La vid verdadera

Primer ejemplo que podemos resaltar es el discípulo Judas. Judas decidió entregar a Jesús por 30 monedas de plata, lo encontramos en (Mateo 26:15). Ahora bien, él tuvo dos caminos por elegir, uno fue la oportunidad de caminar con Dios, de dar fruto como lo hicieron los otros discípulos y arrepentirse si había avaricia en su corazón y entregarle su corazón por completo a Jesús.

Y el otro camino fue lo que se ve en la Biblia, vendió su corazón a la avaricia, entregando a su maestro, a su Dios, traicionándolo vilmente. Pero ahora, ¿ cuál fue su final? Fue un final trágico, él buscó su muerte ahorcándose, porque era el discípulo que traiciono a Jesús.

Esta enseñanza nos muestra que es una mala decisión andar sin Jesús, recuerden que no solo por palabras, sino por los frutos nos conocerán por pregonar su palabra, pero sobre todo por vivirla.

En Juan 15, la palabra exhorta diciendo que sí no permanecemos en Dios, en sus palabras será echado fuera como pámpano y se secará; y los echarán en el fuego y arderán. Es una palabra dura pero realista. Así como Dios nos bendice, así quiere todo de nosotros.

II. La vid verdadera – Guardando sus mandamientos

Si guardamos los mandamientos permaneceremos en amor; así como Jesús guardó los mandamientos del Padre y él permanece en su amor.  Uno de los mandamientos que en Juan 15 describe es que os améis unos a otros, como yo os he amado.

Este es uno de los mandamientos con mayor complejidad. ¿Por qué digo esto? Lo digo porque cuando hablamos de amor, siempre lo relacionamos con las personas más cercanas e importantes de la vida. Pero no es un amor superficial o un amor filial, es un amor que trasciende las fronteras el cual permite realizar acciones de sacrificio, entrega, pasión por nuestro Dios.

Sí reconocemos que Él es la vid verdadera y nosotros somos sus pámpanos, no podemos alejarnos de Él. Él es nuestro sustento como lo es el aire que respiramos, el agua que bebemos.

He escuchado que varias personas expresan que los caminos de Dios son difíciles, pero cuando se logra entender que la vid verdadera es Dios, que Él es nuestro sustento para vivir en la tierra, todo de nosotros empieza a cambiar, y empieza un renovar en nuestra forma de pensar, logrando agradar a Dios como hijos de él.

Conclusión

Es hermoso saber todas las premisas que están escritas en la palabra de Dios. En el texto principal resaltó las palabras que dice (“yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer”) amen.

Que hermosa palabra dada por los labios de Jesús. Él en nosotros y nosotros en Él, un privilegio que solo por amor, bondad, misericordia nos entregó nuestro Dios. Un principio básico en nuestras vidas.

Este es el momento de entender que sin Dios no somos nada, que nos dio un regalo de vida en el cual podemos compartir en familia, amigos, miembros de iglesias llevando fruto a nuestro padre.

© José R. Hernández. Todos los derechos reservados.

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