El amor divino

Samuel Cardozo

El amor divino

El amor divino

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El amor divino ilustrado por un amor humano | Bosquejos Bíblicos

Bosquejos Bíblicos Texto base: 2 Samuel 9:1-13

Introducción

Lo que hizo el rey David a favor de Mefiboset fue por amor a Jonatán. Su relación con David ilustra nuestra relación con Dios. Así como Dios nos perdona por amor a Jesús, aunque seamos inmerecedores, David mostró misericordia a alguien que, de acuerdo con las costumbres de la época, no tenía derecho a la vida ni al favor del rey.

Era costumbre eliminar toda descendencia del monarca vencido para evitar futuras revueltas, pero David, en lugar de actuar con venganza, decidió manifestar la gracia y la bondad de Dios. Su fidelidad a la memoria de Jonatán lo llevó a buscar y bendecir a la descendencia de su amigo, reflejando así el amor incondicional de Dios.

I. LA TRISTE CONDICIÓN DE MEFIBOSET

Mefiboset pertenecía a la casa de Saúl, un linaje que había manifestado odio y persecución contra el rey David. Como nieto de Saúl e hijo de Jonatán, estaba en la línea de sucesión del trono, pero su vida estaba marcada por el rechazo y el peligro.

A causa de una caída, quedó lisiado y no podía andar (2 Samuel 4:4).Esta discapacidad lo dejó en una condición de dependencia y debilidad. Así también, nosotros como seres humanos, a causa de la caída en el pecado, quedamos espiritualmente incapacitados, sin poder acercarnos a Dios por nuestros propios medios.

Pertenecía a una raza pecadora, enemiga de Dios.Romanos 3:23 nos recuerda: “Por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios”. Así como Mefiboset no tenía méritos propios para ser aceptado por el rey, tampoco nosotros podemos presentarnos ante Dios sin la mediación de Cristo.

Vivía lejos de Jerusalén, en Lodebar, el lugar del olvido. Lodebar significa “sin pasto”, un lugar árido, sin vida y sin esperanza. Representa el estado del pecador lejos de Dios, buscando satisfacción en cosas que nunca pueden llenar el vacío del alma. Muchos viven en Lodebar espiritualmente, tratando de olvidar a Dios y alejándose de su presencia.

II. LA RECEPCIÓN DE MEFIBOSET

A pesar de su triste condición, Mefiboset fue recibido con gracia y amor por el rey David. Su historia es un reflejo de nuestra redención en Cristo Jesús.

a. David lo llama por su nombre (vers. 6).

Esto muestra un interés personal. Jesús también nos llama por nuestro nombre, como lo hizo con Zaqueo (Lucas 19:5) y con María Magdalena (Juan 20:16). Dios nos conoce individualmente y nos busca para restaurarnos.

b. David le quita todo temor (vers. 7).

Mefiboset tenía razones para temer la ira del rey, pero David le aseguró que no tenía nada que temer. De la misma manera, Dios nos dice en Isaías 41:10: “No temas, porque yo estoy contigo”. En Cristo, el temor es reemplazado por la paz.

Le promete misericordia por amor a Jonatán. No es por nuestros méritos, sino por amor a Jesús que Dios nos extiende su misericordia y nos restaura.

Le devuelve todo lo que había perdido a causa de su padre.La gracia de Dios no solo nos salva, sino que también nos restaura. En Joel 2:25, Dios promete: “Os restituiré los años que comió la oruga”. En Cristo, lo que el pecado destruyó es restaurado.

c. Le da un asiento en la mesa del rey y lo trata como a un hijo (vers. 7).

Este es un poderoso símbolo de adopción y comunión. Así como Mefiboset fue adoptado como un hijo del rey, nosotros hemos sido hechos hijos de Dios mediante Jesucristo (Efesios 1:5).

III. LA NUEVA MORADA DE MEFIBOSET

Mefiboset experimentó un cambio radical en su vida al ser trasladado de Lodebar a Jerusalén.

De Lodebar (sin pasto) a la mesa del rey.Antes estaba en un lugar de escasez y miseria, pero ahora disfrutaba del banquete del rey. Así sucede con nosotros cuando pasamos de una vida sin propósito a una vida abundante en Cristo (Juan 10:10).

El Salmo 23:5 nos recuerda la provisión de Dios: “Aderezas mesa delante de mí”. Dios no solo nos salva, sino que también nos provee y nos sacia con su amor y gracia.

De un lugar de olvido a la ciudad de paz. Jerusalén significa “ciudad de paz”. Ahora Mefiboset tenía un hogar seguro. Nosotros, en Cristo, hallamos verdadera paz y seguridad.

Fue tratado como uno de los hijos del rey (v. 11).Esto nos recuerda nuestra adopción como hijos de Dios y coherederos con Cristo (Romanos 8:17).

IV. EL EXTRAORDINARIO GOZO DE MEFIBOSET

Mefiboset todavía era lisiado, pero esto no cambió la decisión del rey de bendecirlo y honrarlo.

Lisiado, sí, pero con un lugar en la mesa del rey. Nuestra debilidad no es impedimento para la gracia de Dios. Aunque aún llevamos las marcas del pecado, su amor nos cubre.

“No es la guerra de los valientes, ni de los fuertes la paz. Mas de los fieles en Cristo, es el eterno solaz.” No es por nuestra fuerza, sino por la fidelidad de Dios que hallamos descanso eterno.

Aunque nuestras fuerzas “cojeen”, nuestra justicia está firme en Cristo.No somos salvos por nuestras obras, sino por la justicia de Cristo imputada a nosotros (2 Corintios 5:21).

La mesa del rey es un refugio para los débiles. Así como Mefiboset encontró seguridad en la mesa de David, nosotros encontramos seguridad en la comunión con Dios.

En la fiesta evangélica nos gloriamos en nuestras flaquezas. Pablo nos enseña en 2 Corintios 12:9 que el poder de Dios se perfecciona en la debilidad. En la gracia de Dios encontramos nuestro mayor gozo.

Conclusión

Mefiboset es una imagen de cada uno de nosotros. Estábamos alejados, caídos y sin esperanza, pero Dios, por amor a Cristo, nos llamó, nos restauró y nos dio un lugar en su mesa.

Esta historia nos recuerda que no importa cuán lejos hayamos caído, la gracia de Dios siempre nos alcanza. ¡Somos hijos del Rey y tenemos un lugar asegurado en su presencia! Que esta verdad nos llene de gratitud y nos impulse a vivir en adoración y obediencia a nuestro Salvador.

© Samuel Cardozo. Todos los derechos reservados.

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Autor

Samuel Cardozo

Le sirvo al Señor y deseo serle fiel hasta el final predicando la palabra de Dios en todo momento.

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