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Un gran Rey busca esposa

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Predicas cristianas predica de hoy: Un gran Rey busca esposa

Introducción

Una boda siempre es un gran acontecimiento, y a mayor fama o dignidad de los contrayentes, mayor revuelo y expectativa causa el evento. Esto nos ha sido recordado recientemente por los medios de comunicación mundiales, con motivo de la boda del príncipe William de Inglaterra. Y el mayor revuelo, no es que se casaba el príncipe William, sino que se casaba con una plebeya.

El sermón de hoy trata de una boda similar a la de el príncipe William, pero con mayor relevancia por ser ésta entre el rey de un gran imperio y una huérfana. Y he escogido este texto bíblico para este sermón por que éste contiene importantísimas verdades inmersas en entre si que son de gran bendición para todo creyente.

Texto bíblico:

Pasadas estas cosas, sosegada ya la ira del rey Asuero, se acordó de Vasti y de lo que ella había hecho, y de la sentencia contra ella. 2 Y dijeron los criados del rey, sus cortesanos: Busquen para el rey jóvenes vírgenes de buen parecer; 3 y ponga el rey personas en todas las provincias de su reino, que lleven a todas las jóvenes vírgenes de buen parecer a Susa, residencia real, a la casa de las mujeres, al cuidado de Hegai eunuco del rey, guarda de las mujeres, y que les den sus atavíos; 4 y la doncella que agrade a los ojos del rey, reine en lugar de Vasti. Esto agradó a los ojos del rey, y lo hizo así. 5 Había en Susa residencia real un varón judío cuyo nombre era Mardoqueo hijo de Jair, hijo de Simei, hijo de Cis, del linaje de Benjamín; 6 el cual había sido transportado de Jerusalén con los cautivos que fueron llevados con Jeconías rey de Judá, a quien hizo transportar Nabucodonosor rey de Babilonia. 7 Y había criado a Hadasa, es decir, Ester, hija de su tío, porque era huérfana; y la joven era de hermosa figura y de buen parecer. Cuando su padre y su madre murieron, Mardoqueo la adoptó como hija suya. 8 Sucedió, pues, que cuando se divulgó el mandamiento y decreto del rey, y habían reunido a muchas doncellas en Susa residencia real, a cargo de Hegai, Ester también fue llevada a la casa del rey, al cuidado de Hegai guarda de las mujeres.” (Ester 2:1-8).

I. En busca de candidatas.

Al emprender la búsqueda de la esposa para el rey , se emprendía la búsqueda de una gran mujer de gran belleza y de muchos otros atributos. Así que las candidatas debían ser mujeres especiales que cumplieran ciertos requisitos.

A. Requisitos de las candidatas:

1. Jóvenes.

En primer lugar, la candidata debía ser joven. No podía ser una candidata cualquiera, sino que debía ser una mujer con el vigor y los atributos de la juventud. Así que se procedió a buscar a doncellas por todo el vasto territorio de aquel gran reino. Y es aquí donde empieza a sobresalir la figura de una humilde joven: Ester. La vida no parecía haber sido buena con ella, ya que en sus tiernos años de infancia había quedado huérfana, y además, había sido llevada cautiva a la tierra de Babilonia, donde un tío se ocupó de criarla y cuidarla.

El futuro de aquella criatura no parecía halagador sino sombrío. Pero es aquí donde se torna sorprendente los designios de Dios, y viene al pensamiento las palabras alentadoras de Dios, que no importando lo difícil de nuestras circunstancias, El dice: “Porque yo se los pensamientos que tengo sobre vosotros, pensamientos de bien y no de mal, para daros el fin que anheláis”.

Así que aquella pobre muchacha, a pesar de su difícil circunstancia, tenía la mayor dicha a la que puede aspirar un ser humano: Tenía el favor de Dios. Y eso la llevaría a ser una de las escogidas como candidatas al trono de una reina. Esta historia nos deja ver lo dichosos que somos los creyentes, pues al igual que Ester éramos desventurados, pero Dios, en medio de nuestra desdicha nos amó y tuvo misericordia de nosotros escogiéndonos para su reino. Recuerda: ¡La iglesia (tu y yo) ha sido escogida para ser la esposa de Cristo¡

2. Vírgenes.

En segundo lugar, la candidata debía ser virgen. Este otro requisito de las candidatas nos habla de la importancia de la pureza. Y se puede decir que a Ester de nada le hubiera servido el atributo de la juventud sin la virtud de la pureza. Es posible que en aquel vasto reino hubieran cientos de miles de mujeres que cumplieran el requisito de ser jóvenes, pero llegado el segundo requisito: El de la pureza, el de la castidad, entonces no calificarán por haber perdido su virginidad. Pero Ester si pudo calificar, ya que se había guardado en pureza.

Que triste contraste hubiese sido si Ester a pesar de ser una de las jóvenes mas bellas de aquel reino, hubiese descuidado la pureza de su cuerpo. Estaría ahora ante la mas grandiosa posibilidad de su vida pero sin poder acceder a ella por haber mancillado su cuerpo.

Este importante hecho no debe pasar desapercibido por los creyentes de hoy; no debe pasar desapercibido por la iglesia, pues aunque todos hemos sido llamados a ser parte de esa novia del Cordero, puede que no todos lleguemos a coronar nuestro llamamiento sino cuidamos la santidad.

La Palabra de Dios dice: “Muchos son los llamados, y poco los escogidos. Nosotros, por tanto, debemos recordar que hemos sido llamados a estar con el Rey, pero que la dignidad de El Gran Rey demanda una alta dignidad de los escogidos. Debemos recordar que la escritura nos dice: “Sin santidad, nadie verá al Señor”

Podemos decir entonces que fue bueno que Ester no solo fuera joven, sino que además fuera pura, fuera virgen. Y tu que vas al encuentro con el Majestuoso Rey de reyes, ¿Eres puro, estás viviendo como quien se conserva para su encuentro con el Rey?

3. De buen parecer.

En tercer lugar, la candidata debía ser bella. Ester, además de joven y pura, era una mujer bella. Y puede que esa belleza haya sido una permanente prueba para ella, pues seguramente esa belleza que poseía la hacía objeto del deseo de muchos hombres jóvenes y viejos; así que ella había tenido que luchar para conservarse pura. Pero ahora, esa firme decisión de guardarse en pureza iba a rendirle grandes frutos.

Sin lugar a dudas, Dios nos ha dotado a los seres humanos de muchos atributos, pero nosotros, muchas veces hemos dejado que el halago de los demás y la vanidad nuestra, o nuestra carnalidad, nos lleve a pecar y a perder la virtud, haciendo así una brecha entre Dios y nosotros, entre nosotros y los planes de Dios sobre nuestra vida.

Y por ello, muchas veces dejamos de alcanzar los designios de Dios. Pero Ester venció toda tentación, y ahora estaba lista para una gran recompensa: Estaba lista para levantarse de la miseria y poseer todo un reino. ¡Estaba lista para sentarse en lo alto, estaba lista para ser cabeza y no cola¡ ¡Estaba lista para el lugar de los vencedores¡ ¿Lo estás tu?

4. Con vestidos nuevos.

En cuarto lugar, la candidata debía vestir vestiduras especiales. Al llegar a este punto es necesario recordar un poco el contexto de Ester. Y para ello, ha de saberse que Ester era una joven que se había camuflado en la población de la capital del reino, llegando a parecerse a las demás muchachas de Susa.

Pero por su condición de marginación era una muchacha que probablemente vestía ropas humildes, ya que ella era del pueblo cautivo. Un hecho que nos da una pista de ello es el nombre con que su tío Mardoque la “rebautizó” llamándola Ester. Ese nombre significa: Secreto, o algo oculto. Así que su tío había tenido el cuidado de mantenerla en el anonimato. Y eso hace mas sorprendente los designios de Dios sobre la vida de aquellos que ha elegido.

Ester, pues, a pesar de vivir en el anonimato fue sacada a las alturas por El Dios que exalta al humilde. Ciertamente hay quienes se preocupan en demasía por vivir en un entorno de desventajas, y piensan que su condición no los dejará sobresalir. ¡Pero que hermoso es darse cuenta que Dios exalta al humilde y lo hace sentar en las alturas¡ Y Ester fue vestida de ropas nuevas.

Todo olor a humo o a cualquier otro trabajo domestico fue dejado con sus antiguos vestidos; toda suciedad o mancha también con ellos quedó, y ahora lucía, nuevas vestiduras, vestiduras especiales, vestiduras de princesa real. Debe entenderse, que de la misma manera, tu y yo, y cada creyente en Cristo ha sido despojado de sus antiguos ropajes, de pecado, de inmundicia, y de cualquier suciedad o mancha; Y ahora, se nos ha vestido de nuevos ropajes, de nuevos vestidos de pureza, de santidad, se nos ha vestido de la justicia y la perfección de Cristo. ¡Se nos ha vestido como príncipes y princesas reales¡ ¡Se nos ha vestido como a herederos del mas grande reino de todos los tiempos: Como a herederos del reino eterno de Dios¡ Pero se nos lanza este llamado: En todo tiempo sean blancos tus vestidos. Así que yo te pregunto: ¿Cómo están tus vestidos? ¿Estás preparado para ir al encuentro con el Gran Rey?

II. Hallando gracia ante el Mayordomo.

Vale decir que aunque Ester fue escogida para ser candidata, también había muchas otras jóvenes bellas reunidas para ser finalmente escogida para ser reina. Todas ellas, además de ser jóvenes eran vírgenes, y eran mujeres bellas, y al igual que Ester, estaban vestidas con nuevos vestidos. Y por ello cabe preguntarse: ¿Qué haría entonces que Ester sobresaliera entre tantas jóvenes, igual o más bellas que ella? Esa cuestión se revela al ver la relación entre Ester y el mayordomo de las mujeres de la casa del rey.

Como leemos en el texto base de este sermón, las mujeres fueron traídas a la casa del rey y fueron puestas al cuidado de un mayordomo llamado Hagai, el cual tenía por encargo preparar a las doncellas para su encuentro con el rey.

El verso 8 del capítulo dos del libro de Ester nos dice lo siguiente: “Sucedió, pues, que cuando se divulgó el mandamiento y decreto del rey, y habían reunido a muchas doncellas en Susa residencia real, a cargo de Hegai, Ester también fue llevada a la casa del rey, al cuidado de Hegai guarda de las mujeres”.

Como se puede leer, las doncellas eran muchas, pero ocurrió algo que hizo una diferencia entre Ester y las muchas otras bellas jóvenes: Ester se apegó al mayordomo Hagai. Mientras todas las demás doncellas disfrutaban a sus anchas de las comodidades y exquisiteces de la casa del rey actuando y moviéndose a su libre criterio, Ester estaba siempre atenta a las ordenes del mayordomo.

Eso causó que ella hallara mayor gracia ante los ojos del mayordomo, y esa fue la clave del éxito de Ester. Pero ese hecho encierra una poderosa verdad para los creyentes de hoy: Y esta es que también nosotros hemos sido traídos a los pies de un mayordomo que ha de prepararnos para nuestro encuentro con el Gran Rey. Y se puede decir que a este respecto no hay ninguna diferencia entre todos los creyentes, pues todos hemos sido traídos a la presencia del mayordomo.

Ese mayordomo es el Espíritu Santo. Y todo el que quiera estar entre los elegidos finales que se presentarán ante el rey escogidos por él, deberán hacer como Ester con Hagai, deberán estar apegados al Espíritu Santo; deberán ser obedientes a su voz, a su guianza, a su enseñanza; Deberán amar su comunión y evitar contristarle.

III. Preparándose para ser elegida. (El tiempo de los atavíos)

Lo siguiente que nos narra el texto referente a la preparación de las doncellas para su encuentro con el rey contiene la esencia de la reveladora verdad acerca de la acción del Espíritu Santo en la vida de los creyentes que caminamos rumbo al encuentro con nuestro Gran Rey. Veamos:

1. Las doncellas candidatas al trono de reinas fueron sometidas a 6 meses con óleo de mirra.

Ya estando elegidas como candidatas, las doncellas debían pasar por un tiempo de preparación para su encuentro con el rey. Y lo primero que involucraba su preparación es que eran sometidas a seis meses de ser diariamente y permanente mente ungidas todo su cuerpo con aceite de mirra.

Eso implicaba que todas las asperezas de su piel, y todas callosidad de sus manos y pies serían removidos de su cuerpo, hasta quedar con unas manos y unos pies y un cuerpo con una piel tersa y lozana. Y esto era así para causar el mayor placer del rey. Cuando el rey tocara aquellas manos y acariciara aquella piel debía satisfacerlo plenamente. Y si encontrara cualquier aspereza, cualquier callosidad, la candidata no sería de su agrado, y no sería digna de él, y por tanto, no sería elegida sino desechada.

Es de la misma forma para los creyentes en Cristo que estamos caminando hacia el encuentro de nuestro Gran Rey, solo que el aceite con el que diaria y permanentemente se nos unge para quitar toda callosidad y aspereza, no es aceite de mirra, sino que es el aceite del Espíritu, ese aceite es la unción del Espíritu Santo.

Solo El tiene las virtudes que puede deshacer en nosotros toda imperfección que nos hace indignos del Rey. Por eso, cada día necesitamos que se nos aplique ese aceite, pues hemos de reconocer que aunque hemos sido traídos a la casa de Dios, la cual es su iglesia, aún hay en nosotros muchas imperfecciones; muchas manías y defectos que deben ser quitados cual callosidades de nuestro cuerpo, para que así seamos preparados para nuestro encuentro definitivo con nuestro Gran Rey.

2. Seis meses con perfumes aromáticos y afeites.

En su etapa final de preparación las doncellas eran sometidas a seis meses con perfumes y ungüentos aromáticos que borrarían todo rastro de otros olores de su anterior condición. Ya no olerían a humo del fogón, ni a boñiga de vacas u ovejas, ni a ninguna labor del campo, sino que el perfume y los ungüentos aplicados cada día sobre su piel previamente preparada por el aceite de mirra sería absorbido por todos los poros de su hasta estar todo su cuerpo saturado de la exquisita fragancia de aquellos delicados perfumes.

Y mientras se preparaba la piel poniéndola tersa con el aceite y perfumada con los ungüentos, además se las sometía a afeites sobre toda su piel, de tal manera que todo el cuerpo de aquellas doncellas invitaba al placer y el disfrute; ya fuera que se las mirara, o ya fuera que se las oliera o tocara; toda ella era deseable.

Así debía estar lista cada doncella para su encuentro con el rey. Y de la misma forma, nosotros los llamados en Cristo debemos estar plenamente preparados para ser deseables y plenamente agradables a Nuestro Gran Rey. Pero tal vez te preguntes acerca de cuál sería nuestro perfume y ungüento con el que deberíamos ser bañados cada día hasta que toda olor de nuestra anterior vida de pecado desaparezca de nuestra vida. Y la respuesta es: Cristo. ¡Si , Cristo¡

Cristo es el perfume que Dios quiere oler en nosotros en aquel, día de nuestro encuentro con ÉL. En ese irrepetible e incomparable momento, todos nuestros poros, toda nuestra piel a de exhalar la fragancia de Cristo ¡Solo eso satisfará el deseo de Dios¡ ¡Esa es la misión del Espíritu Santo, cual fiel mayordomo, saturarnos de Cristo hasta que no haya rastro de otro olor o fragancia, sino que él sea pleno en nosotros ¡Por eso, ¡Deja que El Espíritu Santo te llene de Cristo hasta saturar todo tu ser¡ ¡Hasta que ya no vivas tú, sino que Cristo viva en ti¡ Y no te preocupes por hacer eso tu mismo, pues el resultado será semejante al de las doncellas que competían contra Ester que fueron desechadas, pues eligieron su propio atuendo, sus propias joyas y diademas, y no agradó eso al rey.

No te preocupes por presentarte aprobado por tu propio esfuerzo, sino que sométete a la guianza del Espíritu de Dios; déjate preparar plenamente por Él, y él te dará los vestidos correctos con que agradarás al Rey; Él te vestirá de Cristo, y así tu heredarás la corona de los escogidos.

¡Sí, hay un Rey buscando esposa¡ Espero que tu seas uno/a de los escogidos/as.

© William Tercero M. Todos los derechos reservados.

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