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Jesús libera de yugos

Bosquejos para Predicar | Mensajes Cristianos

Texto bíblico: Lucas 13:10-17

Jesús vino a dar libertad a los cautivos, dice Lucas capítulo 4 versículo 18. Dentro de su ministerio, Él sanó, liberó, desató y trajo vida a muchos que padecían ataduras crónicas que ningún ser humano había podido solucionar. Yugos como esos existen aún hoy. Yugos que ni la medicina, ni la psicología ni ninguna otra ciencia puede curar y que aquejan a muchas personas por años.

Solo Jesús tiene un poder ilimitado para restaurar, y él está dispuesto a poner ese poder al servicio de la humanidad. Vamos a ver en estos estudios bíblicos la historia de una mujer que recibió liberación de su propio yugo por parte de las manos de Jesús.

I. La condición de esta mujer. Lucas 13:11

A. Tenía un espíritu de enfermedad.

B. Había estado cautiva durante dieciocho años.

C. Andaba encorvada.

El pasaje hace mención de una particularidad: esta mujer andaba encorvada. Podríamos imaginarnos que la columna vertebral de esta mujer se encontraba doblada, deteriorada y esto por años. Cuenta el relato que “en ninguna manera se podía enderezar”.

Una enfermedad de dieciocho años es una situación crítica para cualquier persona ya que implica afectación económica, frustración, complejos, temores, y un sinnúmero de situaciones negativas adicionales. Valga recordar que para aquel tiempo, la mujer no contaba con las oportunidades con las que cuenta hoy en día. Prácticamente una mujer se podía dar por bien servida si se casaba y engendraba hijos. Caso contrario, sus opciones eran mínimas. Incluso la prostitución se veía como un oficio a optar en caso de no contar con fortuna.

¿Qué posibilidades tendría esta mujer con esta enfermedad? ¿Qué tipo de esfuerzos haría para poder reunir dinero y tratar de encontrar algo de ayuda? Era una situación bastante crítica.

D. Fue al lugar apropiado.

Los versículos 10 y 11 cuentan que Jesús estaba en una sinagoga “y había allí una mujer”. Esta mujer estaba en una reunión cristiana, si lo contextualizamos a términos de hoy. Había ido a un lugar donde se compartía la palabra de Dios ¡y se encontró nada más y nada menos que frente a frente con el Hijo de Dios!

II. La intervención divina. Lucas 13:12-13.

A. Jesús la vio.

No es que Jesús dio un golpe de vista y por casualidad se fijó en esta mujer con este extraño problema. Jesús ve la condición de quien sufre y se conmueve. Él no es ajeno e indiferente a nuestros problemas.

B. Jesús le habló.

El mensaje de Jesús siempre es de esperanza y liberación.

C. Jesús la tocó.

Cuando Jesús toca la vida de alguien, ¡siempre se produce un milagro!

D. Jesús explica esta particular situación. Lucas 13:16.

1. El diablo tiene poder para atar y atormentar

Si bien el relato no cuenta el origen de esta atadura, sí cuenta que Jesús la atribuyó a Satanás. Por consiguiente podemos afirmar que el diablo puede atar a una persona.

2. Dios tiene más poder para desatar y liberar.

Por más que el mismo Satanás ate a alguien, Dios tiene siempre más poder y puede desatar a todos sus cautivos.

Conclusión

Una vez más en nuestros estudios bíblicos hemos visto una historia en la que Jesús trae libertad, sanidad y esperanza.

Volvamos a los zapatos de esta mujer: 18 años, enferma, mínimas opciones de trabajo, frustración, dolor, complejos, probablemente ruina económica… ¡Cuántas cargas sobre una misma persona! A lo mejor las personas que la conocían y vivían en su mismo barrio siempre la evitaban o la ignoraban. Quizás esta mujer, en medio de su crítica situación golpeaba puertas para emplearse en algo, son cosas que pudieron pasar. ¡Pero Jesús no la ignoró! Sus ojos se pusieron sobre esta mujer, luego su voz la llama, y sus manos la hacen libre de cadenas del mismo infierno.

Jesús tiene poder para liberar de yugos de maldad. Dice su palabra: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar”. Mateo 11: 28.

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