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Santidad del alma – Parte VI

Estudios Biblicos… Predicas Cristianas

La obediencia viene como producto de tener dominio propio, por causa de tener una voluntad quebrantada. El dominio propio nos conduce a ser administradores de nuestro propio ser. Administrar es el arte de: Gobernar, dirigir, gerencial, cuidar.

Que un ser tenga dominio propio es la virtud más grande que tiene para dominar y administrar las demás cosas.

En Génesis 2:15.17, aparece este principio. Después que Dios le confió al hombre la administración del huerto y las propiedades que había en éste, les dijo encarecidamente que guardarán su vida, de esto dependía la administración del Edén.

El término “Dominio propio” viene del Griego “Enkrateia”, que tiene que ver con la fuerza de voluntad.

Tener “Dominio propio” se conoce como el poder controlador de la voluntad bajo las operaciones del Espíritu Santo (Hechos. 24:25).

El “Dominio Propio”: Está en someterse a la voluntad de Dios a favor de sus demandas que están reveladas en su Palabra (2ª Pedro 1: 3.9).

El “Dominio Propio”: Tiene que ver con el sometimiento del carácter y de los deseos carnales. Es el nivel de disciplina que tiene la persona para evitar que la vida se desmorone; tiene que ver con uno que se retiene por dentro (Tito 1:8); es tener cuidado de uno mismo (1ª Timoteo 4:16).

Por esta causa te dejé en Creta, para que corrigieses lo deficiente, y establecieses ancianos en cada ciudad, así como yo te mandé; el que fuere irreprensible, marido de una sola mujer, y tenga hijos creyentes que no estén acusados de disolución ni de rebeldía. Porque es necesario que el obispo sea irreprensible, como administrador de Dios; no soberbio, no iracundo, no dado al vino, no pendenciero, no codicioso de ganancias deshonestas, sino hospedador, amante de lo bueno, sobrio, justo, santo, dueño de sí mismo”. (Tito 1:5.8)

Esto manda y enseña. Ninguno tenga en poco tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, espíritu, fe y pureza. Entre tanto que voy, ocúpate en la lectura, la exhortación y la enseñanza. No descuides el don que hay en ti, que te fue dado mediante profecía con la imposición de las manos del presbiterio. Ocúpate en estas cosas; permanece en ellas, para que tu aprovechamiento sea manifiesto a todos. Ten cuidado de ti mismo…”. (1ª Timoteo 4:11.16)

El “Dominio Propio”: Es La fuerza de la voluntad que tiene un ser para tomar decisiones sabias y dar pasos firmes y concretos.

Si no tenemos dominio sobre nuestra propia vida, y no sabemos administrarnos a nosotros mismos, nunca podremos administrar los recursos de Dios.

Nunca olvides que somos nosotros los llamados a renunciar a los deseos carnales, Dios no lo va hacer por nosotros. Nunca le pidas a Dios que te quite lo que tú tienes que dejar, ten dominio propio sobre ti mismo, y serás un triunfador en la vida. Según el Apóstol Pablo:

  • Somos nosotros los que tenemos que cambiar nuestra manera de vivir: “despojaos del viejo hombre…” (Efesios 4:22). Dios no lo va hacer por nosotros.
  • Somos nosotros que debemos tomar la decisión de quitar toda: “…amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia” (Efesios 4:31). Dios no lo va hacer por nosotros.
  • Somos nosotros los que tenemos que vivir en el Espíritu: “…andad en el Espíritu, y no satisfagáis los deseos de la carne.” (Gálatas 5:16). Dios no lo va hacer por nosotros.
  • Somos nosotros quienes tenemos que considerarnos muertos al pecado: “Así también vosotros consideraos muertos al pecado…” (Romanos 6:11). Dios no lo va hacer por nosotros.
  • Somos nosotros los que no debemos dejar que el pecado reine en nosotros: “No reine, pues el pecado en vuestros cuerpos mortales…” (Romanos 6:12). Dios no lo va hacer por nosotros.
  • Somos nosotros los que no debemos presentar nuestro cuerpo como instrumento al pecado. “Ni tampoco presentéis vuestros miembros al pecado…” (Romanos 6:13). Dios no lo va hacer por nosotros.

Reitero: La obediencia viene como producto de tener dominio propio, por causa de tener una voluntad quebrantada.

Emociones.

El estado anímico de los hombres se encuentra en las emociones, las cuales se activan a través de los sentidos físicos, las ideas y los recuerdos.

Las emociones: emoción es el estado afectivo que transforma de un modo momentáneo, pero brusco, el equilibrio de la estructura psicofísica del individuo según la información que perciben los sentidos.

Las emociones: Son fenómenos psicofisiológicos que representan modos eficaces de adaptación a ciertos cambios de las demandas ambientales.

Las emociones: Son todos aquellos sentimientos que se producen dentro del individuo, y como una energía son capaces de transformar, impulsar, o influenciar la vida de éste. Las emociones se exteriorizan en la vida de un ser a través de lo que se conoce como sentimientos.

Los sentimientos: Son el resultado de una emoción a través de la cual el consciente tiene acceso al estado anímico propio del individuo.

Hay sentimientos positivos y sentimientos negativos. Pasemos a identificarlos.

Sentimientos positivos: Amor, apego, gozo, paz, paciencia, dominio propio, piedad, benignidad, bondad, fe, templanza, mansedumbre, benevolencia, cordialidad, entre otros.

Sentimientos negativos: Odio, rabia, celo, ira, rencor, egoísmo, venganza, envidia, decepción, desánimo, defraudación, frustración, depresión, opresión, desconsuelo, desespero, heridas, ansiedad, angustia, tristeza, temor, condenación, culpabilidad, traición, entre otros.

De todas estas características, un hombre puede tener dominio propio, hasta el punto de que no lo afecten. Dios no quiere que dejes de tener sentimientos, pero si quiere que no dependas de las emociones.

Las emociones son buenas cuando las canalizamos a través de la Palabra. Un creyente no debe depender en lo absoluto de lo que oye, huele, ve, gusta o sienta. Si la información que te dan los sentidos físicos no está en línea con la Palabra, deséchala. Por eso un creyente nunca podrá alinear sus emociones a la Palabra si primero no tiene una mente renovada y una voluntad quebrantada.

¿PODRÁ UN CREYENTE MANTENERSE EN SANTIDAD?

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