Bosquejos Bíblicos | Una Alabanza al Dios Salvador
Explora este bosquejo Bíblico basado en: 1 Pedro 1:3-5
Introducción a la Alabanza Divina
La alabanza a Dios es necesaria en medio de las tribulaciones. Estamos demasiado propensos a quejarnos, hablar mal de Dios, y olvidarnos de los grandes beneficios que hemos recibido por la gracia de Dios.
Por eso Pedro comienza la carta hablando sobre la alabanza a Dios. Pedro alaba al Señor por las grandes bendiciones que Dios había dado a los receptores de esta carta. El fin de esto es que estos cristianos no se olvidarán de Dios en sus aflicciones.
Nuestra tendencia natural como hombres es olvidarnos del Dios que nos salvó y redimió. Tenemos la tendencia a ver a Dios como un tirano, e incluso, como injusto cuando permite que vivamos las aflicciones.
Sin embargo, la alabanza a Dios nos hace entender no sólo que Él es Soberano, sino que es inmensamente bueno con nosotros. Dios es Bondadoso con su pueblo, por eso nos llenado de muchas misericordias.
Y este pasaje en específico dice que debemos alabar a Dios porque en Cristo nos ha dado una vida nueva. Y con esta vida nueva, Dios ha mostrado su bondad. Veamos en este sermón por qué Dios es digno de alabanza por esta vida que nos ha dado.
Desarrollo
I. Según su Gran Misericordia
Pedro comienza diciendo que debemos alabar a Dios porque nos ha hecho nacer de nuevo según su gran misericordia.
A) Esta salvación no proviene de nosotros.
Lo primero que debemos entender es que la nueva vida en Cristo es parte de la misericordia de Dios, no de nuestras obras. Cuando Pedro destaca que fuimos salvados por su misericordia, también enfatiza que no merecemos nada de lo que Dios nos ha dado.
Somos pecadores, ajenos y enemigos de Dios. Merecedores de la condenación eterna, que no pueden hacer nada por sí mismos. Y Dios nos ha dado esta vida eterna, el dicho y gozo eternos con él. Algo que no merecemos.
Sin embargo, cuando vivimos situaciones adversas nos molestamos porque pensamos que merecemos algo de Dios. Es como si el trato de Dios hacia nosotros fuera injusto. Pero un entendimiento correcto de que somos pecadores, nos haría entender de que, si se tratara de aquello que merecemos, cosas peores vendrían a nuestra vida.
Pero, a pesar de que es necesario que suframos estas aflicciones, Dios no nos trata con injusticia. Por el contrario, nos dota y enriquece de muchas bendiciones que no merecemos. La vida eterna no solo implica que la muerte nos podrá hacernos daño, sino que hemos vuelto a la fuente de nuestra felicidad que es Dios. Y que eternamente estaremos unidos a esa fuente de felicidad.
Por eso, antes de quejarnos alabemos a Dios. Porque el Señor nos ha dado más de lo que merecemos. Y aun esas aflicciones no son para nuestro castigo, sino una manera en que Dios concede su amor hacia nosotros, porque así nos perfecciona.
B) Esta misericordia es “Grande”.
Ahora, es importante notar que el texto dice que la misericordia es “Grande”. Es un énfasis del autor. Lo que Dios te dio no requirió un gramo de compasión, o una pizca de bondad. Nuestros pecados son demasiado inmensurables, ¡imposibles de contar! Nuestras transgresiones son como la arena del mar. Por eso, la misericordia que se amerita para perdonar y salvar a un pecador tiene que ser aún más grande.
Lo que pasa es que ninguno de nosotros está consciente de la grandeza de sus pecados. Debemos aprender a valorar que nuestras miserias son grandes, para que entendamos que la misericordia a Dios hacia nosotros es grande. Y la consecuencia será que nuestra alabanza hacia Dios será grande también.
II. Por la resurrección de Jesucristo.
Ahora bien, lo otro que dice Pedro es que Dios nos hizo renacer de nuevo “por la resurrección de Jesucristo de los muertos.” El significado de esta frase es que la regeneración y todas sus bendiciones son posibles por Jesucristo.
A) Se necesitó un precio.
Esta vida eterna no fue gratuita. Nosotros la recibimos por gracia, es cierto, pero alguien más tuvo que pagarla. Quien la pagó fue Jesucristo. La resurrección de Jesucristo “de entre los muertos” implica que Cristo estuvo muerto. Y Cristo murió porque tuvo que pagar por nuestros pecados. Un alto precio fue pagado por la salvación que se nos dio. El Hijo de Dios tuvo que entregar su vida para que nosotros tuviéramos una vida nueva.
Y esto es una exhortación para nosotros. Cuán fácil es quejarnos de Dios, cuando no nos da lo que queremos, o no vivimos lo que más deseáramos. Pero no nos damos cuenta que Dios tuvo que pagar un alto precio para salvaros: entregar a su Hijo a la muerte. Somos como el niño que se queja de su padre porque no le compra su dulce favorito, mientras que no se da cuenta que se Padre tiene que pagar mucho para sustentarlo. Por eso, debemos ver el gran amor de Dios hacia nosotros. Pagó un precio muy alto para salvarnos. ¡Alabemos a Dios!
B) Su vida nos da vida.
Ahora, otra que enfatiza el texto es que nuestra vida espiritual y eterna mana de la vida de Cristo. Así como Cristo venció la muerte y el pecado, así mismo nosotros tenemos y tendremos victoria sobre ambas cosas.
En medio de las aflicciones, una de las cosas más difíciles no son las aflicciones mismas, sino lidiar con nosotros mismos. La experiencia nos muestra que es imposible para nosotros. Sin embargo, tenemos a uno que resucitó y nos ha entregado una verdadera vida. Nosotros podemos vencer al pecado, y la vida espiritual florecerá más en nosotros, porque Cristo resucitó de entre los muertos.
III. Para una Esperanza Viva
Ahora, fuimos salvados para tener una esperanza vida. Es decir, para que esta esperanza habitara en nosotros. Y el texto claramente dice que esta esperanza es una esperanza viva. Veamos las razones por las cuáles esta esperanza es “viva”.
A) Una esperanza real.
Se dice que es viva porque esta esperanza es real, no es ficticia, ni inventos humanos. No es un simple sentimiento de que todo va a salir bien, ni falsas expectativas. Es muy muy real. Por eso el versículo 4 dice: “Y recibamos una herencia indestructible, incontaminada e inmarchitable. Tal herencia está reservada en el cielo para ustedes”.
Es una herencia eterna que Dios nos asegura, que no puede quebrantarse, ni morir. Es eterna. Y esta herencia está reserva para nosotros. Quizá en este momento no la vemos, pero Dios la tiene reservada para nosotros. Está allí, más allá de los cielos, donde Dios habita, y donde está Cristo sentado su diestra, esperando en algún momento, ser manifestada a nosotros. Es real y muy ciertisima.
B) Una esperanza eterna.
En segundo lugar, que sea viva significa que la esperanza es eterna. No puede perderse ni extraviarse. Si alguna persona que se llamaba cristiana, no se salva, no es porque perdió la esperanza, sino porque nunca fue poseedor de ella. Leamos el versículo 5: “(Para vosotros) que sois guardados por el poder de Dios mediante la fe, para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero.” (vs. 5).
Esta esperanza es eterna porque Dios se ha comprometido a cuidar a aquellos que tengan esta esperanza. Lo que esto quiere decir es que Dios está comprometido a proteger a todos sus hijos, para que en el día final, reciban la herencia que está reservada en el cielo.
C) Una esperanza con efectos.
Ahora, esta esperanza también es viva porque produce un efecto en nosotros. El versículo 5 dice que Dios nos protege mediante la fe. Es decir, esta esperanza obra la fe en nosotros. Es una esperanza viva, porque quienes la tenemos confiamos en que Dios está con nosotros, y nos guardará en todo momento. Estamos agradecidos a Dios, y confiamos en su gran amor por su pueblo. ¡Alabado sea Dios que nos ha dado una esperanza viva!
Conclusión
Así que, hermano, en medio de tus aflicciones, considera la bondad de Dios. Con esta nueva vida, Dios no sólo te protege en las tribulaciones, sino que te ha asegurado la vida eterna en Cristo Jesús. Así que, ¡Alaba a Dios con gozo y alegría!
© Francisco Hernández. Todos los derechos reservados.
El señor nuestro Dios bendiga tu vida de manera especial .