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Los clavos en la puerta

Un hombre, su esposa y un hijo precioso de un año de nacido, que llenaba de alegría y esperanza a aquellos padres ejemplares, con el transcurso del tiempo el hijo crecía y cada vez era mas inquieto, cuando cumplió los 13 años, aquel niño su comportamiento era desobediente que su padre el cual tuvo en muchas ocasiones que castigarle de forma muy dura por sus graves faltas  en casa como en sus estudios.

Un día: aquel padre desesperado para educar a su hijo, en una madrugada pensó en hablar con hijo y hacer un trato con él y así fue, al amanecer fue a la ferretería rumbo a su trabajo y compró un martillo y muchos clavos, y al llegar del trabajo en la noche, llamó a su hijo y le dijo: Hijo amado, ven y siéntate que quiero hacer un trato contigo el hijo sorprendido y curioso del aquel trato le preguntó: ¿Cuál trato? Y el padre le respondió, hijo te amo mucho y ya no te voy castigar de aquí en adelante, rápidamente se notó un sonrisa discreta de aquel hijo, Pero dijo el padre: solo si me prometes no mentirte a ti mismo en lo que te voy a pedir, luego dijo el hijo al padre: que es lo que no debo mentir y lo que debo de hacer, el padre le mostró el martillo y todos los clavos y le explico que por cada falta, en casa y en cualquier lugar, tenía que clavar un clavo en la puerta de su dormitorio, y que ellos no le preguntaran el motivo de cada clavo, solo tenía que prometer con todas sus fuerzas de aquel pacto entre el sus padres y aquel niño aceptó el trato, prometiendo las condiciones.

Al día siguiente no respeto a sus compañeros de clase y se acordó del trato al llegar a casa y con temor y dudas clavo en ese día un clavo, y noto que su madre y su padre al llegar de trabajar no le dijeron nada, entonces entendió que sus padres cumplirían el trato y no faltó el también al trato y con el pasar de los días clavaba cada falta sin faltarle ninguna, pero un día llegó a su casa de estudiar tomó el martillo y 3 clavos y al mirar su puerta noto que ya no había mas espacio para mas clavos y preocupado porque su trato era clavar en su puerta sus faltas, el martillo y los clavos cayeron al suelo y se arrodillo ante su puerta y no pudo contener las lágrimas que provenían desde su corazón al reconocer que era una vergüenza para sus padres y que ya no soportaba mas la carga de ver todos los días sus faltas pasadas, al llegar la noche el hijo abrazó a su padre y llorando amargamente le pidió hacer un nuevo trato y el quería ser un niño bueno, el padre sonrió y tomo el martillo y los tres clavos que faltan clavar y los guardo y le dio de nuevo el martillo y dijo al hijo, el nuevo trato será que por cada buena obra que hagas tu podrás sacar un clavo a la vez.

El hijo prometió ser un niño bueno e inicio ha ser conforme al nuevo trato y con el paso de los días logró llegar a sacar todos los clavos y lloro de felicidad por sentirse limpio de sus faltas y llamó a sus padre y le mostró a su padre que no tenia mas clavos en su puerta, y su padre le dijo no olvidará cómo había quedado la puerta y noto que su puerta estaba destruida por los clavos y se sintió culpable de lo pasado a pesar de ya no tener mas clavos, al día siguiente el padre premio a su hijo con una nueva puerta mas preciosa que la anterior y sacó de la casa la puerta dañada y al llegar su hijo vio a su padre junto a su nueva puerta y le agradeció mucho y el padre le dio nuevamente los tres clavos que no clavo y el martillo y el hijo lo miró y le dijo llorando, tengo que clavar en mi nueva puerta los que me falta clavar del trato anterior, le embargo una profunda tristeza al hijo y el padre le dijo ¡NO!

¿Por qué? le dijo el hijo, le responde su padre y le dijo esos tres clavos representan los tres clavos que nuestros Señor Jesucristo llevo en la cruz del calvario, para pagar todas nuestras faltas y darnos una nueva vida mas preciosa que la que teníamos.

No importa cuantas obras hagamos en este mundo para quitar nuestras pecados hacia Dios y hacia los demás, borrar nuestros pecados, solo Dios en su gracia y Amor lo puede hacer cuando le entregamos nuestra vida a él. Pero siempre llevaremos los recuerdos como una marca, pero ya no los pecados, así que nos lleva a un genuino arrepentimiento y la experiencia, satisfacción y seguridad del perdón de Dios.

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