Bosquejos Biblicos – Bosquejos para Predicar
LOS DESIERTOS ESPIRITUALES:
Él Señor nos está llamando. (Apocalipsis 3:20), como la Iglesia de Dios debemos ir a su encuentro pero con disposición plena de nuestra mente y corazón, debemos entrar en comunicación con la seriedad como con la que hablaríamos con un presidente de un país o un Rey. Y es que hablamos con el mismísimo Rey de Reyes. Como si se tratara de un rey terrenal, debemos guardar cierto protocolo o ciertas formas las cuales hacen que realmente nuestro Rey quiera ir a nuestro encuentro.
Cada día de nuestra vida debemos de buscarlo en ciertos lugares especiales, a estos lugares podríamos nombrarlos como “desiertos espirituales”, y se llamarán así ya que como todo desierto esta vacío, y allí no hay nadie más que el Padre y nuestra alma.
Debemos tener ciertas consideraciones antes de buscarlo en oración; primeramente debemos hacerlo con la sinceridad de nuestro corazón, ya que como dice la palabra en Romanos 8:27, nuestro Señor nos conoce a la perfección. Y como segundo requisito fundamental debemos hacerlo con fe (Mateo 17:20).
LA NECESIDAD DE UN DESIERTO ESPIRITUAL:
Los desiertos espirituales son mucho más que lugares de oración alejados del “mundo”, por ejemplo si consideramos que el mismísimo Señor Jesús fue adentro del desierto donde encontró no solo la tentación de Satanás (Mateo 4:1), sino que también allí en la inmensa soledad de un desierto o un monte, donde nuestro Glorioso Salvador se retiraba a buscar la paz y la tranquilidad de la comunión con su Padre (Marcos 1:35).
Si hacemos una asociación libre, al saber que el desierto espiritual es el único lugar donde podemos encontrar a Dios, nos daremos cuenta que ese lugar más que desierto es un oasis de donde fluye leche y miel.
Históricamente desde Moisés hasta Jesús encontramos que en el desierto se han desarrollado las grandes batallas y pruebas espirituales, en donde los valientes hombres de la palabra encontraron no sólo desafíos a su fe, sino también la palabra precisa de Dios.
En Mateo 6:6, somos llamados a orar en plena concentración, ya que es allí donde nuestro Padre más atención nos brinda y nos podemos abrir espiritualmente para tener esa comunicación fluida y especial que sólo con nuestro papito celestial podemos lograr. Allí mismo es donde luego de enfocarnos en buscarlo a Él en soledad y tranquilidad, es cuando el milagro de Dios sucede por esa comunión tan especial que nace del Espíritu Santo que habita en nuestro ser, y nuestro padre que está en los cielos, ya no hay cosas del mundo que puedan derrotarnos, tal cual lo declara 1 Juan 5:4.
Como podemos notar, el desierto espiritual no es un simple concepto, por el contrario es una necesidad espiritual y un mandato bíblico imperioso que cada uno de nosotros tenga en su vida, en su hogar, en su trabajo, su espacio físico reservado para el Señor, para poder en integridad comunicarse con Él. Pero el espacio de nada sirve si no tenemos tiempo para dedicarle.
Ya hemos aprendido que nuestro padre no necesita “un poco” de nuestro tiempo, ni tampoco horas de pura palabrería repetitiva. Nuestro padre lo que nos pide es que el espacio temporal que le dediquemos sea poco o mucho, sea de corazón y con disposición a aceptar cada indicación que Él Señor nos brinde, aún no sea conforme a nuestros deseos.
Necesitamos un desierto espiritual donde abstraernos de todo, y buscar a Dios desde el fondo de nuestro corazón, y brindar no sólo nuestro corazón sino también el alma y la vida de quienes amamos y están en pruebas.
Cuesta muchísimo de asimilar una grandísima verdad bíblica, que nuestro Padre nos pone desafíos no porque sea un Dios injusto (sabemos que la justicia es uno de sus maravillosos atributos – Isaías 30:18) sino porque quiere probar cuánto podemos llegar a confiar en Él para resolver nuestras pruebas. Dios ama que nos comuniquemos con Él, (Mateo 7:7) y mucho más que estemos caminando tomados de Su Santa mano por ese desierto espiritual.