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Bosquejos para Predicar – Testificar

Bosquejos para Predicar

Bosquejos para Predicar: Testificar

Bosquejo Bíblico Texto: Hechos 17:16-34

Introducción:

Pablo fue el apóstol encargado de testificar a los gentiles. Es decir a los pueblos allende las fronteras del pueblo judío en los primeros tiempos del cristianismo. Si bien su característica como misionero era transmitir la palabra de Dios a personas no creyentes también estaban aquellos que sí creían en “algo”.

Entre esas personas estaban los hombres de Atenas, los cuales en esos tiempos eran hombres dedicados (o al menos enterados) de filosofías como la de los Epicúreos (defensores del hedonismo) y Estoicos (la teología panteísta). Ante esta situación es que Pablo se siente inmensamente motivado a testificar la palabra de Dios mediante las enseñanzas de Jesucristo.

En este bosquejo para predicar se quiere hacer una analogía del ejemplo de este discípulo de Jesús y nuestro ministerio como hijos de Dios, tomando en cuenta que en estos tiempos también nos encontramos en la situación en la que el mundo se rinde a la razón y sus seguidores, estas personas no hacen más que ignorar o burlarse del hecho de que muy por encima de todas esas representaciones que profesan, existió, existe y existirá un Dios supremo que a través de Jesucristo y el espíritu santo nos invita a seguirle.

Desarrollo:

I. Testificar a los que “no creen”

a. Uno bien podría pensar que es más sencillo hacer entender a alguien que ignora que a quien ya tiene un criterio al respecto de un asunto en particular.

  • i. Sodoma y Gomorra estaba atestada de impíos, aquellos que tenían impiedad en hacer el mal. Fue imposible convencer a éstos de que se arrepintiesen y por ellos estos pueblos terminaron en cenizas.

b. Así pues, nuestra testificación hacia aquellos que no creen debe plantear el arrepentimiento de sus pecados y consiguientemente la fe en Jesús.

  • i. Los apóstoles testificaban que enseñanza de que el arrepentimiento de pecados era el paso previo al renacimiento espiritual en la fe en Jesucristo y en el poder del espíritu santo por la imposición de manos.
  • ii. ¿Cómo poder creer en Jesús si uno no está arrepentido entonces?

II. Testificar a los que ya creen en “algo”

a. ¿Qué creen?: Sobre todo en la razón, la cual tiene una regla básica: conceptualizar, cuestionarlos, deducir y sacar conclusiones.

  • i. Aunque la ciencia y la inteligencia no necesariamente van en contra de la fe (la puede complementar en ciertos casos) existe algo que es el culto a la razón.

b. El dios de la razón. Existe el pensamiento extremo que sostiene que la razón es el principio, el proceso y el final de todo. Algo así como una especie de Dios intocable el cual descarta todo aquello que se relacione con creencias, convicciones, vivencias, hechos no verificables.

  • i. Sacar propias conclusiones: “Para mi Dios es…”; “Yo creo que Dios se equivoca al hacer esto…” “Jesucristo nunca existió. Es una leyenda urbana de los viejos tiempos…”
  • ii. Se debe dudar de todo: “Si no me demuestras lo que crees, no es cierto”; “No creo en Dios porque nadie puede corroborar su existencia”; “Si hay un Dios, ¿Por qué hay tanta maldad en el mundo?”; “Quién sabe si existe vida después de la muerte…”.
  • iii. No hay verdad absoluta: “Todo es relativo…”; “La vida es un misterio”; “¿Cuál será mi destino?”; “Vivir es un constante sufrimiento…”; “Nadie sabe a dónde va.”.

c. La fe es puro palabrerío. En tanto la base fundamental del seguimiento a Dios es la convicción de creer en él aunque no lo vemos (pero lo sentimos y vivimos en él), para aquellos creyentes de lo opuesto la fe viene a ser una noción sin sustento porque se basa en historias, cuentos, leyendas, inventos, todos abstractos, difíciles de comprobar.

  • i. El amor no se toca ni se ve pero está presente en todos nosotros y por ello lo sentimos, sin embargo, ellos prefieren decir que este sentimiento no es más que una serie de estímulos cerebrales y cambios corporales que pueden ser incluso medibles en tiempo e intensidad.
  • ii. La fe no es perceptible a los sentidos pero el cambio que produce en aquellos que la confiesan y viven es más que notable. No obstante, para aquellos que no creen en la fe, ésta es un anhelo sentimental que así como comienza, también desaparece.

d. La razón y sus semidioses: Están aquellas personas que desacreditan la fe en Dios y Cristo y promueven la idea de la razón como regla única y exclusiva para la vida.

  • i. Muchas personalidades ateas u opuestas a la fe cristiana (revisar historia del ateísmo para dar cuenta de esto).
  • ii. Otros semidioses: Están también las figuras públicas como artistas (muchos de ellos se creen a sí mismos como creadores), políticos, reyes o cualquier personalidad famosa de las cuales muchas personas se consideran fieles devotos.

III. Testificar a los que creen “de todo un poco”

Al testificar podemos encontrarnos con aquellos que creen una cosa y otra, y con ellas hacen un tumulto de creencias que bien podrían caer en contradicciones.

a. Eclécticos: Personas que toman de aquí y de allá para concebir una propia concepción sobre lo que es Dios, la vida el hombre.

  • i. “Yo creo en tal cosa y la combino con esta otra cosa y a mi manera interpreto el mundo”
  • ii. Estas personas no se dan cuenta sus “mezclas” de creencias pueden resultar altamente contradictorios una de la otra.

b. Tierras movedizas: Creer en la adivinación, horóscopos, la magia “blanca”, las cartas, los hechizos, el “dejavu” y considerarse al mismo tiempo simpatizante de Jesús resulta una aberración enorme.

c. Y más supuestos dioses: la veneración a animales, plantas, montañas, fenómenos naturales, los cuales son creación divina del padre celestial, sí, pero todos ellos son y dependen del padre.

IV. Testificar involucra rechazo y aceptación

a. Rechazo: Una vez que Pablo puntualizó a los atenienses la resurrección de los muertos en alusión a Jesucristo, muchos de ellos criticaron sus palabras y se alejaron de él. De hecho, por lo que relata el libro de los Hechos, desde que Pablo comenzó a hablar en Atenas, epicúreos y estoicos no paraban de disputarse con él.

b. Aceptación: “Mas algunos creyeron…” (Hechos 17:34). Así es como concluye este pasaje de la estancia de Pablo en Atenas. Así también, el corazón de muchas personas son perceptibles a la palabra de Dios y pueden aceptar en su corazón lo que se testifica.

Conclusión:

El apóstol Pablo asumió su ministerio de apóstol llevando el evangelio a muchos pueblos. Llegó a ciudades importantes de la época como Atenas, la ciudad más importante del pueblo griego. En ella halló personas idólatras y con muchas ideas para refutar su mensaje de gracia. Muchos de ellos discutieron, se mofaron e ignoraron a Pablo, pero otras aceptaron el mensaje de gracia.

En estos tiempos también tenemos nosotros el llamado a testificar nuestra fe y hacerla conocer a todos (aunque no todos nos escuchen). Podemos también llegar a vivir una experiencia similar a Pablo, en la que la sociedad está más entretenida en adorar dioses de toda índole, entre ellos, el dios de la razón, por sus postulados, interpretados de manera extrema y vanagloriosa, se cuestiona todo y se pone en tela de juicio la veracidad de la palabra de Dios, haciendo de él un ser mentiroso.

También podemos toparnos con los que no creen nada y sin embargo no son capaces de escuchar porque estar demasiado aturdidos en sus pecados. Por último podemos encontrar a personas que viven en dos mundos, creen y no creen. Creen en una cosa y en otra y con ello aumentan más la confusión para sus almas. De cualquier modo, la palabra de salvación debe ser transmitida, porque siempre habrá corazones sedientos de la sabiduría de Dios.

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