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El es el Dios también de los valles

Predicas Cristianas

Predicas cristianas predica de hoy: El es el Dios también de los valles

Introducción 

Hoy quiero compartir un tema muy importante. Quiero hablarles de cómo obtener la victoria en los valles de nuestra vida. Hay una historia en la Biblia que nos enseña de cómo Dios nos da la victoria en los lugares bajos, en los valles de nuestra existencia.

Para poder ilustrar lo que quiero compartir, debemos leer la historia del rey Ben-adad, rey de Siria. Junto con 32 otros reyes, vinieron a sitiar la ciudad de Samaria. Le manda a decir al rey Acab lo siguiente: “Tu plata y tu oro, y tus mujeres y tus hijos me darás“. (I Reyes 20:5). Le está diciendo: He venido para quitarte todo lo que es precioso para ti. Todo lo que te es importante.

Tus hijos. Tu matrimonio. Tus finanzas.

No solo eso, sino que también le dice: “Además, mañana a estas horas enviaré yo a ti mis siervos, los cuales registrarán tu casa, y la casa de tus siervos; y tomarán y llevarán todo lo precioso que tengas“.

Es un ejército poderoso. Samaria no tiene los recursos necesarios para defenderse.

Es obvio el paralelismo, el parecido entre Ben-adad y Satanás. Satanás viene a nosotros con las mismas intenciones. Nos quiere quitar todo lo que es precioso para nosotros. Nuestro matrimonio. Nuestros hijos.

Nuestras finanzas. Todo lo que consideramos importante. Él vino para robar, para matar y para destruir.

  • Empieza diciendo: quiero tu oro, tu dinero. Luego dice, ahora quiero tu familia. Además, agrega, quiero tu matrimonio y finalmente dice, quiero cualquier cosa que tú consideres precioso. Tu salud. Tus amistades. Todo lo que te trae placer en esta vida.
  • Obviamente, nos encontramos en una situación similar. Hay un conflicto, una guerra espiritual, un asedio en el que el enemigo quiere quitarnos nuestras finanzas.

Él quiere quitarnos nuestro oro y nuestra plata.

  • Quiere dejarnos en la bancarrota.
  • Él quiere que vayamos por la vida como pordioseros.
  • Él quiere que estemos con la soga al cuello. Con las cuentas sin pagar. Con cheques sin poder cubrir.

Él quiere que esa presión afecte el matrimonio y afecte la relación con los hijos. No es simplemente una batalla física, es una batalla espiritual.

  • Lo amenaza con tomar la esposa, los hijos. He de separar al marido de su esposa. Traer división entre los hijos y los padres. He de entrar en las casas y las he de saquear y destruir.
  • Luego agrega, he de quitarte todo el placer de tu vida. He de entrar en tu casa y me he de llevar todo lo que te cause placer. Quiere llevarse el placer del matrimonio y reducirlos a dos desconocidos que viven bajo el mismo techo. Quiere quitar el placer de ver a los hijos crecer.

Quitar el placer de compartir la niñez, la juventud de sus hijos.

  • Quiere que uno mire a los hijos como una carga, un impedimento, un gasto y los maltrate y en vez de amarlos, los trate con ira y enojo y violencia. Quiere quitar el placer de la vida.
  • Que nos levantemos estresados por la mañana. Que estemos tensos todo el día; vivamos amargados. Odiosos. Insoportables. Irritados.
  • No hay nada peor que un cristiano que ha perdido su dulzura.
  • Quiere que sea salvo, pero que sea miserable. Que se case, pero que sea miserable en el matrimonio.
  • Que tenga hijos, pero que no tenga placer en ellos.
  •  La Biblia me enseña que “En tu presencia hay plenitud de gozo; delicias a tu diestra para siempre“. (Sal. 16:11)
  • El enemigo tiene como meta quitarnos el gozo y las delicias que Dios nos quiere dar.
  • * El rey Acab, obviamente, no está muy contento con estas demandas. No ha de permitir que esto suceda.

El profeta es traído a su presencia y juntos establecen la estrategia que han de seguir para enfrentar a ese gran ejército enemigo. Y estos hombres desesperados y en desigualdad numérica pelearon por sus familias, por sus finanzas, por sus hijos, por sus casas, por sus esposas, por su libertad, por su nación y Dios les dio una gran victoria, tanto es así que Ben-adad tuvo que huir para salvar la vida.

Un año después, Ben-adad vuelve a planificar la guerra contra Israel. Sus consejeros le dijeron lo siguiente: “Sus dioses son dioses de los montes, por eso nos han vencido; mas si peleáremos con ellos en la llanura, será si no los vencemos” Le dijeron: su Dios es un Dios que le da la victoria solamente cuando están en la cima. Cuando todo va bien. Cuando están en las alturas.

Pero si los podemos enfrentar en los llanos, en los valles, en los lugares bajos, su Dios no le dará la victoria.

Vamos contra ellos, pero esta vez no en los montes, sino en los valles.

Otra vez el enemigo. Uno piensa que ha derrotado al enemigo y uno trata de relajarse, pero antes que uno se de cuenta, vuelve otra vez.

  • El enemigo nos dice: esta vez es diferente.
  • Esta vez, no lo lograrás. Dios no ha de suplir. El cáncer te ha de matar.
  • Esta vez tu cónyuge no ha de volver; tus hijos no han de salir adelante.
  • Esta vez es diferente que la otra vez. La otra vez te encontrabas en una mejor posición que ésta vez.
  • Esta vez estás en un valle y esta vez, Dios no ha de luchar por ti y no te ha de dar la victoria.

Así que, Ben-adad vuelve al ataque. Forma su ejército y vuelve con la pretensión de destruir al pueblo de Dios.  Pero Dios había oído lo que Ben-adad y sus consejeros habían dicho y se sintió ofendido por sus palabras. No soy solo el Dios de los montes, soy también el Señor de los valles. Nadie me ha de limitar. No solamente he de defender y bendecir a mi pueblo cuando se halla en las alturas, cuando hay dinero, cuando todo va bien en casa. Quiero que sepan que yo soy Dios aún cuando mi pueblo se encuentre en un valle.

  • Cuando no tienen mucho dinero; las cosas no van tan bien como debiera.
  • Cuando los exámenes médicos son malos, yo sigo siendo su Dios.
  • Todo parece que está yendo en la dirección equivocada, yo no los he abandonado.
  • No los abandono simplemente porque no están en victoria en este momento.
  • Yo soy el Señor de los valles.

La Biblia dice que entraron en batalla y en un solo día mataron a más de 100.000 soldados de a pié.

Cuando el ejército enemigo se escondió en la ciudad de Afec, el muro cayó y más de 27.000 soldados murieron en un instante y Ben-adad tuvo que implorar por su vida.

Creo que Dios quería dejar algo demostrado para siempre: qué es el Dios de los valles. Leí esta historia esta semana pasada y esto es lo que el Señor ha puesto en mi corazón. Si tú estás en un valle en este momento, pon tu mano sobre tu corazón. Dios ha de darte tu mayor victoria en el valle de tu vida, no en el monte. Dios me dijo en mi espíritu lo siguiente: tú necesitas a tus enemigos. Necesitas adversidad. Necesitas tormentas y turbulencias. Porque la adversidad te hará fuerte.

En 1991, en Arizona, se construyó una burbuja gigante para crear un ecosistema ideal. Más de 7 hectáreas herméticamente cerradas. Tenían desierto, tenían una selva, un mar con agua salada, todo lo que podían desear. Durante dos años 8 personas vivieron en ese ambiente protegido. Recrearon todo lo que hay en el planeta y vivieron de lo que producía la tierra. Nadie podía entrar, nadie podía salir. Habían recreado un ambiente perfecto. El experimento finalmente fue un fracaso por las diferencias interpersonales.

Sin embargo, descubrieron varias cosas interesantes: por ejemplo. Los árboles se rompían cuando llegaban a cierta altura. Se dieron cuenta que la razón porqué eran tan frágiles era porque no había tormentas, no había vientos fuertes. Sin tormentas y vientos fuertes, los árboles no pueden crecer y ser fuertes.

  • ¿No será que necesitamos nuestros enemigos? ¿No será que antes de que Dios nos pueda dar la victoria que buscamos, nos tiene que llevar a un valle en nuestras vidas?
  • Al final del día, nuestros enemigos son los que nos han de bendecir. Nuestros enemigos son aquellos que nos han de alimentar. Solo en presencia de nuestros enemigos él prepara la mesa.
  • Los perdedores enfocan su mirada en lo que está pasando a su alrededor. Vencedores se enfocan su mirada en donde están yendo. La Biblia nos dice que Cristo: “por el gozo puesto delante de él sufrió la muerte”. (Heb. 12:2). Él enfocó su mirada hacia donde estaba yendo y no hacia lo que le estaba sucediendo.
  • Cuando bajes al valle, recuerda que él es el Señor de los valles.

Algunos de ustedes están ahora en el valle. Dios los ha traído a esta reunión para oír estas palabras.

Estas son palabras que Dios ha puesto en mi corazón para usted hoy.

Vamos a hablar de tres valles que se mencionan en la Biblia. Son valles a las que quiero llevarlos ya que se que Dios les ha de dar la victoria.

I. 2 Samuel 5. El valle de Refaim. Refaim significa “gigantes”.

Los hijos de Anac eran los propietarios y habitantes de este valle. Anac y su descendencia eran gigantes. No era un gigante, sino que eran varios gigantes los que habitaban ese valle.

  • ¿Cuántos han estado en un valle lleno de gigantes enojados? No es un solo problema gigantesco, sino que son varios problemas gigantescos. Uno se ve tan pequeño en comparación a esos problemas.
  • Leyendo la historia, nos damos cuenta que la razón por la que atacaron a David es porque había sido ungido. Por la unción que había sobre él. Lo habían ungido rey, los filisteos oyeron lo que había sucedido y decidieron atacarlo.
  • El enemigo no nos ataca por la condición presente en la que nos encontramos. El nos ataca por la profecía, la palabra que ha sido hablada sobre su vida. La promesa de Dios sobre su vida, sus finanzas, su familia, su futuro.
  • Cuando Dios da una visión, es algo poderoso. Cuando nos da una visión, no nos muestra donde estamos, sino que nos muestra dónde nos está llevando.

Siempre hay obstáculos a la visión que debemos vencer.

1. El primer obstáculo es el de la condición actual.

Cada vez que Dios nos muestra una victoria en nuestras vidas, ha de ser contrarrestada por la condición actual en la que nos hallamos.

En Habacuc, Dios le dice al profeta que escriba la visión. La razón por la que da esa instrucción es porque nuestra memoria es muy limitada. Nos olvidamos fácilmente de la visión cuando volvemos a nuestra realidad. La olvidamos.

Viene al culto y Dios le muestra una visión de victoria en su vida. En medio de la alabanza, Dios le muestra cómo él ha de bendecir su matrimonio. Como ha de prosperar. Le da esperanza. Le da fe. Sale de la iglesia y se enfrenta a la realidad. Su condición actual.

Uno tiene que darse cuenta que la visión es mayor que la realidad actual. La visión Nos muestra bendición en un momento de adversidad. Prosperidad en un momento de aguda necesidad. Paz en un momento de conflictos extremos.

2. El segundo obstáculo es de la disponibilidad de recursos.

Lo que tiene a mano, jamás es suficiente para cumplir con la visión que Dios nos da.

Vemos la visión, miramos nuestra cuenta sobregirada en el banco y no concuerda. No hay los recursos necesarios.

  • Dios nos ha de dar la provisión. No sé porqué decimos provisión.
  • Dios nunca nos da la provisión antes que la visión.
  • Nos da una visión y luego, cuando empezamos a seguir esa visión, aparece la provisión. Así que no se deje intimidar por la provisión actual. Tiene que caminar por fe y no por vista.

3. En tercer lugar

El obstáculo más grande que debemos enfrentar antes de llegar al cumplimiento de la unción en nuestras vidas, somos nosotros mismos en nuestra condición actual.

Hay un Pablo que es el del presente, el de hoy, y hay un Pablo del futuro. Lo mismo sucede con cada uno de nosotros. Cuando Dios nos muestra la visión, no nos muestra tal como estamos ahora, sino que mejor que lo que somos ahora. El me muestra un Juan Pablo mejor. ¿Cuántos tienen una visión de un mejor tu? Ese es el tu futuro. Hay un tu presente y hay un tu futuro mejor para ti.

La razón por la que nos muestra esa visión es para que entendamos que cuando pasamos por el valle de los gigantes y llegamos al otro lado, esa experiencia nos ha hecho mejor. Nos ha transformado. Nos ha cambiado. No somos los mismos.

Cuando dio la visión, la dio a un hombre llamado Abram.

Cuando finalmente se cumplió la visión, ya no era Abram, ahora es Abraham. “padre de multitudes”

Era una persona diferente. Algo cambió entre el momento en que tuvo la visión y obtuvo el cumplimiento de la misma.

Cuando recibió la visión, se llamaba Jacob, que significa “suplantador” y de acuerdo a algunos comentaristas, ese nombre también significa “gusano”. Pero para cuando pasó por el proceso, Dios le cambió de nombre. Ya no eres la misma persona. Ya no eres suplantador, no eres gusano, ahora eres una persona diferente y te llamaré Israel.

Le dio la visión a Saulo de Tarso. Pero para cuando lo llevó por el proceso y lo hizo cruzar unos cuantos valles, le cambió el nombre de Saulo a Pablo.

La moraleja es que cuando Dios nos da una visión, no nos sentimos capaces para llevarla a su cumplimiento. No nos sentimos lo suficientemente fuertes, calificados, preparados para llevarla a su realidad.

La visión siempre es mayor que uno, porque uno está considerando su estado presente, mientras que Dios está viéndonos como hemos de ser en el futuro y nos ha de llevar por el proceso para que cuando lleguemos al momento del cumplimiento de la visión, seamos capaces de manejarla.

II. Ezequiel 37 nos muestra otro valle.

Este valle se llama “El valle de los huesos secos”. Este es el valle que representa el lugar de los sueños y visiones que han muerto. Vamos del valle de los gigantes, al valle de los huesos secos.

  • ¿Cuántos han experimentado la muerte de un sueño? ¿De una visión?
  • ¿Cuántos han recibido palabra de Dios y luego hicieron un funeral y la enterraron?
  • Hizo todo lo posible para resucitarla. Todos dijeron que esa visión ha muerto y no volverá nunca más a vida. El sueño ha muerto. La visión ha fracasado.
  • Ezequiel vio huesos blanqueados en ese valle.
  • Vio un valle árido. Vio aves rapaces revolotear sobre los huesos. Dondequiera que mirara, todo lo que vio fue muerte. Nada de vida. Solo desesperación; desazón; desconsuelo.

En medio de ese valle de sueños muertos, de visiones enterradas, Dios le dice que abra su boca y que comience a profetizar sobre esos huesos muertos. Profetizar es verbalizar lo que Dios dice acerca de una situación en particular. Son palabras dirigidas a esa situación.

Dios no le dijo que hable a personas vivas. Le dijo que hable a los huesos secos. La diferencia entre un creyente en Cristo y uno que no lo es, es que el creyente ha aprendido a hablar a los huesos secos. Ha aprendido hablar a lo muerto. Ha aprendido hablar a ese matrimonio sin vida. A esas finanzas muertas. A ese ser querido que esté muerto en pecado. Aprenda a abrir su boca y hablar a lo que está seco y muerto. Hable la Palabra. Ore la Palabra. Matrimonio, no vas a morir. Vivirás y declararás la palabra de Dios. Lo que Dios ha unido, que ningún hombre lo separe.

No diablo, no has de tener a mi hijo. No importa lo que uno está enfrentando, Dios tiene todo preparado para que seamos más que vencedores. Tal vez usted se encuentre en este capítulo 37. Nada resulta. Todo es fracaso. Todo lo que toca muere. Hay aridez, nada de fertilidad. Ese es el momento en que tiene que abrir su boca y comenzar a profetizar sobre esa situación. Háblele a esos huesos secos. Profetice, porque Dios ya ha establecido que hay victoria, victoria, victoria.

III. Hay un tercer valle: el valle de Baca.

Salmo 84:5-6Bienaventurado (feliz) el hombre que tiene en ti sus fuerzas, en cuyo corazón están tus caminos. Atravesando el valle de lágrimas lo cambian en fuente, cuando la lluvia llena los estanques.”

Dios nos tiene en un camino, en una trayectoria, en una dirección.

  • Estamos yendo hacia nuestro destino. Para llegar al mismo, tendremos que atravesar el valle de lágrimas. Es inevitable. Hemos de pasar por este valle de lágrimas.
  • Siempre hay una noche de llanto. Una noche que precede nuestro amanecer.

Cristo lloró en varias ocasiones. En Hebreos leemos que Cristo intercedió y oró con llanto.

  • Pablo da testimonio que él sirvió a Cristo con lagrimas.
  • Si, habrá momentos de llanto, pero es un valle que hemos de pasar.
  •  No hemos de permanecer en ese valle. Hemos de cruzarlo. Hemos de llegar a la otra orilla.
  • ¡Tal vez se encuentre en este valle de lágrimas porque estás pasando por una separación matrimonial.
  • O porque ha perdido alguien a quien ama. Tal vez llora por la vida que lleva su hijo.
  • Recuerde: Cristo es el Señor de los valles, incluyendo el valle de lágrimas y no necesita quedarse allí para siempre.

En Lucas 17:6Si tuvierais fe como un grano de mostaza, podrías decir a este sicómoro: Desarráigate, y plántate en el mar; y os obedecerá“.

Era un árbol que se identificaba con los melancólicos. Era bajo ese árbol que los enamorados lloraban sus penas de amor.

Cristo está diciendo: si le dices a ese árbol que se identifica con tu llanto, desarraigate y plántate en el mar, será hecho. En otras palabras, tu fe puede desarraigar ese llanto de tu vida.

¿Estás llorando tu pasado. Llorando por las cosas que te han sucedido?

  • Lloras porque tal persona te dejó.
  • Llorando porque las cosas no salieron tal cual tú pensabas que debían salir.
  • Llega el momento en que Dios quiere entrar en ese valle de lágrimas y desarraigar ese sicómoro.

Uno recibe al Señor como salvador personal y siente ese gozo, esa alegría, ese alivio. Pasan los días y algo traumático sucede y uno no siente tanto gozo que digamos. Ese es el momento en que tenemos que dar a luz a Isaac, que significa “gozo”, “risa”.

Cuando Dios le dijo a Abraham que iba a tener un hijo, era ya un hombre viejo y Sara, la esposa, estaba escuchando la conversación. Cuando oyó esas palabras, ella se puso a reír.

¿Este viejo va a procrear un hijo?

Y se puso a reír y Dios oyó su risa y dijo: el que ríe último, ríe mejor. He de hacer que cada vez que llames a tu hijo, te rías. No se va a llamar risa, sino que va a ser risa. Así que cada vez que llamaba a su hijo, tenía que reír. Jajajaja, levántate, es hora de ir al colegio, es hora del almuerzo.

Cada vez que lo llamaba, daba testimonio de que Dios es el que se ríe al final.

Dios ha de causar risa de lo que ahora te causa llanto. Ahora es el día de tu gozo. Un día mejor está llegando. Deja de llorar. Es hora de volver a vivir la vida plena.

© Juan Pablo Bustos. Todos los derechos reservados.

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