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La mision de la iglesia

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LA MISIÓN DE LA IGLESIA: EL ATALAYA Y EL BUEN SAMARITANO

TEXTO: EZEQUIEL 3:16-19

En los tiempos que vivimos hay una palabra que se vuelve muy atractiva para todos: NOVEDOSO, todos queremos tener lo más novedoso, lo más actualizado, tanto en la tecnología, como en conocimiento, en la música, en la moda, etc.

Y la palabra novedoso también se utiliza hoy en día la iglesia de Cristo, pues la iglesia está haciendo muchas cosas novedosas en la sociedad y en el mundo, vemos que se anuncian conciertos, noches de alabanza, programas televisivos, talk shows, programas de radio, videos en vivo por medio de redes sociales, y las iglesias con menos recursos económicos realizan tardes familiares, partidos de fútbol, concursos, domingo de disfraces, etc, etc.

No podemos negar que cada iglesia busca la manera de hacer las cosas más novedosas y atrayentes para las personas, pues queremos atraer a más familias a la iglesia, queremos que más personas se congreguen en la iglesia, y todo eso está muy bien, pero en medio de todo lo novedoso no podemos olvidar ni dejar de lado el VERDADERO PROPÓSITO DE LA IGLESIA EN EL MUNDO

Pero ¿cuál es ese propósito? Podemos resumirlo en dos palabras que ya mencionamos en el título de este mensaje: Ser como el Atalaya y ser como el buen samaritano.

Veamos el primero de ellos: EL ATALAYA

Los reyes de la antigüedad construían grandes murallas alrededor de sus dominios para protegerse de los ataques del enemigo, y esas murallas tenían torres altas en las cuales estaban los atalayas vigilando pues desde ese lugar podían ver muy lejos.

La obligación del atalaya era observar cuando el enemigo venia contra el reino y dar la señal de alarma para que todos ser prepararan, si el atalaya se dormía o se descuidaba y no avisaba del peligro tenía que pagar con su vida.

En el libro del profeta Ezequiel el Señor le da un mandato al profeta, pues él tenía que ser el atalaya para su pueblo, el tenía que cumplir tres funciones principales (verss. 17-18)

a) Oír la voz o la palabra de Dios

b) Amonestar en nombre de Dios ; La palabra amonestar significa: Advertir, prevenir, avisar a alguien de un error o falta antes de tomar una decisión negativa contra él.

c) Apercibir al pecador: La palabra apercibir significa: Hacer saber a una persona las sanciones a que está expuesta si persiste en un error o falta.

Es decir que hoy en día la labor de la iglesia en este mundo es:

a) Predicar la palabra de Dios a todas las personas que no han confesado a Cristo como su salvador, (1 Timoteo 2:3-5). Que por medio de la palabra de Dios puedan comprender su condición de pecado, su estado de condenación actual y eterna, y mostrarle el plan de salvación por medio de Jesucristo.

Y que las personas puedan comprender completamente las consecuencias eternas que rechazar la salvación traerá sobre sus vidas. (Juan 3:19)

b) Amonestar al creyente por medio de la palabra de Dios para que cambie su estilo de vida antes de recibr la disciplina de Dios (2 Timoteo 4:1-2) es decir que todo creyente tiene que comprender que la amonestación no viene del pastor, o del predicador, sino de Dios, exceptuando en aquellas iglesias donde el pastor erróneamente usa el púlpito para atacar de forma personal a las personas de la congregación.

El creyente pude dos actitudes o tiene dos opciones al recibir la palabra de Dios:

Suavizar su corazón a la palabra de Dios (2 Reyes 22:18-19) lo cual es lo tenemos que hacer para traer restauración y bendición a nuestra vida.

Endurecer su corazón y tomar una actitud soberbia (Proverbios 29:1) lo cual es una actitud necia debido a las consecuencias que traerá a nuestra vida como hijos de Dios que somos, pues nos exponemos a la disciplina de nuestro Dios (Hebreos 12:6)

Veamos ahora la segunda: SER COMO EL BUEN SAMARITANO (LUCAS 10:29-37)

El texto nos dice que al Señor contó la parábola del buen samaritano para contestar la pregunta de: ¿Quién es mi prójimo? Y la enseñanza principal de esta preciosa parábola es que no debemos preguntar quién es mi prójimo sino que nosotros debemos ser es decir comportarnos como los prójimos da alguien quien quera que este sea. (verss. 36-37)

No debemos tener indiferencia como los religiosos representados por el levita y el sacerdote, tenemos que ser como el Samaritano:

Que no tuvo prejuicios para ayudar a ese judío que estaba muriendo en el camino pues vendo sus heridas y les puso aceite y vino.

Que no escatimo esfuerzos, pues lo cargo en su cabalgadura y cuido de el en el mesón

Que no escatimo en lo material pues pago para que lo cuidaran y aun se haría cargo de la cuenta total de su recuperación.

El Señor le dejo a su iglesia más que un reto, una misión: ve y haz tu lo mismo!!

Hoy en día muchos creyentes que caminaban por el camino de Dios cayeron en las manos de satanás, del ladrón, se apartaron del camino, se alejaron de la iglesia, y sus vidas están maltratadas, sus corazones están heridos como ese judío de la parábola.

¿Cómo podemos poner en práctica esa misión o ese propósito de restauración que la iglesia tiene en este mundo? (Gálatas 6:1-2)

Tenemos que ser llenos del Espíritu Santo (vs 1) solamente siendo llenos del Espíritu Santo tenemos la capacidad de amar, de buscar al perdido y al necesitado, solamente así podemos ver a las personas como nuestro Dios las ve.

Tenemos que restaurarlos con espíritu de mansedumbre (vers. 1b). El problema es que muchas veces buscamos al hermano que se ha apartado con espíritu de juez, con espíritu de policía y no de mansedumbre ni de amor, el Señor no nos ha llamado a juzgar pues no somos jueces, el Señor nos ha concedido el ministerio de la reconciliación (2 Corintios 5:18-20)

Tenemos que poner en práctica la ley de Cristo (Gálatas 6:2 / Juan 15:12). Comprendamos muy bien lo que esto significa: No debemos amar porque esa persona nos haya amado, tenemos que amarla como Cristo nos ha amado.

© Oscar Alberto Flores

3 comentarios en «La mision de la iglesia»

  1. gracias pastor por su don de dar lo que Dios te da. Es importante como siervos compartir lo que nos da el Señor a través de su Espíritu Santo. El señor te bendiga.

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