24:29; Marc. 13:25; Luc. 21:25-28).

La narración de Mateo declara: “E inmediatamente después de la tribulación de aquellos días, el sol se oscurecerá, y la luna no dará su resplandor, y las estrellas caerán del cielo, y las potencias de los cielos serán conmovidas.”

La apertura del sexto sello en el libro del Apocalipsis describe “…he aquí hubo un gran terremoto; y el sol se puso negro como tela de cilicio, y la luna se volvió toda como sangre; y las estrellas del cielo cayeron todas sobre la tierra…” (Apoc. 6:12-13). Encubierto en este lenguaje figurativo esta predicho el juicio de Dios sobre el Imperio Romano.

Por ahora, se ha vuelto obvio que la terminología precedente, envolviendo los cuerpos celestiales, es usada para indicar el juicio de Dios antes que algún fenómeno natural de estas orbes celestiales. El lenguaje simbólico describe la oscuridad y calamidad que se coloca sobre un pueblo a la caída de su gobierno, dignatarios, gobernantes e instituciones sociales y religiosas.

El Expositor’s Greek Testament declara sobre Mateo 24:29 – “Me parece que un verdadero estilo profético Oriental de colosal imaginación del universo físico es usado para describir las consecuencias políticas y sociales de la gran catástrofe Judía: la ruina nacional, el rompimiento de las instituciones religiosas y el orden social” (Vol. 1, pág. 295).

Ahora, entonces, regresando a la cita de Pedro de Joel. Se ha vuelto evidente que el obscurecimiento del sol y la luna volviéndose en sangre es un lenguaje figurativo, refiriéndose al juicio. La sangre, fuego y vapor de humo en el versículo 19 se refiere al derramamiento de sangre y la quema de ciudades, durante cuyo tiempo las ondas de humo ascendieron. El asunto que permanece para ser establecido es ¿qué es el día del Señor Grande y manifiesto del cual habla Hechos 2:20?

El día grande y manifiesto del Señor ha sido interpretado variadamente. Algunos dicen que significa el día del juicio final, algunos dicen que la destrucción de Jerusalén, mientras que otros dicen que el día de Pentecostés. Aunque no seamos capaces de probar conclusivamente a que evento se refiere el “día grande y manifiesto,” estoy inclinado a pensar que Joel quiso decir la destrucción de Jerusalén.

Como Matthew Henry dijo en su comentario, “esta fue la principal cosa que Cristo había profetizado (Mat. 24) a su entrada en Jerusalén (Luc. 19:41), y cuando iba a morir (Luc. 23:29) … esto pone un período final de la economía Mosaica; el sacerdocio levítico, y la ley ceremonial que estaban por tanto, para ser abolidas para siempre … este fue el día su venganza sobre ese pueblo por la crucifixión de Cristo, y la persecución de sus ministros.”

R.L. Whitside, comentando sobre Joel 2:28-32 que citó Pedro: “Los versículos 30 y 31 evidentemente se refieren a la destrucción de Jerusalén y de la nación Judía” (Reflections, p. 30). Adam Clarke comentado sobre Hechos 2:20 – “Estas son representaciones figurativas de eclipses destinadas muy probablemente a señalar la caída del estado civil y eclesiástico en Judea.”

Homer Hailey, escribiendo sobre Joel 2:30-31, dijo: “Por tanto, el derramamiento del Espíritu y Su obra por la redención y salvación del hombre resultará en juicio sobre aquellos que rechazaron Su mensaje.”

El rechazo de la verdad del Espíritu por los Judíos, y sus persecuciones de los Cristianos, se convirtieron en el presagio del gran juicio de Dios sobre Jerusalén por los romanos en 70 D.C.

La destrucción de Jerusalén, la cual cumplió la profecía, en turno se convierte en un tipo profético del último final del mundo y del juicio de Dios sobre el mundo de los impíos…” (Com. sobre los Profetas Menores, p. 54).

En conclusión, guardemos siempre en mente que aun cuando el lenguaje usado para describir el juicio de Dios era figurativo, el juicio mismo fue real. (Searching the Scriptures, Vol. 22, Núm. 3, pág. 349, Weldon E. Warnock)

© Weldon E. Warnock

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