Nuestra Relación con el Mundo

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Nuestra Relación con el Mundo | Bosquejos Bíblicos

Introducción

Como creyentes, nuestra relación con el mundo es un tema crucial en la vida cristiana. Aunque vivimos en este mundo, la Biblia nos enseña que no pertenecemos a él. El llamado de Dios es a mantenernos apartados del sistema mundano que se opone a Sus principios.

Sin embargo, esta separación no implica aislamiento, sino vivir con una perspectiva diferente, reflejando la luz de Cristo en todo lo que hacemos. En este estudio, exploraremos cuál debe ser nuestra actitud hacia el mundo, los peligros que enfrentamos al relacionarnos de manera incorrecta y las consecuencias de alejarnos del camino de Dios.

I. La Relación Correcta con el Mundo

Dios nos ha llamado a vivir en este mundo sin adoptar sus valores ni costumbres. La relación con el mundo de un creyente debe caracterizarse por una clara separación del pecado y una búsqueda constante de las cosas celestiales. Veamos los principios fundamentales que deben guiar nuestra vida.

A) Escogidos y llamados fuera del mundo

Jesús dijo en Juan 15:18-19: “Si el mundo os aborrece, sabed que a mí me ha aborrecido antes que a vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo suyo; pero porque no sois del mundo, antes yo os elegí del mundo, por eso el mundo os aborrece.” Como creyentes, hemos sido escogidos por Dios para vivir de manera diferente, separados del sistema corrupto de este mundo.

B) Crucificados al mundo y el mundo a nosotros

Gálatas 6:14 declara: “Pero lejos esté de mí gloriarme, sino en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por quien el mundo me es crucificado a mí, y yo al mundo.” La cruz marca un punto de ruptura definitiva con los valores mundanos. El creyente que ha sido redimido por Cristo ya no encuentra satisfacción en lo que el mundo ofrece.

C) Separados del mundo

En Segunda de Corintios 6:14-18, el apóstol Pablo nos exhorta: “No os unáis en yugo desigual con los incrédulos; porque ¿qué compañerismo tiene la justicia con la injusticia? ¿Y qué comunión la luz con las tinieblas?” La separación del mundo implica evitar relaciones que comprometan nuestra fe, manteniendo una vida santa y consagrada a Dios.

D) Nuestra mira en las cosas de arriba

Colosenses 3:2 nos enseña: “Poned la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra.” Mantener nuestra atención en las realidades eternas nos ayuda a vivir con propósito y a no dejarnos seducir por las tentaciones temporales del mundo.

E) Transformados de este mundo

Romanos 12:2 nos advierte: “No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.” La verdadera transformación comienza en la mente. Solo al renovar nuestros pensamientos conforme a la Palabra de Dios podemos mantener una relación con el mundo sin contaminarnos por él.

Mantener una relación correcta con el mundo es esencial para nuestro crecimiento espiritual. Sin embargo, existen peligros que todo creyente debe evitar para no desviarse del camino de Dios.

II. Cuatro Pasos Peligrosos para el Creyente en su Relación con el Mundo

El alejamiento de Dios no ocurre de la noche a la mañana, sino a través de una serie de pasos sutiles que nos llevan a comprometer nuestra fe. Identificar estos peligros es clave para mantenernos firmes en nuestra separación del mundo.

A) Amistad con el mundo

Santiago 4:4 nos advierte: “¿No sabéis que la amistad del mundo es enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se constituye enemigo de Dios.” La amistad con el mundo comienza con un deleite en las cosas temporales y un deseo de lo que este ofrece. Este primer paso abre la puerta a un corazón dividido, donde el creyente comienza a justificar ciertos compromisos con el pecado.

B) Amar al mundo

Primera de Juan 2:15-17 nos exhorta: “No améis al mundo, ni las cosas que están en el mundo. Si alguno ama al mundo, el amor del Padre no está en él. Porque todo lo que hay en el mundo: los deseos de la carne, los deseos de los ojos, y la vanagloria de la vida, no proviene del Padre, sino del mundo.” Amar al mundo implica permitir que sus valores controlen nuestros deseos y decisiones. Los peligros específicos incluyen:

  • Hacer: Buscar el poder y la influencia, creyendo que el éxito mundano es lo más importante.
  • Tener: Anhelar la posesión de bienes materiales como fuente de seguridad y felicidad.
  • Ser: Desear la popularidad y el reconocimiento, buscando la aprobación de los demás en lugar de la de Dios.

C) Conformarse al mundo

Romanos 12:1-2 nos llama a no conformarnos a este siglo, sino a ser transformados mediante la renovación de nuestra mente. El conformismo es peligroso porque lleva al creyente a adoptar los valores y comportamientos del mundo, justificando lo que antes consideraba pecado. Este proceso suele comenzar con pequeños compromisos que, con el tiempo, endurecen el corazón y apagan la sensibilidad espiritual.

D) Ser juzgado con el mundo

Primera de Corintios 11:32 dice: “Mas siendo juzgados, somos castigados por el Señor, para que no seamos condenados con el mundo.” La historia de Lot en Génesis 13:10-13 y 19 ilustra este peligro. Lot, aunque justo, permitió que su corazón se inclinara hacia las riquezas y el estilo de vida de Sodoma.

Su decisión de vivir cerca de la ciudad pecaminosa tuvo consecuencias devastadoras para él y su familia. El creyente que se involucra demasiado con el mundo corre el riesgo de sufrir las mismas consecuencias que aquellos que rechazan a Dios.

El camino hacia la separación de Dios comienza con la amistad, continúa con el amor, se consolida con el conformismo y termina con el juicio. Por eso, es esencial comprender los resultados de una relación con el mundo mal enfocada.

III. Resultados de la Relación Equivocada con el Mundo


Cuando un creyente permite que su relación con el mundo gobierne su vida, las consecuencias son inevitables. La Biblia advierte claramente cuáles son los resultados de esta decisión:

A) Ahoga la Palabra de Dios

Mateo 13:22 explica: “El que fue sembrado entre espinos, éste es el que oye la palabra, pero el afán de este siglo y el engaño de las riquezas ahogan la palabra, y se hace infructuosa.” El afán por las cosas materiales y el deseo de éxito mundano sofocan la semilla de la Palabra, impidiendo que crezca y dé fruto.

B) Te causa alejarte de Dios

Segunda de Timoteo 4:10 nos da el ejemplo de Demas, quien abandonó a Pablo porque amó este mundo. Cuando el corazón del creyente se aferra a lo temporal, su comunión con Dios se debilita y su fe se enfría. La relación con el mundo reemplaza gradualmente su amor y devoción al Señor.

C) Causa que el Día del Señor te sorprenda

Lucas 21:34 advierte: “Mirad también por vosotros mismos, que vuestros corazones no se carguen de glotonería y embriaguez y de los afanes de esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día.” El apego al mundo puede hacer que el creyente viva distraído y desprevenido para la venida de Cristo. Mateo 24:38-39 añade que, así como en los días de Noé, muchos estarán ocupados en sus asuntos cotidianos sin darse cuenta del juicio que se aproxima.

D) Un Estilo de Vida Equivocado

Efesios 2:2 describe la condición de aquellos que siguen el sistema mundano: “En los cuales anduvisteis en otro tiempo, siguiendo la corriente de este mundo, conforme al príncipe de la potestad del aire, el espíritu que ahora opera en los hijos de desobediencia.” Adoptar los valores del mundo lleva a un estilo de vida que desagrada a Dios, caracterizado por la desobediencia y la autosuficiencia.

Conclusión

Nuestra relación con el mundo determina la dirección de nuestra vida espiritual. Como creyentes, somos llamados a vivir apartados del sistema de este mundo, manteniendo nuestra mirada en las cosas eternas. Sin embargo, los peligros de la amistad, el amor y el conformismo con el mundo son reales y pueden alejarnos de Dios.

No debemos olvidar las consecuencias de una relación equivocada: la Palabra de Dios se vuelve infructuosa, nuestra fe se enfría y corremos el riesgo de ser sorprendidos en el Día del Señor. Por eso, la Biblia nos exhorta a vivir como peregrinos y extranjeros en este mundo, esperando con gozo la venida de Cristo.

La pregunta final es: ¿A qué vas a dedicar tu vida? ¿Seguirás los valores temporales del mundo o elegirás vivir conforme a la voluntad de Dios, experimentando la verdadera paz y propósito que solo Él puede dar?

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