Nuestra fe no tiene que estar puesta en lo que dice el pastor o en lo que dice las personas, nuestra fe tiene que estar puesta en lo que nuestro Dios ha dicho.
Pero hay en esto hay un punto muy importante que tenemos que comprender: Dios es espíritu y su palabra es espiritual (Juan 6:63) pero nuestras necesidades y nuestras crisis son materiales, son terrenales y humanas.
¿Cómo podemos traer el poder y las maravillas espirituales de Dios y de su palabra a nuestra vida material? ¡De eso se encarga la fe!
Nuestra fe hace que las palabras espirituales de Dios se hagan realidad en nuestra vida, en nuestras necesidades y en nuestras crisis.
Podemos comprender mejor esta verdad espiritual con un ejemplo práctico: Si recibimos una transferencia electrónica de dinero a nuestra cuenta bancaria, el dinero está ahí, es real, pero se le llama dinero electrónico, para poder utilizar ese dinero electrónico necesitamos un medio para hacerlo efectivo o para realizar compras, y para eso usamos un cheque, una libreta de banco o una tarjeta de débito, ¡Eso es nuestra fe!
Podríamos decir que Dios nos ha hecho una trasferencia de su poder por medio de su palabra, cada promesa esta llena del poder maravilloso de Dios, pero para hacerlas efectivas, para que ese poder se vuelva realidad en nuestra vida necesitamos un medio y ese medio es LA FE.
III. TERCER ELEMENTO PARA UN MILAGRO: EL NOMBRE DE JESÚS (JUAN 14:13-14)
“Y todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, lo haré, para que el Padre sea glorificado en el Hijo. 14 Si algo pidiereis en mi nombre, yo lo haré…”.
Nuestro Señor Jesucristo nos dice que todo lo que le pidamos al Padre lo pidamos en su nombre, pues la palabra de Dios nos dice que no hay otro nombre mas grande que el de nuestro Señor Jesús (Filipenses 2:9-10)
Cuando pedimos un milagro a nuestro Padre Celestial lo tenemos que pedir confiando en su palabra, creyendo en sus promesas y reconociendo que no estamos pidiendo en nuestra autoridad, sino en la autoridad de Jesucristo nuestro Señor, el Rey de reyes y Señor de Señores.
CONCLUSIÓN:
Dios es el mismo de ayer, de hoy y por los siglos, por lo tanto, los milagros de Dios están disponibles también hoy para nosotros sus hijos, guardemos su palabra en nuestro corazón, creamos en su palabra y pidamos usando la autoridad del nombre de Jesús y veremos las maravillas de Dios en nuestra vida.
© Oscar Alberto Flores. Todos los derechos reservados.
