No dejando de congregarnos

c. Al asistir a la iglesia, observaremos diversos dones en los hermanos (Romanos 12:5-9). Sin embargo, el apóstol Pablo nos advierte que si no tenemos amor, nada sirve.

Es por esto que la congregación no será una verdadera iglesia si no se practica el amor entre los hermanos. Alguno profetizará, otro sanará las dolencias del cuerpo, pero no se avanzará en el camino si no hay amor.

d. No podremos crecer espiritualmente si no nos entregamos a los demás con verdadero amor. Si lo que buscamos en la iglesia es sobresalirnos, entonces, no tenemos verdadero amor.

El amor es humilde, es paciente, no se enfada, no busca el mal (1 Corintios 13:4-8). Así debemos ser con los hermanos, y entonces estaremos encaminados hacia el encuentro profundo con la palabra de Dios que reforma nuestras vidas (Hebreos 4:12).

Conclusión

Los cristianos debemos imitar a Cristo (Efesios 5:1). Y Cristo nos mostró con Su ejemplo que para hablar con su Padre, asistía frecuentemente a los lugares de oración, ya sea la sinagoga o el Templo.

Del mismo modo tenemos que hacer nosotros, asistiendo a la iglesia para entrar en comunión con Dios, y nuestros hermanos en la fe (Hechos 2:42; 1 Corintios 1:9).

Que vayamos a la iglesia no es algo accesorio a nuestra vida espiritual. Al hacerlo, encontraremos allí el gozo que nos fortalecerá para la lucha diaria contra las tentaciones (Efesios 6:12). Y encontraremos también el tiempo para el arrepentimiento, pidiendo con humildad perdón al Dios de la misericordia.

La fuerza para nuestra vida espiritual debe brotar de la consciencia de que somos un solo cuerpo, y Cristo es nuestra cabeza (Colosenses 1:15-18).

Como un cuerpo con muchos miembros, tenemos que poner nuestros dones al servicio de los hermanos, y permanecer unidos a la cabeza que es Jesús. Así creceremos unidos hasta llegar al Reino, donde será el culto eterno al Dios Todopoderoso.

© José R. Hernandez. Todos los derechos reservados.

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