Bosquejos Bíblicos
Bosquejos Bíblicos Prédica de Hoy: La conversión del corazón
Bosquejos Bíblicos Texto Bíblico: Lucas 5:27-32
Introducción
Seguir a Jesús es una decisión radical que transforma nuestra vida desde la raíz. No es solo cambiar costumbres o comportamientos, sino experimentar una conversión del corazón.
Dios no quiere solo un cambio externo, sino una transformación profunda, un corazón que late con amor por Él y que abandona todo lo que lo aleja de su presencia. La verdadera conversión no es parcial, ni a medias; es total y absoluta.
¿Qué nos impide entregarnos por completo a Dios? A veces, el miedo. Otras veces, el orgullo. Pero si algo es cierto, es que Dios no quiere nuestra condenación, sino nuestra redención. Hoy veremos cómo la conversión del corazón es el inicio de una vida nueva, una vida de comunión con Cristo.
I. Jesús nos llama a la conversión del corazón y al abandono total del pecado (Lucas 5:27-28)
a) Jesús ve lo que otros no ven
A los ojos del mundo, Leví era solo un cobrador de impuestos, alguien rechazado por su propia gente. Pero Jesús miró más allá de su pasado. Vio su disposición para el cambio, su anhelo por una vida diferente.
Cuando Cristo dijo “Sígueme”, no era solo una invitación a caminar con Él. Era un llamado a la transformación. Leví tenía que decidir: quedarse en la mesa de la opresión o levantarse hacia una nueva vida.
b) Seguir a Jesús implica una entrega real
La conversión del corazón no es solo un cambio de hábitos, sino una renovación del alma. No podemos seguir a Jesús mientras seguimos atados a lo que nos esclaviza. Leví entendió esto y lo dejó todo inmediatamente.
¿Nosotros estamos dispuestos a hacer lo mismo? A veces queremos seguir a Dios, pero sin soltar el pecado. Queremos caminar con Cristo, pero sin renunciar a nuestros ídolos personales.
Jesús nos llama hoy a dejar la mesa del pasado y caminar hacia Él.
c) La conversión del corazón es una decisión urgente
No podemos dudar ni darle espacio a la tentación. Si dejamos una puerta abierta, el pecado intentará regresar. (Ezequiel 18:30b).
La fe no es un estado de comodidad; es un compromiso. La conversión del corazón no sucede en la pasividad, sino en una decisión activa de entregarnos completamente a Dios.
d) Dios es justo, pero también misericordioso
Dios nos corrige porque nos ama, pero nunca rechaza a quien se acerca con un corazón sincero. Por más que hayamos fallado, su misericordia siempre nos espera (Isaías 55:7).
II. La misericordia de Dios es para los que se arrepienten y buscan una conversión del corazón (Lucas 5:29-32)
a) El arrepentimiento es el camino a la salvación
No basta con sentir culpa. Dios no quiere solo remordimiento, quiere transformación. El arrepentimiento genuino es acción. Conversión del corazón significa dejar atrás el pecado y abrazar la gracia de Dios.
Pedro lo explicó con claridad: “Arrepentíos y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados” (Hechos 2:38).
b) Jesús vino por los que reconocen su necesidad
Jesús no se sentó con los fariseos que creían ser justos. Se rodeó de pecadores que anhelaban un cambio. Su misión fue sanar corazones quebrantados y restaurar a los que reconocían su necesidad de Dios.
Nosotros debemos hacer lo mismo. Nadie se salva por sus méritos; nos salvamos por la gracia de Cristo.
c) La conversión del corazón nos hace hijos de Dios
Cuanto más dependemos de Dios, más fuerte es su gracia en nosotros. No podemos transformar nuestra vida por nuestra cuenta, pero en su amor, Él nos capacita.
Cuando el hijo pródigo regresó, el padre corrió a su encuentro (Lucas 15:11-32). Así es Dios con nosotros: no espera con condenación, sino con brazos abiertos.
Conclusión
Leví dejó su antigua vida para seguir a Jesús. Nosotros estamos llamados a hacer lo mismo.
La conversión del corazón es más que una decisión puntual; es un proceso de transformación diaria. No podemos permitir que el pecado siga ocupando un lugar en nuestra vida.
Dios no quiere nuestra condenación, sino nuestra renovación (Joel 2:13). Su misericordia es tan grande que consume nuestro pecado y nos ofrece un nuevo comienzo.
El arrepentimiento es nuestra parte, y Dios se encarga del resto. Pero no es un evento único, es una decisión diaria. Conversión del corazón significa vivir con la certeza de que Dios nunca abandona a quienes eligen acercarse a Él (Ezequiel 18:21).
No hay mayor alegría que saber que Cristo vino a salvarnos. No pospongamos nuestra entrega. Hoy es el día de recibir su perdón y permitir que su amor transforme nuestra vida. (Lucas 5:32).
© Francisco Hernández. Todos los derechos reservados.