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Una Vida sin Concesiones

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Bosquejos Bíblicos Predica de Hoy: Una Vida sin Concesiones

Bosquejo Bíblico Lectura Bíblica de Hoy: “…Y Daniel propuso en su corazón no contaminarse con la porción de la comida del rey, ni con el vino que él bebía…” (Daniel 1:8ª).

Introducción.

En el año 1981, se filmó la película Carros de Fuego. Este filme cuenta parte de la biografía de un campeón olímpico llamado Eric Henry Liddell. Liddell fue un atleta escocés que llegó a hacer Campeón Olímpico de los 400 metros lisos en los Juegos Olímpicos de París del 1924.

Según la versión de la película Carros de fuego, Liddell fue seleccionado para correr en los 100 metros lisos, su mejor prueba, y decidió no hacerlo al enterarse en el último momento de que las eliminatorias se celebrarían un domingo, y competir en domingo era algo que iba en contra de sus creencias religiosas, ya que él era cristiano evangélico de la iglesia reformada de Escocia.

Hoy diríamos que perdió la gran oportunidad de su vida, pues que de malo tiene que deje de asistir un domingo a la iglesia. Sonaba tonto y fuera de sentido común lo que hacía. De hecho, mucha gente de su época lo criticó fuertemente por esta decisión. Pero Liddell decidió que sus convicciones cristianas eran más importantes que la gloria olímpica. Lo dominaba una pasión inflexible de honrar a Dios con su vida.

Esa pasión de honrar a Dios hizo que, en 1925, Liddell se marchara a China como misionero tal y como habían hecho sus padres. Liddell sirvió como misionero el resto de su vida, primero en Tianjin y luego en Siaochang.

Creo que la experiencia de este gran hombre de Dios, que posteriormente prefirió morir en el campo misionero antes que abandonarlo, es el ejemplo fehaciente de creyentes que están dispuestos a no hacer concesiones cuando sus convicciones cristianas, su llamado de servicio y ministerio aprobado, están en juego.

Recordemos las palabras del apóstol Pablo cuando dijo: “Todo me es lícito [permitido, soy libre], pero no todo conviene; todo me es lícito [permitido, soy libre], pero no todo edifica… pero no dejaré que nada me domine.” (1 Corintios 10:23; 6:12 NVI).

A penas quiero compartir contigo tres principios de una vida sin concesiones.

1. Una vida sin concesiones: Mantiene con valentía los límites absolutos de Dios.

La Biblia narra la historia de cuatro jóvenes del linaje real de los príncipes israelitas, que tuvieron la oportunidad de ir a vivir al palacio del rey de babilonia, de ser alimentados con la comida y la bebida de la mesa del rey por tres años y además recibir instrucción en cuanto a la cultura y literatura de los caldeos. Estos muchachos debían tener entre catorce (14) y dieciocho (18) años de edad.

Siempre se destaca la valentía que tuvieron estos muchachos de mantenerse firme en sus convicciones religiosas. En particular sobresale Daniel, quien “se propuso en su corazón no contaminarse con la porción de la comida del rey, ni con el vino que él bebía,” (1:8; Proverbios 4:23). Daniel y los otros tres muchachos decidieron agradar a Dios al sujetarse a ley israelita que prohibía comer ciertos alimentos, porque los contaminaría en el sentido religioso y ofenderían a Dios.

La “moral de situación”, dice que el hecho de que un acto sea bueno o malo no lo determina una ley universal e inmutable (la ley moral), sino que se debe valorar en base a la situación personal (afectiva, anímica, histórica, incluso cultural, etc.) en que el individuo se encuentre.

Por ejemplo, seguro que ha oído estas expresiones:

  • “En tu situación, eso no es pecado”. Dios entiende que necesitas dinero y que cambiando las cifras lo puedes conseguir.
  • “Para ti, en este momento, eso está bien”. No hay otra salida, tienes que abortar.
  • “Teniendo en cuenta las circunstancias, tuviste que hacerlo”. Esa muchacha te estaba presionando demasiado, qué ibas hacer. El Señor conoce tus debilidades (José en Egipto).

Estos cuatro jóvenes tenían más que una excusa para disfrutar la vida en el palacio del rey. Lejos de su país, de sus padres, de sus mentores, de los sacerdotes, de su cultura y de su religión. Pero Daniel, Ananías, Misael y Azarías, decidieron ser fieles a Dios en la tierra de cautiverio. Ellos prefirieron honrar a Dios con sus vidas. No estuvieron dispuestos a hacer concesiones a sus convicciones.

Y esto se logra cuando valientemente y sin vergüenza, nos aferramos a la verdad de Dios. Estamos dispuestos a mantener la línea absoluta que Dios ha trazado desde la eternidad, entre lo malo y lo bueno, entre lo inmoral y lo moral, entre lo incorrecto y lo correcto, entre lo profano y lo santo, entre lo deshonesto y lo ético.

Esto se hace posible cuando estamos decididos a no avergonzarnos del Señor ni de su evangelio. (Experiencia en Cuba).

2. Una vida sin concesiones: Busca un estándar de vida fuera de lo normal.

Cuando vivimos al estilo de Dios, nuestras vidas se distinguen de la de los demás, porque la vida de Cristo se refleja en nuestras actitudes, carácter y conducta. Y eso llama la atención.

La decisión que tomó Daniel de no contaminarse con la comida del rey, lo llevó a experimentar una vida superior al modelo y estilo de vida de los sabios y magos de babilonia. Él escogió ser diferente, decidió por lo más elevado, por lo más noble y lo mejor.

Dios premió su decisión de no hacer concesiones al pecado ni a los estilos de vida de aquellos países paganos. Fue nombrado gobernador y jefe de los sabios de Babilonia (Daniel 2:46-47). Y esta nota en la historia es interesante: “A estos cuatro muchachos Dios les dio conocimiento e inteligencia en todas las letras y ciencias; y Daniel tuvo entendimiento en toda visión y sueños.” (Daniel 1:17).

Juan el Bautista fue un hombre que puso fin a los 400 años de silencio profético en Israel. Su vestimenta era única, su dieta alimenticia era exclusiva, traía un mensaje directamente de Dios. Juan se caracterizó por no hacer concesiones para ganarse el favor y el aplauso de la gente. Le dijo al rey Herodes: “No te es lícito tener la mujer de tu hermano.” (Marcos 6.18). Denunció la hipocresía de los fariseos y los saduceos que venían a bautizarse sin haberse arrepentido genuinamente. (Mateo 3:7,8).

Que Dios nos ayude a entender que la vida cristiana es un estilo de vida, un estándar de vida fuera de lo normal. Que no podemos vivir…actuar…hacer…hablar como todo el mundo lo hace. Dios nos ha plantado en este mundo para que hagamos la diferencia.

Si queremos vivir un estándar de vida cristiano fuera de lo acostumbrado y dejar atrás, todo lo que nos resta en nuestra experiencia con Dios, entonces no podemos comprometer nuestra fe, ni nuestras convicciones, ni hacer concesiones al mundo y al pecado. Seamos creyentes de una sola pieza.

3. Una vida sin concesiones: Disfruta la protección de Dios.

Es significativo como Dios respondió de inmediato a la decisión de Daniel. “Y puso Dios a Daniel en gracia y en buena voluntad con el jefe de los eunucos;” (Daniel 1:9).

Quiero significar que no fueron las virtudes de Daniel, ni su personalidad, ni su amabilidad, ni su facilidad de palabras las que hicieron que Daniel hallara favor y gracia con el jefe de los que servían en el palacio del rey. “Dios hizo que Aspenaz tuviera compasión y simpatía por Daniel.(Daniel 1:9 PDT).

Dios inclinó el corazón de este hombre pagano para que les diera protección a Daniel y a sus amigos, y les permitiera que se alimentarán de legumbres por 10 días. Dice el proverbio: “Cuando los caminos del hombre son agradables a Jehová, Aun a sus enemigos hace estar en paz con él.” (Proverbios 16:7).

Dios tenía planes y propósitos bien definidos con Daniel. Él no llegó al palacio del rey por casualidad. Dios estaba guiando a este joven hasta Babilonia, como guío a José hasta Egipto. Dios puso a Daniel en lugares de prominencia en dos imperios paganos.

Cuando comparo la vida de estos dos personajes bíblicos, encuentro un común denominador en José y Daniel: no estuvieron dispuestos a negociar sus creencias ni principios religiosos, no cedieron ante las circunstancias del momento, ni hicieron concesiones para ganarse el favor de los hombres. Se mantuvieron firmes en sus convicciones, y Dios los protegió y los premió. Es que Dios siempre va a honrar a los que le honran.

Perdemos la protección de Dios cuando preferimos quedar bien con todo el mundo, pero mientras nos mantengamos aferrados a la verdad de Dios, sin hacer concesiones, tendremos garantizada la protección de Dios. No es una protección terrenal. La biblia garantiza que “El ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen, y los defiende.” (Salmos 34:7).

Nos puede llegar el momento en que tendremos que decidir con quién preferimos quedar bien ¿con el jefe o con Dios? ¿Con el hermano o con Dios? ¿Con el negocio o con Dios? ¿Por quién te decidirás? No seamos de los que prefieren perder la protección de Dios, pero no el salario, no la posición laboral, no la carrera de estudio.

Muchas veces la presión a perder algo valioso o necesario en esta vida como lo es el dinero, el trabajo, relaciones humanas, nos lleva a ceder principios y valores cristianos que NUNCA serán negociables. ¡Cuidado! Corremos el riesgo entonces de perdernos las bodas del Cordero.

CONCLUSIONES

Hoy decimos con razón, que la vida es otra. Vivimos en otro tiempo y en otra cultura. Los tiempos y épocas han cambiado. La gente piensa diferente a nuestros ancestros. Son otras leyes, otro idioma, pero a pesar de esa realidad innegable, hay otra verdad incuestionable y es que Dios es el mismo.

Liddell decidió que sus convicciones cristianas eran más importantes que la gloria olímpica. Lo dominaba una pasión inflexible de honrar a Dios con su vida. Daniel se propuso en su corazón no contaminarse con la comida y bebida del rey, y perder estos privilegios del palacio por honrar a Dios. Ambas historias nos demuestran que…

  • Una vida sin concesiones: Mantiene con valentía los límites absolutos de Dios. No cede (1 Juan 2:15).
  • Una vida sin concesiones: Busca un estándar de vida fuera de lo normal. No se acomoda (Romanos 12:2).
  • Una vida sin concesiones: Disfruta la protección de Dios. Dios honra a los que le honran (1 Samuel 2:30).

Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego.” (Romanos 1:16).

© David N. Zamora. Todos los derechos reservados.

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