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Israel pide un Rey

Lea:  1 Samuel 8:4,5

Antes que se estableciera la monarquía en la nación de Israel, el pueblo se guiaba bajo un estilo de gobierno, no dado en otros lugares sino en ellos: el gobierno teocrático; es decir, Dios ejerciendo la autoridad.

Este término Teocracia, fue dado por el historiador fariseo Josefo, para definir el gobierno instituido en el monte Sinaí: “nuestro legislador…ordenó que nuestro gobierno fuera lo que designaré por el expresivo término de Teocracia: Dios ejerciendo la autoridad” (Contra Apión 2:17).

En el monte Sinaí el pueblo hizo un pacto con Dios, conocido como el pacto mosaico (de Moisés), o de la Ley (Jn.1:17), donde ellos se comprometieron en acatar un reino proveniente de Dios (Ex. 19:5,6). Tras ese casamiento, en pos de una manifestación de la gloria de Dios (Ex. 19:9, 17-20; Dt.4:11), el Señor les dio la constitución política/religiosa de su gobierno; organizando así a la “nación de Israel”. Entonces, se dan los Diez Mandamientos, y otras cientos de leyes (Ex. 20:1-17; Dt. 5:7-21).

Al cabo de 65 años (desde el monte Sinaí al fallecimiento de Josué), luego de la conquista de la tierra prometida, Canaán, el pueblo de Israel vivió el período de los Jueces, donde 15 caudillos juzgaron a Israel. Había jueces, en el gobierno teocrático; porque era Dios quien los instituía.

Fue un periodo de 450 años (1380 a.C. —930 a.C.), Hch. 13:20. Es la historia de los sucesos relacionados con Israel adaptándose en su nuevo territorio (Asentamiento); dando como cumplimiento a las promesas de Dios dadas a los antiguos (Gen. 12:4-7; Ex. 3:8; Dt. 26:9). Pero a pesar, de que Dios les quedó bien al cumplir su palabra de darles una tierra donde se establecieran como país, ellos le fueron infiel al Señor, se desviaron de Sus mandamientos, y permeó en ellos una tremebunda apostasía: cambiando así la adoración a Jehová por Baal y Astarot (dioses cananeos), Jue. 2:11-19.

Tras ese descarrío, Dios los castigó entregándolos en manos de naciones vecinas que los para que los subyugara por un tiempo determinado. Y cuando el pueblo se veía en apretura, clamaban a Dios, y Él les enviaba (de entre ellos) un libertador, y éste los libertaba y los juzgaba a Israel por el tiempo que fuera necesario, o hasta su muerte. Por favor lea Jue. 2:11-23.

Quisiera mencionarle los jueces que juzgaron a Israel.

1. Otoniel, juzgó 40 años, Jue. 3:7-11, c. 1332 a.C.

2. Aod, juzgó 80 años, Jue. 3:12-30, c.1234 a.C.

3. Samgar, Jue.3:31, ?

4. Débora y Barac, juzgaron 40 años, Jue. 4:1—5:31, c. 1127 a.C.

5. Gedeón, juzgó 40 años, Jue.6:1—8:35, c. 1087 a.C.

6. Abimelec, juzgó 3 años, Jue.9:1-57, c. 1084 a.C.

7. Tola, juzgó 20 años, Jue. 10:1,2, c. 1061 a.C.

8. Jair, juzgó 22 años, Jue. 10:3-5, c. 1039 a.C.

9. Jefté, juzgó 6 años, Jue. 10:6—12:7, c. 1015 a.C.

10. Ibzán, juzgó 7 años, Jue. 12:8-10, c. 1008 a.C.

11. Elón, juzgó 10 años, Jue. 12:11,12, c. 998 a.C.

12. Abdón, juzgó 8 años, Jue. 12:13-15, c. 990 a.C.

13. Sansón, juzgó 20 años, Jue. 13:1—16:31, c. 930 a.C.

14. Elí, juzgó 40 años, 1Sam. 4:18, c. 890 a.C.

15. Samuel, 1Sam. 17:15-17

16. Joel y Abías, 1Sam. 8:1-3 rechazados por Israel, y quitados.

Hasta el profeta, juez y sacerdote Samuel, llegó el periodo de los Jueces (Hch. 13:20).

La historia bíblica relata, que cuando Samuel envejeció le entregó la judicatura a sus dos hijos, Joel y Abías, quienes juzgaron a Israel en Beerseba, una ciudad (Gen. 21:31-33; 22:19; 26: 23,33; 28: 10) de la heredad de Simeón (Jos. 9:1,2) conocida como la frontera meridional de la tierra (1R. 4:25).

Joel y Abías eran levitas, de los coatitas (1Cr. 6:22-28), Joel tenía un hijo, Hermán, el cual era cantor (1Cro. 6:33; 15:17). Sin embargo, el comportamiento de ellos molestó a la nación, y le pidieron a Samuel los quitase y les diera un rey como tienen todas las naciones (1Sam. 8:4,5).

Tal dicho ofendió al profeta Samuel. Pero Dios habló a Samuel diciendo: “oye la voz del pueblo en todo lo que te digan; porque no te han desechado a ti, sino a mí me han desechado, para que no reine sobre ellos” (1Sam. 8:7). He aquí el final del gobierno teocrático. Pero esto no deja dicho que Dios no seguiría en la nación, ni mandando. Él guiaba a aquellos reyes, les daba un profeta que los amonestara, y pedía al rey que escribiera una copia del libro de la Ley para que meditara en ella todo el tiempo que viviera (Dt. 17:18-20).

Sin embargo, ya no sería como antes, como cuando Dios gobernaba. Ahora toma auge el ministerio profético; pero muchos del pueblo menospreciaron la voz de Dios a través de los profetas.

Fue un rebajo para la nación: cambiar un gobierno dado por Dios, para establecer uno humano; es indicio de un decaimiento espiritual del que ya estaba (Jue. 2).

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