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Nada que Dar

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Predicas Cristianas Predica de Hoy: Nada que Dar

Predicas Cristianas Lectura Bíblica: Hechos 3:1-8

Introducción

Estaba sentado el otro día en mi oficina organizando las gavetas de mi escritorio, cuando encontré varios formularios de algo que seguramente muchos de ustedes conocen porque lo han oído en la televisor miles de veces. Estoy hablando del formulario que explica los derechos constitucionales de las personas, ese que dice “tienes el derecho de permanecer en silencio” ¿Cuantos han oído esto?

Esta frase tiene que ser la frase policíaca más conocida en los Estados Unidos, todos sabemos que tenemos este derecho y que esta protegido bajo la constitución. Pero la pregunta en el día de hoy es: ¿Tenemos nosotros ese derecho? ¿Como Cristianos tenemos nosotros ese derecho?

Lo que sucede en el pueblo de Dios en muchas ocasiones es que nosotros invocamos este derecho cuando llega el momento de llevar el evangelio. Nos encontramos diciendo: “No sabemos lo suficiente acerca de la Palabra,” o “No tenemos nada que dar.”

¿Tenemos algo que dar?, busquemos en la palabra de Dios.

Hechos 3:1-8Pedro y Juan subían juntos al templo a la hora novena, la de la oración. 2 Y era traído un hombre cojo de nacimiento, a quien ponían cada día a la puerta del templo que se llama la Hermosa, para que pidiese limosna de los que entraban en el templo. 3 Este, cuando vio a Pedro y a Juan que iban a entrar en el templo, les rogaba que le diesen limosna. 4 Pedro, con Juan, fijando en él los ojos, le dijo: Míranos. 5 Entonces él les estuvo atento, esperando recibir de ellos algo. 6 Mas Pedro dijo: No tengo plata ni oro, pero lo que tengo te doy; en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y anda. 7 Y tomándole por la mano derecha le levantó; y al momento se le afirmaron los pies y tobillos; 8 y saltando, se puso en pie y anduvo; y entró con ellos en el templo, andando, y saltando, y alabando a Dios.

Pedro y Juan subían juntos al templo a la hora novena, la de la oración.

Para tener un mejor entendimiento del mensaje que Dios tiene para nosotros hoy, desmenuzaremos lo que aconteció aquí con el propósito de encontrar las respuestas a nuestras preguntas. Aquí leemos que la Palabra nos dice: “Pedro y Juan subían juntos al templo a la hora novena, la de la oración.” Antes de poder entender esto debidamente, tenemos que analizar lo que estaba sucediendo aquí.

La costumbre del pueblo de Dios de ese entonces era de reunirse y orar tres veces al día. No importaba cuan grande fueran las cosas o lo muy ocupados que pudiesen estar, siempre había tiempo para orar y alabar a Dios. Ellos iban al templo tres veces al día, en la mañana, en la tarde, y al esconderse el sol. Con esto en mente continuemos escudriñando estos versículos.

Así que Pedro y Juan fueron al templo como de costumbre. En estos versículos encontramos que ellos estaban entrando al templo a través de la puerta que se llamaba la “Hermosa.” Este era el nombre de esa entrada porque seguramente era la más decorada o en realidad la más hermosa de las demás, y era la más usada por el pueblo. ¿Como puedo estar seguro que era la más usada?

La respuesta se puede ver ha primera vista cuando examinamos estos versículos: “Y era traído un hombre cojo de nacimiento, a quien ponían cada día a la puerta del templo que se llama la Hermosa, para que pidiese limosna de los que entraban en el templo.” Preguntémonos, ¿si alguno de nosotros tuviera que pedir limosnas, a caso no lo haríamos en un sitio donde hay gran trafico?

Seguro que si, y aquí vemos claramente que nos dice que a él lo ponían en ese lugar todos los días, así que no solo existía gran trafico, pero era un sitio lucrativo también. Bueno, aquí es donde se empiezan a poner buenas las cosas, cuando este hombre vio a Pedro y a Juan el inmediatamente les pidió limosna.

Lo que sucedió es que en ese momento ellos no tenían dinero para darle. Así que hubiese sido muy fácil para ellos dos el haber seguido caminando e ignorar a este hombre. Pero ellos no lo hicieron, no lo hicieron porque ellos tenían algo mucho más grande que cualquier cifra de dinero, ellos llevaban a Cristo en sus corazones.

Quiero detenerme aquí un momento y analizar la palabra “cojo.” ¿Que significa esta palabra en realidad? En este caso significa una enfermedad del cuerpo, este hombre estaba incapacitado, pero esta palabra también significa otras cosas. No les estoy hablando de algo físico, me refiero a lo espiritual.

Estoy seguro que si empezamos a mirar a nuestro alrededor, nuestras familias, amigos, amigas, compañeros de trabajo, etc, encontraremos que existen numerosos cojos pidiendo limosnas en la puerta. Veremos que ellos están desesperadamente pidiendo atención, que están en situaciones cuales los deshabilitan, pero el problema es que no saben como salir de ellas.

¿Le suena conocido esto ha alguien aquí?

Les puedo decir que a mi si me suena conocido; me hace pensar del día cuando tuve el encuentro con nuestro Señor Jesucristo y del lugar de donde Él me saco. Piensen esto, ¿donde estaríamos hoy si la persona que nos hablo de Cristo hubiera usado el derecho de permanecer en silencio?

La respuesta es una, todos estaríamos todavía deshabilitados pidiendo limosnas en la puerta. Como dije anteriormente, en muchas ocasiones nosotros usamos excusas cuando se refiere ha llevar la palabra de Dios. Usamos excusas cuando vemos a los cojos y a los que piden limosnas.

No nos damos cuenta que estas excusas no son más que mentiras de satanás quien quiere hacernos cojos y deshabilitados. No tenemos que ser expertos en la palabra de Dios para llevarla. Todo lo que necesitamos es un corazón puro y dispuesto, y la palabra de Dios fluirá.

Lo que nosotros tenemos que ofrecer es mucho más valioso que todo el oro y la plata en el universo. Lo que nosotros tenemos que ofrecer es la salvación a través de nuestro Señor Jesucristo.

Preguntémonos, ¿que nos hace cojos y deshabilitados?

Existen muchas cosas que nos pueden deshabilitar; pueden ser problemas financieros, problemas con nuestras esposas o esposos, problemas con compañeros de trabajo, conflictos con nuestro padres, en si existen tantas cosas que no podemos hacer una lista de todo.

Como dije anteriormente todo lo que tenemos que hacer es mirar a nuestro alrededor y nos daremos cuenta de que existen muchos cuales son afligidos con este padecimiento. Pero como cristianos nosotros tenemos el poder de sanar a estas personas y no podemos permanecer en silencio.

En este caso la Palabra nos dice que este hombre estaba pidiendo limosnas. En otras palabras él estaba pidiendo oro y plata cual era el sistema de dinero en ese entonces. Pero, vamos ha observar el significado del oro y de la plata. ¿Como se aplica esto a nuestras vidas en el día de hoy?

Si analizamos el significado del oro y de la plata aquí en estos versículos, nos damos cuenta que significa una solución inmediata al problema. Este hombre estaba deshabilitado y no podía trabajar. El necesitaba dinero para comprar comida, pagar renta, y vestirse.

El estaba sentado a la puerta del templo no esperando que Dios le sanara, sino buscando una solución inmediata a su situación. Nosotros vemos a personas todos los días que están en el mundo en busca del oro y de la plata, ellos están buscando una solución inmediata a sus situaciones sin darse cuenta de las consecuencias que sufrirán.

En otras palabras, satanás esta en el mundo haciendo cojos y limosneros de muchos. Estas personas no tienen esperanza de ser sanados porque la palabra de Dios no les ha llegado, y es porque muchos hemos invocado el derecho de permanecer en silencio.

Es muy fácil permanecer en silencio, a nadie le importara si lo haces. Nadie pensara que estas metiéndote en asuntos que no te pertenecen, o pensaran que eres un fanático religioso si permaneces en silencio. Pero cuando nosotros vemos a personas que están sufriendo, que están siendo deshabilitados y cojos por satanás, es nuestra responsabilidad de no permanecer en silencio.

Es nuestra responsabilidad de hablar y decirles que quizás personalmente no tengamos la respuesta a su dilema, pero si queremos darles algo que tenemos, queremos darles el amor de Cristo. Estoy seguro que si nos ponemos a pensar podremos recordarnos por lo menos del nombre de una persona cual sabemos que esta deshabilitada y pidiendo limosnas en la puerta.

Pero puede ser que estemos pensando que no tenemos nada que darles, pensando que esa persona no quiere oír lo que tenemos que decir, que no quiere oír la palabra de Dios, entonces simplemente le pasamos por su lado e invocamos el derecho de permanecer en silencio.

¿Por cual puerta pasamos nosotros todos los días e ignoramos a los que piden limosnas? Tenemos nuestros trabajos, amigos, familiares etc. Pasamos por estas puertas pero no reconocemos a los que están deshabilitados pidiendo limosnas, fallamos y no hacemos como hicieron Pedro y Juan.

Fallamos y no decimos “mírennos a nosotros, fuimos iguales que ustedes, pero fuimos sanados.” “Déjenme darles la solución a su problema, déjenme decirles como Dios me sano a mi.” Dios quiere usarnos para hacer su voluntad. Él nos provee con las oportunidades en todo tiempo.

En este caso la Palabra nos deja saber que Dios hizo un milagro a través de Pedro y Juan. Lo ultimo que este hombre que estaba sentado allí se imagino fue que el seria sanado en ese día. El solamente estaba sentado allí para recoger un poco de dinero para poder vivir, pero Dios le dio mucho más. Dios lo sano físicamente para que nunca más tuviese que pedir limosnas. Dios ha hecho lo mismo con nosotros.

Cuando le invitamos ha que entrara en nuestras vidas Él nos sano, Él entro y todo empezó a cambiar, empezó a tomar control. En tiempos pasados, nosotros éramos cojos y deshabilitados, pero ahora caminamos en Cristo Jesús. Antes teníamos preocupaciones, pero ahora hemos aprendido a confiar en nuestro Señor. Hemos aprendido que solo Él controla lo que sucede, y que solo Él nos puede proteger. Hemos aprendido a poner toda nuestra confianza en Dios cual quiere decir que ya no somos cojos y deshabilitados.

La Palabra aquí nos dice: “Y tomándole por la mano derecha le levantó; y al momento se le afirmaron los pies y tobillos; y saltando, se puso en pie y anduvo; y entró con ellos en el templo, andando, y saltando, y alabando a Dios.” Este hombre obviamente estaba muy contento con lo que Dios había hecho por él.

¿A caso no estuviéramos contento alguno de nosotros si estuviésemos deshabilitados pero ahora podíamos caminar? Estoy seguro que todos los que estamos aquí hiciéramos lo mismo, saltaríamos y alabaríamos a Dios. Estoy aquí en el día de hoy para decirles que Él ha hecho lo mismo con cada uno de nosotros. Éramos cojos y deshabilitados pero Él nos ha sanado. Pasamos de los sufrimientos y tristezas al gozo y alegría.

Nosotros fuimos sanados al igual que ese hombre. ¿A que me refiero cuando digo el gozo y alegría? Me refiero al gozo de saber que algún día estaremos reunidos con nuestro Señor Jesucristo, me refiero a la alegría cual es el saber que ya no vivimos en el reino de las tinieblas, sino en el Reino de Dios.

Quizás personalmente no tengamos lo que una persona este buscando, pero si tenemos la respuesta a todo sufrimiento. Puede ser que no podamos proveerles con una solución a su situación de inmediato, pero podemos proveerles con el mensaje de salvación. Porque la salvación no se puede comprar con todo el oro y plata en el universo.

Para concluir.

Les pregunto de nuevo: ¿tenemos nosotros el derecho de permanecer en silencio? Nosotros tenemos el poder dado por Dios de hacer mucho más. No estamos llamados a permanecer en silencio, estamos llamados a llevar la palabra de Dios. Tenemos las respuestas, tenemos las soluciones, tenemos lo que están buscando los deshabilitados.

Como cristianos no tenemos el derecho de permanecer en silencio, si este fuese el caso ninguno de nosotros estuviéramos aquí hoy. Es nuestra responsabilidad de darnos cuenta de las oportunidades que nuestro Señor nos provee para predicar su Reino aquí en la tierra.

Es nuestra responsabilidad de buscar y ayudar a los cojos y limosneros que viven en el mundo. Es nuestra responsabilidad de introducirles a la verdadera y única solución a sus problemas. Es nuestra responsabilidad de orar por todas esas almas. Recordemos que cuando oramos con un corazón puro y llenos de fe, Él Padre nos escucha (1 Pedro 3:12).

© José R. Hernández. Todos los derechos reservados.

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