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¿Qué tienes en tu mano? Usalo

Éxodo 4:2

En la actualidad existen muchos cristianos, que aunque tienen muchos años de haber aceptado a Jesucristo como señor y salvador, aún son niños espiritualmente hablando, es decir que no han crecido y no pueden valerse por sí mismo, y por ende, no se deciden a trabajar por el señor. Ellos se escudan bajo algunas excusas tales como: “no puedo”, “todavía no es tiempo”, “no estoy preparado”, “tal vez después”, “Dios tiene que hablarme”, pero Dios les dice: “todo lo puedo en Cristo que me fortalece, “hoy es el tiempo aceptable, hoy es el día de salvación”, “por la palabra ya están preparados para toda buena obra”, “Dios ya habló desde hace mucho tiempo”, así que ya no hay excusas, pues el hombre que pone excusas, no tiene confianza en sí mismo ni en el poder de Dios que no acepta excusas.

Pero esto no es de ahora, solo de este tiempo, pues lo mismo sucedió con Moisés, que luego sería el gran legislador del pueblo de Israel, veamos un par de excusas que puso él delante del mismo Dios:

1° ¿Quién soy yo?, Éxodo 3:11, quien seas o hayas sido, eso no tiene importancia delante de Dios, pues él nos conoce desde antes de nuestro nacimiento, Salmos 139:13, es que delante de Dios todos los seres humanos tenemos el mismo valor, y aunque fuimos pecadores perdidos, Jesucristo nos salvó y nos hizo hijos de Dios, y ahora somos uno solo, Gálatas 3:28, y por esa causa Dios no acepta excusas.

2° Soy torpe de lengua, Éxodo 4:10, excusa que Dios no acepta, y se lo hace saber de inmediato diciéndole: ¿quién le dio boca al hombre, hizo al ciego y al que ve, al mudo y al sordo? Éxodo 4:11, de manera que aunque Dios se enojó con Moisés, también lo hace con todos aquellos que a su llamado ponen mil y una excusa para responder al santo llamado, pero aún con esos complejos, Dios los envía a trabajar dándoles “herramientas” que al parecer no tienen ningún valor, pero en realidad tienen gran autoridad y dirección, Éxodo 4:17.

¿Qué tienes en tu mano?, como pastor del ganado de su suegro Jetro, como todos los que tenían ese trabajo de pastorear, utilizaban una vara, bastón o cayado con el que dirigían a las ovejas u otra clase de ganado, y que también le servía de arma contra el ataque de alguna fiera, esa vara Dios la transforma en el remedio contra las excusas.

Esa vara aparentemente inservible la usó Moisés para demostrar el gran poder de Dios en presencia del faraón y de todos los egipcios, y aún del pueblo israelita, con esa vara, Dios obró incontables prodigios, durante todo el peregrinar del pueblo judío.

Dios manda que usemos todo lo que esté en nuestras manos para la salvación de muchas almas, ya sí como fue esa vara, puede ser cualquier objeto, aunque a nosotros nos parezca algo sin valor, en las manos de Dios es muy valioso, así que no hay excusas que valgan, pues lo más insignificante, como fueron ropas viejas y raídas en el caso que usó el etíope Ebed-melec para salvar la vida del profeta Jeremías, (Jeremías 38:11), o en el caso de Sansón, una quijada de asno para exterminar a mil filisteos, (Jueces 15:15). Amado hermano, todo lo que tienes en tu mano, sirve para trabajar en la obra de Dios, recuerda que el hombre se excusa, pero, Dios no acepta excusas.

Hermano ¿qué tienes en tu mano? Úsalo.

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