Cuando la gloria de Dios se va

El pecado de las mujeres

Sin embargo, no era todo, era el comienzo. Porque el Señor le dice en el versículo 13: “Me dijo después: Vuélvete aún, verás abominaciones mayores que hacen éstos. Y me llevó a la entrada de la puerta de la casa de Jehová, que está al norte; y he aquí mujeres que estaban allí sentadas endechando a Tamuz”.

Tamuz era un ídolo procedente de Babilonia. Tamuz aparecía representado en las figuras de los babilonios como un niño en brazos de su madre. Según las fábulas paganas de Babilonia, Nimrod – el creador de la torre de Babel y de esas ciudades babilónicas allá en Génesis – fue constituido en dios; y cuando Nimrod murió, renació o se manifestó de nuevo en un hijo suyo, y ese hijo se llamaba precisamente Tamuz.

La madre de ese niño se llamaba Astarot. En realidad, ese nombre, Astarot o Astarté, es uno de los muchos nombres que esa mujer adoptó. En casi todas las culturas, en casi todos los pueblos del mundo, se encuentran vestigios de este ídolo Tamuz, de su madre y del padre, Nimrod, cuyo nombre después fue transformado en Baal.

Según Astarot, ese niño había nacido en forma sobrenatural, era como una personificación de Nimrod. Pero en realidad más allá de eso, los babilonios creían que ese Tamuz era el salvador del mundo, conforme a la promesa que Dios había hecho en Génesis capítulo 3 a Eva, y que de ella saldría el Salvador, de su descendencia, de su simiente.

Entonces, el diablo, que siembra la mentira, que corrompe la verdad, que trata siempre de imitar las cosas de Dios para engañar a los hombres, habían creado toda una teología pagana en la cual Tamuz era el hijo supuestamente inmortal nacido en forma milagrosa y que él merecía por tanto la adoración de su pueblo.

Esta teología pagana que surgió en Babilonia se había infiltrado también en Israel. En muchos pueblos antiguos también aparecen estas figuras bajo otros nombres. Esa Diana de los efesios que aparece en Hechos, y que los efesios defendían en los tiempos de Pablo, era una personificación también de esta mujer, la supuesta esposa de Baal, Astarot.

Y aquí están estas mujeres judías, israelitas, estas mujeres santas, estas mujeres llamadas, convocadas a adorar al único Dios vivo y verdadero, están aquí endechando a Tamuz dentro de la propia área del templo santo.

Las mujeres de Israel estaban endechando a Tamuz, estaban llorando por él. ¿Qué historias se contarían respecto de él que producían en estas mujeres el dolor, la misericordia, la emoción? ¿Qué historias se habrían inventado para ganar el favor, el corazón de las mujeres en el mundo entero?

El cristianismo hoy también ha sido infiltrado con esta teología diabólica. Hoy también está la figura de una mujer con un niño en brazos en los altares de un vasto sector de la cristiandad.

El pecado de los ministros

“Luego me dijo: ¿No ves, hijo de hombre? Vuélvete aún, verás abominaciones mayores que estas. Y me llevó al atrio de adentro de la casa de Jehová; y he aquí junto a la entrada del templo de Jehová, entre la entrada y el altar, como veinticinco varones, sus espaldas vueltas al templo de Jehová y sus rostros hacia el oriente, y adoraban al sol, postrándose hacia el oriente”.

Veinticinco varones… En las Escrituras nosotros encontramos que cuando se ordenó el servicio levítico en la casa de Dios, se determinó veinticuatro turnos para que los levitas sirvieran en la casa. Por lo tanto, aquí encontramos en estos veinticinco varones un representante de cada uno de esos turnos levíticos, más el sumo sacerdote.

Estos veinticinco varones son representativos entonces de aquellos varones santos que tenían que acercarse para ministrar delante de Dios. Pero, ¿en qué condiciones están aquí? Ellos están vueltos de espaldas hacia el templo y mirando hacia el sol, postrándose ante el oriente.

Adorando al sol… ¡Qué estupidez! Cuando nosotros miramos un poco la historia de los incas aquí, en el Perú, encontramos que una de sus deidades era el sol. Pero, sin duda, el pecado de los incas era mucho más pequeño que el pecado de los israelitas, que conociendo al Dios vivo y verdadero, adoraban al sol.

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