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Jesús nuestro compañero invisible

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Predicas cristianas predica de hoy: Jesús nuestro compañero invisible

Predica cristiana lectura bíblica de hoy: Lucas 24:13-33

Introducción

A menudo se dice que seguir a Jesús es muy difícil y tendemos a retroceder cuando estamos atravesando problemas. En la lectura de Lucas 24:13-33 tenemos el ejemplo de dos hombres, el ejemplo de lo que es el ser humano, el ejemplo de lo que nosotros somos cuando tenemos aflicciones.

El relato bíblico dice que uno de los discípulos de Jesús se llamaba Cleofas. El otro no se menciona su nombre. Pero ambos habían tenido una experiencia personal con Cristo, ambos eran sus discípulos, ambos creían en él y habían decidido seguirle fielmente.

Posiblemente vieron aquellas obras extraordinarias que Jesús hizo durante su ministerio. El caso de un leproso, el caso de la resurrección a un niño. Así que decidieron seguirle, su fe subió muy alto, subió al tope, a lo máximo, hasta considerarle a Jesús un líder por excelencia.

Jesús un líder por excelencia

Ninguno antes había dado de comer a más de 5.000 personas con sólo 5 panes y 2 peces; nadie antes había dado vista a los ciegos; ninguno antes había levantado a los paralíticos; nadie antes había levantado aún a los hombres de la tumba.

Ellos tenían la seguridad y lo siguieron. Sin embargo, cuando Jesús llega a la cúspide de su ministerio les dice: “El Hijo del Hombre será entregado a las autoridades y será ultrajado, golpeado, insultado y finalmente crucificado, pero después de tres días resucitará”. Seguramente ellos se entristecieron y no quisieron admitir que así tenía que suceder.

De pronto, aquel poderoso Maestro es tomado preso por Herodes, luego miran que él es vituperado, golpeado, insultado por las autoridades. Pero no se dan por vencidos, comienzan a esperar. Saben que Jesús tiene mucho poder, incluso para salir victorioso de aquel lugar. De pronto, miran que Jesús no actúa y por el contrario es enjuiciado y sentenciado a morir en la cruz.

Aquel poderoso líder aparentemente se dejó vencer, no puede salvarse a sí mismo. Miran que la gente se burla, miran que sus seguidores comienzan a abandonarlo y, aquella poderosa fe en aquel poderoso hombre, entra en conflicto. Lo ven morir en aquella cruz, se entristecen mucho, pero deciden esperar los tres días. Ellos recuerdan que Jesús prometió resucitar.

De pronto, finaliza el tercer día y dicen, ¿Qué haremos? Parece que nos equivocamos, hemos seguido a un líder que parecía ser bueno, nos equivocamos y tenemos que admitirlo. Ah, y si a él le mataron, lo mismo harán con nosotros, así que regresemos a Emaús.

En su regreso, comienzan a dialogar de cuántas obras poderosas hizo Jesús mientras aun vivía (la multiplicación de los panes, la resurrección de Lázaro). Pero, ¿Por qué se dejó vencer? Lo cierto es que él ya está muerto y no ha resucitado como dijo, aquel Maestro nos falló. Así continúan dialogando cada vez más y más tristes, hasta cuando alguien los alcanza, alguien que camina más aprisa que ellos los alcanza y les dice: “Disculpen señores, ¿De qué cosas están hablando? Empieza un diálogo interesante.

Aquel compañero de viaje, que era el mismo Jesús de Nazaret les dice: “Oh insensatos y tardos de corazón, no era necesario que el Cristo padeciera estas cosas y que entrara en su gloria.”. Comienzan a tener una nueva experiencia con Cristo.

Llegan a cierta aldea y le dicen: “Quédate aquí, come y descansa con nosotros…”. El relato bíblico dice que le obligaron a quedarse (versículo 29). Llega el momento de bendecir los alimentos, comienzan a orar, de pronto, desaparece de su vista. ¡Es él! ¡Es él! “¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras nos hablaba en el camino, y cuando nos abría las Escrituras?”. Jesús había resucitado, su fe toma vigencia y emprenden una nueva jornada.

¿Qué tiene que ver esto con nosotros? Todos hemos tenido una experiencia personal con Cristo, hemos orado, hemos cantado, hemos testificado y visto obras asombrosas que él ha hecho con nosotros. Pero llega un momento cuando nuestra fe entra en conflicto. Sentimos que nos equivocamos y comenzamos a recordar que al principio todo era hermoso, pero que las dificultades nos conducen a una fuerte aflicción.

•Anécdota de un líder de la iglesia que perdió a su esposa

¿Saben una cosa? Es fácil leer la Biblia, es sencillo preparar un estudio bíblico, es fácil orar, pero ayudar a una persona cuando su fe entra en conflicto, es quizá lo más difícil que puede haber, ¿Cómo confortar a alguien cuando pierde lo que más ha querido en su vida?

Llega un momento crítico y la persona cree que Dios le ha abandonado. No encuentra respuestas a sus preguntas y comienza a desesperarse y a afligirse, permitiendo que el dolor se haga cada día más y más intenso. Comienza a regresar a Emaús.

•Anécdota del Pastor Francisco y su grave enfermedad

¿Por qué Dios paga de esa manera, después de haberle servido durante 20 años de su vida? Definitivamente, nadie sabe lo que sucederá mañana, a aquel poderoso hombre en el púlpito Dios quiso limitarle a vivir en una silla de ruedas. Ya no podía ir ni siquiera a los cultos y cada noche, junto a su esposa, lo que hacían era llorar tristemente, con desilusión y amargura de corazón.

Yo sé que todos hemos experimentado momentos en que nuestra fe entra en conflicto y comenzamos a regresar a Emaús. Pero quiero decirles una gran verdad: hay un compañero de viaje, un compañero invisible que nos alcanza cuando ya no podemos más y nos pregunta, ¿Por qué estás triste? De pronto comenzamos a recordar todos los buenos momentos que hemos pasado por su causa.

•Desenlace de la anécdota del Pastor Francisco

¡Qué gran cambio! Su fe nuevamente entró en vigencia.

Es posible que nadie entienda nuestro problema, nuestro sufrimiento, nuestra aflicción, pero sí hay un compañero invisible que nos alcanza y que está siempre de nuestro lado, consolándonos, animándonos. Descubramos nuestro corazón a él y regresemos victoriosos a Jerusalén porque él vive, él vive en nuestro corazón.

¿Saben algo? Todos pueden fallar, el hermano, el líder, el Pastor, todos en algún momento pueden fallar, solamente Jesucristo es el único que nunca nos fallará. A él sea la gloria por los siglos de los siglos.

© Wilson Miranda. Todos los derechos reservados.

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