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Un mal final

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Predicas Cristianas Predica de Hoy: Un mal final

Predica Cristiana Lectura Bíblica de Hoy: 1ª Reyes 11:1-13

Introducción:

Hay una frase que se ha hecho famosa en el entorno en que nos desenvolvemos “Un mal final anula toda nuestra vida”

Empezar de esta forma un mensaje no es lo más apropiado, pues se supone que lo que se tiene que exponerse debe encerrar algo positivo para el que lo escucha.

Como hemos podido seguir en la lectura que hemos hecho, nos damos cuenta de pronto que estamos ante una tragedia de la vida de Salomón, no fue una repentina catástrofe de forma personal, sino el gradual deterioro de su completa devoción a Dios.

Veamos, si no, la gran diferencia descrito en pasaje sugerido y el de la crónica anotada en 1.ª Reyes, 2:12. “…Y se sentó Salomón en el trono de David su Padre, y su reino fue firme en gran manera…

Por ejemplo desde ser bendecido por Dios, hasta la apostasía más absoluta., desde ser el máximo exponente de la monarquía teocrática, hasta la misma división del reino, desde ser el mejor a ser el más desgraciado, desde ser el mayor a ser el más pequeño, desde ser aquel en que estaban depositadas las mayores esperanzas de un pueblo hasta ver donde se esfumaba esa esperanza de reinado, etc.

Salomón, transitó la tan recorrida senda del alejamiento de Dios.

Su vida ilustra vívidamente la verdad de que una gran sabiduría y refinado conocimiento de Dios, no son garantía de una continua fidelidad a Dios.

Además la vida de Salomón enseña que las grandes bendiciones y oportunidades que Dios concede encierran también amenazas para la relación de la cual esas bendiciones pueden socavar la fe de aquel sobre quien se derraman.

Es evidente que la correcta relación de un individuo con Dios descansa siempre sobre una obediencia continua, consciente y voluntaria.

Cuando falta la obediencia, la alternativa es la desobediencia, aún la idolatría como sucedió con Salomón, y es que tal desobediencia acarreaba el juicio divino.

Mirar, cuando la impureza se mezcla con la pureza, le pudre. Han pasado bastantes años cuando los ríos se encontraban bastante contaminados y algunos de ellos se fundía en otro río donde sus aguas eran puras, el resultado era que ambos se contaminaban, el resultado es claro de imaginar ¡Toda el agua se volvía impura”, y es que lo malo puede sobre lo bueno, lo impuro que lo puro.

Ahora bien, ¿cuáles son las causas por las que el hombre prefiere la impureza?

Primera y principal la división del corazón, no se puede servir a dos señores “…Ninguno puede servir a dos señores, porque o aborrecerá al uno o amará al otro, no podéis servir a Dios y a las riquezas…”, y quien reparte el corazón está perdido! ¡Cualquiera que reparte los afectos de su corazón no está con Dios. Cuando Salomón abrió su corazón a los dioses de sus mujeres, fue el principio del fin,

La posesión de muchas esposas por Salomón era contraria a la política de los reyes de Israel (Deuteronomio 17:17 “…No tomará para sí, muchas mujeres para que su corazón no se desvíe…” Eran las instrucciones dadas a los reyes.

En efecto, el corazón le empezó a fallar cuando olvidó la lealtad que debía al Dios de su padre al dios verdadero.

En esto de la lealtad pasa lo que con todas las cosas, se empieza con poco, como el tapadillo, disimulando sin darle importancia, pero la brecha se va haciendo cada vez más grande, una vez está abierta, ya no se cierra jamás.

La propia inseguridad erosiona los bordes de la presa y poco a poco la inmundicia desplaza a la pureza, los ídolos al Dios verdadero…

Después la constancia, la duración y la clase de pecado. David, su padre, no adoró jamás a dioses falsos; pecó sí, pero jamás abandonó al Dios verdadero, se arrepintió y tuvo el propósito de no pecar más., hay la expresión sincera salida de un corazón arrepentido “lávame y seré más blanco que la nieve”

Pero Salomón a pesar de haber sido bendecido con la sabiduría resultó ser inferior a su padre, y es que cuando uno mira las bellezas de la tierra para desplazar a Dios, cuando uno prefiere lo creado al Creador, cuando uno elige su camino dando la espalda a Dios, al avanzar lo que hace es apartarse de El, y entonces claro el corazón se endurece por falta de riego, de contacto con Dios y se vuelve pecaminoso sin posibilidad de arrepentimiento, pues es incapaz de reaccionar ante nada.

LA EVIDENCIA es absoluta, la suciedad del mundo produce pecado y habiendo el pecado Dios no puede habitar entre nosotros.

El pecado es como una gota de aceite, en un papel fino, poco a poco la mancha se va extendiendo hasta cubrir la totalidad de la superficie, por eso no hay que dejarlo avanzar en el corazón y si uno cae, como le ocurrió a David, debe haber de inmediato el arrepentimiento no dando tiempo a que el pecado se endurezca y deteriore el conjunto “y la tierra se contaminó bajo sus moradores, porque traspasaron las leyes, falsearon el derecho,, quebrantaron el pacto sempiterno“. Isaías 24:5.

Las Escrituras nos advierten de forma categórica de que “Amarás al Señor de todo tu corazón..”, y una cosa más a Dios no se le puede engañar, por eso David, tenía especial interés en tenerlo siempre palpitando y a punto de ser ocupado por Dios.

Nuestro personaje de esta mañana no supo reaccionar, ni a tiempo, ni tarde, ni nunca.

Sus mil mujeres, las circunstancias del reino, la oscuridad de la corte, la dureza del corazón y su empecinamiento, fueron más fuertes que su propia estima y le cerraron el paso a sentirse lejano a Dios.

El resultado final es el conocido por todos, no sólo consintió la idolatría en su casa sino que el mismo mandó edificar altares a Quemos, ídolo abominable de Moab, y a Moloc, ídolo abominable de Amón, es decir que eligió ídolos pensando que la cantidad era mejor que la calidad.

¡Por eso Dios, le dejó abandonado a su suerte!

¡El mayor rey de la historia de Israel, murió abandonado por todos…!incluso por Dios!

Su extraordinaria sabiduría no fue suficiente para protegerlo de caer en graves errores.

Nunca hubo promesa más bella de verdadera grandeza, ni fue visto cuadro más hermoso de juvenil piedad, que el que mostró en el comienzo de su reinado.

Ni puede imaginarse espectáculo más triste, más humillante o más terrible que la apostasía de su vejez.

Y a él puede aplicarse las palabras de Pablo en Gálatas 3:3 “¿Tan necios sois, habiendo comenzado por el Espíritu, ahora vais a acabar por la carne?

Un amor al mundo, un continuo trajín de placeres, habían sensiblemente corrompido su corazón y producido por lo menos un tiempo, un estado de oscuridad mental.

La gracia de Dios lo abandonó y llegó a ser un rey viejo y hasta decir “tonto” en Eclesiastés 4:13 nos dice: Mejor es el muchacho pobre y sabio, que el rey viejo y necio que no admite consejos.

¡Qué hacer pues para no tener un final desastroso ante Dios!

Naturalmente que podremos decir esta mañana que no nos encontramos en una situación parecida, no tenemos otros dioses que ocupen un lugar en nuestra vida, que no estamos ante las circunstancias que se encontraba este rey, que somos leales ante los demás y que por supuesto nuestra vida no puede parecerse a la de Salomón.

Todo esto es posible que así sea, pero a pesar de todo debemos estar vigilantes, a no apartarnos del Señor, superando los obstáculos que diariamente acuden a nuestra vida, no es que podamos presumir de ser lumbreras ni pozos de perfección, si es así, sepamos que Dios está a nuestro lado si queremos que esté.

El apóstol Pablo siempre que estaba en su mano tenía el fiel propósito de aconsejar a todos los fieles y esta vez, escribiéndoles a la iglesia de Filipos, les dice: “Todo lo puedo en cristo que me fortalece”

En El, es donde vamos a tener la fuerza para vencer obstáculos mil, que acudan en nuestro alrededor, en El, es donde vamos a tener la fuente de inspiración para que con su fortaleza podamos decir, de “De quién somos y en quien hemos creído”.

© Juan A. Chacón Alfaro. Todos los derechos reservados.

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