Bosquejos Biblicos
Bosquejos Bíblicos Predica de Hoy: Viviendo como hijos obedientes
Bosquejo Bíblico… Texto Biblico:1 Pedro 1:14-17
Introducción
Un hijo es una persona que está bajo autoridad. En su casa no se hace lo que él diga, ni él mismo puede mandarse en su propia vida. En tanto que sea niño, y viva en casa de sus padres, está bajo su autoridad. Y aun, cuando crecen, aunque la obediencia no es la misma, deben honra al Señor Dios.
Bueno, este pasaje dice que nosotros somos hijos de Dios, y que mientras nos conduzcamos en este mundo debemos vivir como hijos obedientes. Así como el hijo está sometido a sus padres, así mismo, nosotros debemos vivir sometidos al Padre celestial. Sólo que, a diferencia de los hijos, con nosotros no llegará un momento en que no le debamos completa obediencia a Dios.
Antes bien, toda nuestra vida debe ser como la de un hijo en casa de sus padres, en completa obediencia a ellos. Sin embargo, ¿cuántas veces estamos conscientes de esta verdad? Tendemos a ser desobedientes a Dios.
Así como un niño, somos tardos a escuchar, rebeldes para obedecer la voz de nuestro Padre, e incluso berrinchudos, pretendiendo hacer nuestra propia voluntad. ¿Quién no se ha encontrado en una situación en que haya desobedecido a Dios?
Por eso, este pasaje nos manda que nos comportemos como hijos obedientes delante de nuestro Padre. Y nos texto nos muestra tres maneras de ser obedientes:
- No conformándonos a los antiguos deseos.
- Siendo santos.
- Teniendo temor reverente.
Desarrollo
I. No conformándonos a los antiguos deseos (vers. 14).
A. Qué significa “no conformarse”.
El pasaje dice que, si queremos ser hijos, no debemos conformarnos a nuestros malos deseos. Conformarse a los malos deseos significa no dejar que estos deseos amolden nuestra vida, que cada parte de nosotros no sea transformada por los malos deseos pecaminosos que surgen en nuestro corazón.
Esto es como el hijo que va a un hogar, donde las costumbres y las reglas son diferentes a las de casa. Suele pasar que esos otros padres quieren inculcarles costumbres y reglas diferentes a las de sus padres. Lo que debe hacer ese niño, mientras que está allí, es no apegarse a esas otras reglas diferentes. Debe ser obediente a sus padres, no cediendo a órdenes que le hagan desobedecer a sus padres.
Bueno, de la misma manera sucede con nosotros como hijos de Dios. Estamos en un mundo que tiene deseos distintos a los de nuestro Padre. Y nuestro deber mientras que estemos aquí es mantenernos fieles a nuestro Padre, no cediendo o no conformándonos a esos malos deseos.
B. Esto hacíamos, cuando éramos ignorantes.
Ahora, el texto dice que eso era algo que hacíamos, cuando estábamos en nuestra ignorancia. Vivir en desobediencia es una demostración de ignorancia. Eso hacíamos porque no conocíamos a Dios, no sabíamos de su evangelio, nuestro pensamiento estaba endurecido, y estábamos completamente ciegos.
Pero ahora, nuestros ojos han sido abiertos, nuestro pensamiento ha recibido la luz, y conocemos claramente el evangelio de Jesucristo. Es más, antes éramos hijos de la ira, pero ahora somos hijos de Dios. Somos diferentes, y entendemos cosas que antes no entendíamos. Cosas que son vitales la vida eterna.
Por eso, ya no podemos seguir viviendo como si fuésemos ignorantes. El conocimiento sobre Dios y su gracia, debe hacer que vivamos obedeciendo al Padre.
II. Siendo santos (verss. 15-16)
A. Qué significa ser santos.
Ser santo significa todo lo contrario a lo que vimos anteriormente. Significa llevar una vida donde obedezcamos los mandamientos de Dios, donde prestemos atención a la Palabra de Dios. Significa una vida caracterizada por la sumisión completa al Señor Dios.
B. Ser santos porque Dios es santo.
El texto va más allá poniéndonos a Dios como ejemplo. Dice que debemos ser santos, porque Dios es santo.
¿En qué sentido debemos ser santos porque Dios es santo? ¿Dónde está nuestra semejanza con Dios? Bueno, cuando este texto dice que Dios es santo, se refiere a que está apartado del pecado, y no tiene ninguna comunión con el pecado. Así que, nosotros somos santos, cuando intentamos apartarnos del pecado. Debemos ser como Dios en su santidad.
Un hijo tiene la característica de que se parece a uno de sus padres. Sea en mayor o menor medida, los hijos se parecen a sus padres. En el color de piel, en el carácter, e incluso, en las costumbres o forma de hablar.
Es muy difícil de creer que un niño sea hijo de alguien con quien no tiene ningún tipo de parentesco. Ser hijos significa tener alguna similitud con los padres.
De la misma manera, si somos hijos de Dios, debemos parecernos a nuestro Padre celestial. Si Él es santo, también nosotros debemos serlo.
III. Teniendo temor reverente (vers. 17)
A. Qué significa vivir en temor.
La tercera cosa que el texto muestra para ser hijos obedientes es vivir en temor. Ahora, cuando el texto habla de “temor” aquí no se refiere a miedo, pánico, o a desconfianza. Ese puede ser uno de los significados. Pero temor también puede referirse al respeto, y a la honra que le tenemos a alguien.
Si decimos que un hijo tiene temor de su padre, no nos referimos a que sea desconfiado, o le tenga miedo al padre. Existen hijos temerosos de sus padres, que se acercan, y lo besan, y lo aman, y confían plenamente en él.
Cuando hablamos, que tienen temor de él, queremos decir que lo respetan, y lo honran, lo tratan con la dignidad y el honor que se merece.
De la misma manera, nosotros debemos temer a Dios en el sentido que debemos respetarlo. En ese sentido, es un temor reverente hacia Dios.
B. Porque invocamos al que juzga con imparcialidad.
Y el texto da una razón para eso. Dice que esto es lo que debemos hacer: “si invocáis por Padre a aquel que sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno” (vers. 17).
Esto quiere decir que el Dios en que creemos y al Padre que invocamos, el mismo Dios al que daremos cuenta. Dios es nuestro Padre y nuestro Juez. Y podemos pensar que porque somos hijos, Dios tendrá favoritismos con nosotros.
¿Quién alguna vez, no cometió alguna travesura, y pensó que se saldría con la suya, sólo porque ser “hijo”?
Bueno, con Dios no sucede así. Nuestro Padre es un juez imparcial. Y nos va a juzgar a cada uno por cada cosa que hagamos y no hagamos. Con Él no habrá favoritismos o parcialidad.
Por eso, es errado pensar que, porque somos hijos de Dios, y toda la salvación es por gracia, tenemos el derecho a pecar, “porque la salvación no se pierde”. ¡Eso es errado! Eso es pensar que Dios tiene algún favoritismo con nosotros por ser sus hijos. ¡Para nada! Dios nos juzgará con imparcialidad. Y debemos tener temor, porque de todo lo que hagamos o no hagamos, daremos cuentas al Padre.
El hijo que tiene temor de su padre obedece íntegramente, porque sabe que, si no, será castigado. No porque sepa que no lo ama, sino porque sabe que su padre es justo. Así mismo, debe ser con nosotros.
Conclusión
Así, mis amados hermanos, es la manera de conducirnos en este mundo como hijos obedientes. Tenemos la dicha de que ya no somos enemigos de Dios, sino que ahora, en Cristo Jesús, somos sus hijos. Por eso, mientras que estemos en este mundo, seamos hijos obedientes a nuestro Padre celestial.
© Francisco Hernández. Todos los derechos reservados.