Firmes en la fe | Bosquejos Bíblicos
Tema: ¿Quieres Crecer Espiritualmente? Descubre Cómo Mantenerte Firme en la Fe
Introducción
Es necesario estar firmes en la fe en nuestras creencias para tomar la decisión de fe con seriedad, y de esta forma estaremos mostrando al mundo que hemos crecido, que hemos alcanzado la madurez espiritual y que estamos avanzando hacia la estatura del varón perfecto: nuestro Señor Jesucristo.
Leamos la Escritura en Efesios 4:14-15:
“A fin de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación del cuerpo de Cristo, hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la estatura de la plenitud de Cristo; para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las artimañas del error, sino que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquél que es la cabeza, esto es, Cristo”.
Es claro que el Señor nos pide estar firmes en la fe, porque nuestra decisión de fe es algo serio: “Para que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de doctrina…” (Efesios 4:14). Al pedirnos estar firmes, el Señor nos está diciendo que debemos lograr el crecimiento espiritual, moldeando nuestro carácter para que fluyan desde nuestro interior los frutos del Espíritu, mostrando al mundo la vida nueva que Cristo ha puesto en nosotros.
I. La Decisión de Crecer en la Fe
Tal vez pienses que al recibir a Cristo naciste de nuevo y que con solo asistir a reuniones vas a alcanzar la madurez espiritual, pero esto no es así. Hay muchas personas que, a pesar de llevar años en la iglesia, siguen siendo bebés espirituales. Hebreos 5:12 lo dice claramente:
“Porque debiendo ser ya maestros, después de tanto tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuáles son los primeros rudimentos de la Palabra de Dios; y habéis llegado a ser tales que tenéis necesidad de leche, y no de alimento sólido”.
El crecimiento espiritual no sucede automáticamente con el tiempo, sino que debemos querer crecer. Para ser discípulos de Cristo, debemos tomar la decisión de serlo y esa decisión debe ser sincera. Filipenses 2:12-13 dice:
“Ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad”.
Aunque Dios pone su parte, también debemos poner la nuestra. Mantenernos firmes en la fe implica actuar, avanzar diariamente y dejar que Dios transforme nuestro carácter.
II. El Compromiso de Ser Como Cristo
Parecernos a Cristo es el resultado del compromiso que tomamos con Él. Romanos 6:13 nos exhorta:
“Sino presentaos vosotros mismos a Dios como vivos entre los muertos, y vuestros miembros a Dios como instrumentos de justicia”.
La madurez espiritual no es inalcanzable. Cualquier creyente puede alcanzarla desarrollando los hábitos necesarios, como la oración, el ayuno, la lectura de la Palabra y el servicio a Cristo bajo la guía de la iglesia.
Así como el crecimiento físico es gradual, el crecimiento espiritual también lo es. Dios entregó la tierra prometida a Josué y al pueblo de Israel, pero la estrategia era conquistarla poco a poco (Deuteronomio 7:22). De la misma manera, nuestra transformación a la imagen de Cristo lleva tiempo. Efesios 4:13 dice:
“Hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo”.
III. El Compromiso Con la Iglesia y los Hermanos
La madurez espiritual se refleja en el comportamiento, no solo en el conocimiento bíblico. Santiago 2:18 lo deja claro:
“Pero alguno dirá: Tú tienes fe, y yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin tus obras, y yo te mostraré mi fe por mis obras”.
Si tu fe no ha transformado tu carácter, significa que aún no has alcanzado la madurez espiritual. El conocimiento sin amor puede llevar al orgullo, como advierte 1 Corintios 8:1:
“El conocimiento envanece, pero el amor edifica”.
Además, el crecimiento espiritual requiere comunión con los hermanos. Hebreos 10:24-25 nos exhorta a congregarnos regularmente:
“Y consideremos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras; no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca”.
Si no tienes comunión con tus hermanos, debes preguntarte si realmente caminas en la luz. 1 Juan 1:7 dice que la relación con Cristo debe reflejarse en nuestra relación con los demás:
“Pues el que no ama a su hermano a quien ha visto, ¿cómo puede amar a Dios a quien no ha visto?” (1 Juan 4:20).
El Señor no pide un servicio ocasional, sino un compromiso total. Lucas 14:33 dice:
“Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo”.
Conclusión
Si has prestado atención a lo que el Señor te ha hablado en esta ocasión, comprenderás que la verdadera madurez espiritual se refleja en un corazón que alaba y adora a Dios constantemente. Esto nos lleva a usar nuestros dones y talentos para servir a los demás y compartir nuestra fe con quienes aún están en tinieblas. Santiago 1:22 nos exhorta:
“Pero sed hacedores de la palabra, y no solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos”.
Recuerda que tú eres un manantial, no un charco. El charco recibe agua y, al no tener salida, se estanca y se pudre. En cambio, el manantial fluye constantemente, llevando el agua de vida desde lo alto hasta los lugares más bajos. Mantente firme en la fe, creciendo en amor y compartiendo la verdad de Cristo para que otros puedan ser alcanzados y transformados por su gracia.
© Luis Alberto Coria. Todos los derechos reservados.