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La difícil tarea de subir la montaña

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Predicas cristianas predica de hoy: La difícil tarea de subir la montaña

Introducción 

¿Haz subido alguna vez una montaña? De seguro que te distes cuenta de que conforme avanzamos, la distancia que nos separa de la cima, las dificultades para avanzar y respirar son mayores. La presión y otros factores ajenos a nosotros, se vuelve muy difícil desplazarnos con la rapidez que quisiéramos.

Es la mejor figura sobre las múltiples dificultades que tiene que pasar un líder cuando cumple una misión. Hay quienes abandonan rápidamente y, así hayan andado la mitad del camino, vuelven atrás. Otros se desaniman porque consideran que “todavía falta mucho” para llegar al punto más alto y no persisten. Un buen número prosigue la marcha pero influidos por sus compañeros, llegan a considerar que las jornadas son muy difíciles. El grupo que llega a la cima de la montaña es reducido.

¿De repente has vivido una situación similar? Entonces comprenderás los difíciles momentos que atravesaron Moisés y Aarón en el proceso de librar a los israelitas del cautiverio de los egipcios.

NO TE DESESPERES !SIGUE ADELANTE¡

Recuerdo lo inicios de mi Ministerio, lo difícil que fue, las personas que so opusieron, las calumnias que me levantaron, los ataques que recibí.

Tuve que agarrarme de la mano del Señor seguir adelante a pesar de la adversidad.

Me di cuenta que: Que si Dios da la visión, el concede la provisión y asegura la bendición.

¿Recordemos la difícil tarea dada a Moisés? Sus tropiezos al inicio no fueron nada comparado con lo que vendría. Tales hechos y la forma como los enfrentó representan un ejemplo para nosotros hoy.

Los primeros versículos del capítulo 7 del Éxodo nos revelan aspectos sumamente interesantes.

“El Señor a Moisés que te pongo por Dios ante el faraón. Tu hermano Aarón será tu profeta. Tu obligación es decir todo lo que yo te ordene que digas; tu hermano Aarón, por su parte, le pedirá al faraón que deje salir de su país a los israelitas.

Yo voy a endurecer el corazón del faraón, y aunque haré muchas señales milagrosas y prodigios en Egipto, él no les hará caso. Entonces descargaré mi poder sobre Egipto; ¡con grandes actos de justicia sacaré de allí a los escuadrones de mi pueblo, los israelitas! Y cuando yo despliegue mi poder contra Egipto y saque de allí a los israelitas, sabrán los egipcios que yo soy el Señor.” (Éxodo 7:1-5. Nueva Versión Internacional).

REPRESENTAMOS EL MISMO DIOS

Pongámonos en los zapatos de Moisés. Aquél que todo lo puede le encomendó una misión. En ningún momento le prometió que sería fácil; por el contrario, es a través de la dura experiencia de estar matriculado y cursando asignaturas en la “Escuela de Dios”, que aprendió sobre los alcances de su nueva condición.

Al decir sí al llamamiento divino, se convirtió en Su representante ante Faraón.

Moisés fue puesto “por Dios ante el faraón”. Son las credenciales del Todopoderoso las que confieren autoridad y las posibilidades para desarrollar el trabajo propuesto. No es en nuestras fuerzas, sino en las de Dios.

Quizá usted oró por un trabajo. El se lo proveyó. Hoy siente que no puede. ¿Quién respondió a sus oraciones? El Señor mismo. Es sabio y por tanto, abrirá una salida a vista suya. No está solo ni en un laberinto del que no puede salir.

¿Estás en el liderazgo en una iglesia y sientes que no puedes seguir adelante?¿Todos están en contra suya?¿Enfrentas la falta de tolerancia y la incomprensión? Es posible vencer. Usted es el representante de Dios. ¿Acaso no depende de Él? Entonces, ¿qué impide que alcance los objetivos de la misión que recibió?.

Nuestra obligación: Cumplir aquello que nos dio Dios

Dios no necesita “una ayudadita”. El es poderoso para hacer cuanto se ha propuesto. Empujar junto a Dios no es otra cosa que poner un obstáculo atravesarnos en Su camino. Es necesario dejarlo que obre.

Dios fue claro con Moisés: “Tu obligación es decir todo lo que yo te ordene que digas; tu hermano Aarón, por su parte, le pedirá al faraón que deje salir de su país a los israelitas”.

¿Ha tratado de hacer las cosas a su manera creyendo que Dios le respaldará? La advertencia del Señor fue clara: el patriarca debía limitarse a hacer aquello que se le había ordenado. Igual nosotros. Obediencia es una de las palabras clave para un ministerio exitoso.

DIOS PELEA LA BATALLA

Hace poco tiempo recibí la carta de una pareja pastoral. Fueron asignados a un territorio dominado por el tradicionalismo religioso. Llevaban varios meses predicando sin que se produzca ninguna conversión a Cristo.

“No sabemos qué hacer” Hemos invertido buena parte de nuestro tiempo evangelizando, repartiendo tratados, haciendo cultos al aire libre. Estamos desesperados. ¿Considera que lo más apropiado es regresar a nuestra vida anterior Podríamos trabajar vendiendo algo y así restablecer nuestra vida secular”.

¿Cuál sería su respuesta? Pues te diré cuál fue la mía: “Quédense en el mismo lugar. Dios los llamó, Dios responderá. Él hará prosperar Su obra. No luchen en sus fuerzas, luchen en las fuerzas del Señor”.

Dios es quien pelea con nosotros, tal como lo prometió a Moisés: “…y aunque haré muchas señales milagrosas y prodigios en Egipto, él no les hará caso. Entonces descargaré mi poder sobre Egipto”.

Es probable que como líder considere que ya hizo mucho y no puede más. Ha pensado en renunciar. ¿Es aconsejable? En absoluto. Cumpla lo que Dios le llamó a hacer, y si las luchas son enormes, deje que Él pelee por usted. Dios finalmente cumplirá aquello que se propuso: “Y cuando yo despliegue mi poder contra Egipto y saque de allí a los israelitas, sabrán los egipcios que yo soy el Señor”.

¡EL ENEMIGO SE PONE EN CONTRA!

Por supuesto que Satanás y sus huestes salen al paso tratando de impedir que cumplamos la misión. Es algo apenas previsible. No es nada nuevo, por el contrario, ha sido así desde la misma creación del Universo.

Cuando Dios confió a Moisés el poder para demostrar a Quién representaba, el diablo quiso imitar todo. Y lo hizo a través de los hechiceros al servicio de Faraón: “Moisés y Aarón fueron a ver al faraón y cumplieron las órdenes del Señor.

Aarón arrojó su vara al suelo ante el faraón y sus funcionarios, y la vara se convirtió en serpiente. Pero el faraón llamó a los sabios y hechiceros y, mediante sus artes secretas, también los magos egipcios hicieron lo mismo: Cada uno de ellos arrojó su vara al suelo, y cada vara se convirtió en una serpiente. Sin embargo, la vara de Aarón se tragó las varas de todos ellos.”(Éxodo 7:10-12. Nueva Versión Internacional).

¿Acaso le ha ocurrido que al interior mismo de la congregación hay quienes se levantaron en su contra y pusieron en tela de juicio el liderazgo que desarrolla? ¿Enfrentó en algún momento los aires de la división en la iglesia?¿Fue blanco de ataques injustificados? Sin duda que responderá afirmativamente a uno de los tres interrogantes sino es que dice si a todos.

Satanás es astuto. Es el artífice de muchas doctrinas de error que arrastran a hombres y mujeres, alejándolos de la Salvación de Cristo. Pero lo grave es que engaña incluso a quienes están en el Camino correcto.

Al diablo hay que enfrentarlo en las fuerzas de Dios. Y una estrategia eficaz es orar al Padre pidiendo su intervención, y declarando rotas las artimañas satánicas que se levantan en contra. No olvides que tienes la autoridad que te confirió el Señor Jesucristo, y es necesario ejercerla…

NO OLVIDES: EL PODER ES DE DIOS, NO TUYO

Preocupa que muchos líderes cristianos son humildes en tanto comienzan su labor. Pero una vez Dios los comienza a utilizar como instrumentos con poder y autoridad, olvidan que el poder proviene de Dios y no es fruto de méritos propios.

¿Te recuerdas las plagas con las que el Dios asoló a los egipcios? Personalmente siempre me han parecido algo tremendo que rompió toda lógica y demuestra en Quién hemos creído.

Recordémoslas de nuevo. Son nueve plagas: de la sangre (Éxodo 7:14-25), de las ranas (Éxodo 8:1-15), de los piojos (Éxodo 8:16-19), de las moscas (Éxodo 8:20-32), de la muerte del ganado (Éxodo 9:1-7), de las úlceras a personas y bestias (Éxodo 9:8-12), del granizo (Éxodo 9:13-35), de las langostas (Éxodo 10:1-20) y de las tinieblas (Éxodo 10:21-29).

El fin de todo fue el anuncio sobre la muerte de los primogénitos (Éxodo 11:1-10) que tuvo cumplimiento unos cuantos versículos más adelante (Éxodo 12:29-35).

El poder fue enorme. Pero era de Dios. Moisés lo entendió así y no se llenó de vanagloria. No vaya a ocurrir en su vida que confunda cuál es la fuente de poder.

Dios nos dará la victoria no importa lo que pase. Tu sigue adelante confiando que Dios lo hará. Tu has lo posible, lo imposible déjaselo a Dios, Él es especialista en imposibles.

Recuerda que cuando Dios llama él respalda.

© Rubén Herbozo. Todos los derechos reservados.

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