Crecer, transformación necesaria

II. ¿Cómo crecer en Cristo?

“Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto; porque separados de mí nada podéis hacer”  Juan 15:5

Todo lo que se cuida crece. Esto quiere decir que el crecimiento en Cristo no ocurre mágicamente. Somos responsables de cuidarlo, confiando en su nombre y siguiendo la verdad.

Para crecer en Cristo, debemos permanecer en su camino. Nosotros tomamos la decisión, pues Dios nos da la libertad para hacerlo. El mérito es suyo, que nos permite ese crecimiento.

Crecer en Cristo es un camino hermoso. Comenzamos a ver el mundo con otros ojos y a conocer nuestra fe. Pero debemos ser constantes y disciplinados, pues lo que se queda quieto, muere.

Imaginemos qué adoptamos una planta. Ésta requiere de cierta cantidad de sol y agua para crecer. Tiene necesidades específicas y sí nos olvidamos de ella, se marchita, porque no puede cuidarse sola. El Evangelio en nosotros es como esa planta, debemos hacerla crecer con los recursos que Dios nos da.

III. Crecer implica transformación

“No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea buena la voluntad de Dios, agradable y perfecta” Romanos 12:2

La palabra “transformación” proviene del latín y etimológicamente significa “cambiar de forma”.

Al momento de crecer, necesitamos tener una transformación profunda. De nada sirve pensar que caminamos con Jesús, sí seguimos siendo iguales al mundo.

Es una decisión tomada y hacernos cargo de ella es reconocer que no volveremos al pasado nunca más. ¡Para bendición nuestra! Pues las cosas nuevas que Dios hace, son mucho mejores que las carnales.

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