Bosquejos Biblicos – Bosquejos para Predicar
Introducción:
Todos sabemos del gran poder de Dios. Todo lo que Él quiere lo hace, no hay nada imposible para Él. Sin embargo, hay ocasiones en que los hombres dejan de recibir manifestaciones milagrosas porque ellos mismos las impiden.
Enseñanza:
Lucas 4:16-30 nos habla de un pueblo que tenía el poder de Dios en medio suyo, Jesús se había criado allí y vino a traer palabra y unción a sus vecinos. Después de leer el rollo del profeta Isaías donde se hablaba de la unción puesta sobre Él, para traer bendición a los hombres, (y primeramente a ellos que eran los suyos), Jesús hace claridad (para que a nadie le quedara duda) de que el texto se refería a su persona. Pero aquellos individuos no miraron la grandeza de Dios sino la pequeñez humana, pues decían: ¿no es éste el hijo de José?. No podían creer que aquel, que creció como uno de ellos, pudiera ser usado por Dios para traer señales del cielo; lo cual Él mismo manifiesta en sus palabras (V.23-27), poniendo en evidencia los pensamientos de ellos, lo que resulto en un abierto rechazo a su persona y por ende al poder de Dios. Así que los milagros que podrían haber recibido les fueron dados a otros (ver el resto del capítulo) que comprendieron que quien obraba no era el hombre, sino Dios mismo a través del hombre.
Mateo 13:53-58 relata un segundo rechazo a Jesús en la misma ciudad. De nuevo aquellas personas se preguntan como es posible que aquel “hombre común” pueda tener sabiduría y hacer milagros. Y como concluyen que es imposible, entonces se avergüenzan (escandalizan) de Él, a lo que Jesús responde: “No hay profeta sin honra, sino en su propia tierra y en su casa” (esta frase se ha generalizado hasta hoy, y no es que sea una mención profética, sino que en todos los lugares cuando Dios levanta a un siervo, los que le conocían en su vida pasada y le conocen cotidianamente en su debilidad humana, dudan que pueda ser usado por Dios, así que no le dan honra como siervo). Cada vez que las personas bajan los ojos de la perfección, grandeza y poder divino y los ponen en la fragilidad humana, deshonran al Señor, su Palabra, su Poder y a sus siervos. A causa de esto, no reciben muchos milagros, es lo que dice la palabra (V.58) que aconteció en aquel lugar y lo que acontece en cualquier lugar y época, porque Dios es el mismo ayer, hoy y por los siglos.
En otro de los evangelios sinópticos, en Marcos 6:1-6 se narra este mismo suceso, allí cuando se menciona la frase dicha por Jesús se añade: y entre sus parientes lo cual ratifica lo dicho anteriormente, los más cercanos al siervo de Dios, están continuamente tentados a poner sus ojos en la debilidad humana y se les dificulta ver a Dios a través de su siervo. Inmediatamente después de la frase, (V.5,6) hay una expresión muy impactante, dice que NO PUDO HACER ALLÍ NINGÚN MILAGRO, salvo que sano a unos pocos enfermos. A los que conocemos al Señor y su poder nos suena contradicente el NO PUDO, pero podemos entender claramente que en el Reino de Dios todo en por FE, sin fe no es posible que Dios actúe, por lo cual se añade que Jesús estaba asombrado de la incredulidad de ellos. Por supuesto, como no asombrarse, si era la segunda vez que venía a ellos y entre sus vecinos eran bien conocidos los milagros que hacía por toda la región. Increíble, pero cierto, Jesús NO PUDO actuar porque ellos no creyeron en Él.
Conclusión:
La deshonra, incredulidad y menosprecio impiden los milagros. Y no estoy hablando de deshonrar a Dios directamente, o de no creer en Él o de menospreciarle a Él. En realidad lo revelado evidencia, que la deshonra al siervo de Dios; el no creer que Dios le ha escogido y que actuará a través de él para traer sus manifestaciones sobrenaturales; el menospreciarle como escogido, ungido y capacitado para la obra del ministerio que Dios le ha encomendado; es lo que impide la gloria de Dios sobre muchas vidas.
Toda congregación y vida, donde no se este manifestando el poder de Dios a través de muchos milagros, debe revisar y restaurar delante de Dios, su forma de honra, credibilidad y aprecio a los siervos del Señor.