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El Pan Nuestro de Cada Día, Dánoslo Hoy

Predicas Cristianas | Estudios Biblicos

TEXTO BIBLICO: Mateo 6:5-15

INTRODUCCIÓN:

“El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy”, pudiera ser la petición que más estábamos esperando. ¿A caso no es la comida lo que más buscamos durante el día? Amado hermano, ¿está aprendiendo a orar como conviene? Quiero decir, ¿está siguiendo el orden que el Señor nos ha dejado para dirigirnos a él cuando oramos? Hemos dicho que el “Padre nuestro” nos fue dado para que aprendiéramos a orar, pero a orar bien. Hasta ahora hemos predicado de las tres primeras peticiones que tienen que ver con el nombre de Dios.

La verdad de lo que Jesús nos está enseñando es que las tres últimas peticiones del “Padre nuestro”, dependen de la manera cómo yo santifico el nombre de Dios, pido que venga su reino, y si estoy listo para hacer su voluntad. Entonces, ¿cuál es el sentido de esta cuarta petición? Que de acuerdo a la sabiduría divina, después que el Señor ha ordenado los bienes celestiales, es decir, la santificación del nombre de Dios, la venida de su Reino y el cumplimiento de su voluntad, es cuando debiéramos comenzar a orar por nuestras necesidades temporales. En esto concuerda lo que ya el mismo Señor había ordenado tocante a buscar primeramente el reino de Dios y su justicia (Mt 6:33).

Con esta cuarta petición nos introducimos en lo que serán las tres más grande necesidades de la vida. Una tendrá que ver con lo que más necesita el alma. Otra tocará la parte de nuestras relaciones con los demás y la última tendrá que ver la advertencia respecto al pecado y su continua actuación en nuestras vidas. ¿Qué nos enseña esta cuarta petición?

I. QUE HAY UN DIOS DADOR PARA NUESTRO SUSTENTO

1. La naturaleza del gran dador (Jn. 3:16).

Esta oración comenzó diciéndonos: “Padre nuestro…”, con lo cual se nos revela la tierna figura del Dios-padre. Se sabe que una de las grandes características de todo buen padre es dar. Sé que no todos los padres sienten placer en esto, pero nada nos hace más feliz que poder cubrir las necesidades de nuestros hijos e hijas.

Jesús reconoció esta cualidad en los padres terrenales, al decirnos que “si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará cosas buenas a los que le piden?”(Mt. 7:11). Cuando Jesús dijo “danos”, estaba revelando la naturaleza dadora de su Padre. Dios se conoce desde el principio como Aquel que “dio a su Hijo unigénito”, su más grande regalo de amor. Cuando en mi oración digo “danos”, estoy poniendo de manifiesto que Dios es poderoso para satisfacer mis necesidades. Estoy declarando que el Padre en el que creo tiene la suficiencia para cuidar de mí. Que todo lo que necesito, me lo dará Dios. Como preguntó Pablo a los Corintios: “¿Qué tienes que no recibiste?” (1 Cor. 7:11). Dios disfruta dándome de lo que él tiene. No se queda con nada.

2. Las promesas del gran dador (Sal. 37:25).

Yo no sé cuántas veces usted ha leído este texto, pero cuando yo oro “danos hoy el pan nuestro de cada día”, estoy confesando mi fe en las promesas que Dios ha hecho a sus hijos. Si hay un hijo de Dios desamparado y mendingando pan es porque perdió su fe y le ha hecho caso a aquellos que andan diciendo que Satanás les robó las bendiciones y por lo tanto tenemos que arrebáteseles otra vez. Nada es más lejos de la verdad bíblica que esto. ¿No ha leído a caso Filipenses 4:19 y Mateo 6:25-34? Entre el movimiento que le da tanta importancia a Satanás como el “arrebatador” de las bendiciones dadas, está una mujer llamada Nancy Amancio, con la canción “arrebato”, que dice: “Hoy me apodero de lo que a mí me pertenece. Lo que me has quitado me lo devolverás con creces. Porque Dios me hizo su hija y con los hijos de Dios nadie se mete.

Hoy me apodero de lo que a mí me pertenece. Lo que me has quitado me lo devolverás con creces. Es que Dios me hizo su hija y con los hijos de Dios nadie se mete”. Aunque suena bonita, no la recomiendo. Yo no tengo nada que arrebatarle Satanás, porque las bendiciones están en las manos de Dios y no en las suyas.

3. La dependencia en el gran dador (Lc. 12:34).

El propósito de esta petición es que aprendamos, no tanto a ser “pedidores”, sino que tengamos una gran fe para depender en la provisión del “Padre nuestro”. ¿Por qué decimos esto? Porque confiamos más donde tenemos puesto nuestros tesoros que en Aquel por quien vienen los tesoros. En esto hay cosas que deben decirse: Dios es fiel como proveedor. Pero todos los días oímos de escasez alrededor del mundo. Hay países cuyos gobiernos se encargaron de lapidar sus economías y hoy nuestra gente sufre la falta de todo, por lo cual se hace tan necesaria la oración de la dependencia en el gran dador. Otros, irónicamente tienen tan surtidas sus despensas que parecieran no tener necesidad de pedir el “pan nuestro de cada día”. Hogares donde no hay necesidad de nada; donde los hijos tienen comidas de sobra, hasta el punto de echar a la basura lo que ya no quieren comer. Cuando oro pidiendo “el pan nuestro de cada día”, sea que tenga escasez o abundancia, estoy poniendo al Señor en el centro de todas necesidades, y confesando con ello que sólo él podrá suplir mis continuas necesidades. La despensa del cielo no es alcanzada ni por ladrones ni las polillas.

II. QUE HAY UN DÍA A LA VEZ PARA NUESTRO SUSTENTO

1. La petición por el pan.

El pan era el alimento básico de la dieta judía. Por supuesto que esto no significa que ellos no podían pedir por el pescado, el cordero y todo lo que se puede acompañar con el pan. Dios quiere suplirme lo básico, luego él se encargará, según sus “riquezas en gloria”, de darme para lo demás. Por otro lado, el asunto de pedir solo por el “pan nuestro”, no promociona una especie de ascetismo donde la persona se abstenga del resto de las demás cosas buenas que el mismo Padre ha provisto para sus hijos. El sentido de esta oración es que si Dios suple lo básico, también suplirá lo otro. Yo no tengo que recordarle al Señor que además del pan debe proveernos del pollo, la carne, el arroz, los vegetales, los frijoles y las frutas. Dios no necesita esa información. Vea cómo en el desierto, donde no hubo otro alimento, Dios proveyó del maná que lo comieron los adultos, los jóvenes y los niños, y ninguno de ellos se enfermó, ni sufrieron de colesterol alto o de azúcar en la sangre. No hubo problemas de desnutrición en el desierto. Vea cómo la palabra testifica al respecto (Dt. 8:4). Se destaca acá que el maná era un tipo de Cristo, quien llegaría a ser el “pan de vida” que todo lo suple.

2. El pan para hoy.

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