Crecer, transformación necesaria

IV. Crecer: transformación dolorosa

“Hacer morir, pues, lo terrenal en vosotros: fornicación, impureza, pasiones desordenadas, malos deseos y avaricia, que es idolatría” Colosenses 3:5

Para crecer y transformarse es necesario soltar lo terrenal. Todo lo que nos aleja de Dios son como espinas que impiden nuestro crecimiento y nos atan a este mundo. Soltarlas no es una acción fácil. El pecado busca la manera de anclarse profundamente sí nos descuidamos.

Debemos estar muy conscientes para que Jesús haga la transformación en nosotros. Sí queremos crecer pero no soltar el pecado, resulta impossible.

Aunque ésta transformación sea dolorosa, es necesaria. Trae consigo la vida eterna que Jehová quiere para nosotros. Nos da descanso y permite que podamos fluir de la mano con Jesús.

“Mas el que bebiere del agua que yo le daré, no tendrá sed jamás; sino que el agua que yo le daré será en él una fuente de agua que salte para vida eterna” Juan 4:14

Conclusión

Seguir el camino de Jesús implica crecer. Cada día sentirlo más cerca, buscar con más pasión su verdad y compartirla para que otros también disfruten de su amor.

Esto ocurre gracias a la gran transformación que Jehová hace en nuestras vidas. Sí lo pedimos con corazón humilde y dispuestos a seguir su palabra, él nos hace de nuevo. Debemos estar agradecidos con ese perdón y la mejor manera de hacerlo en honrando al padre con nuestra vida que ha hecho nueva.

Cuando Dios nos transforma, puede ser doloroso. Por ello debemos desarraigar el pecado y confiar en que su plan es mucho mejor para nuestras vidas. Su amor es incomparable y eterno. Así que crecer es un ejercicio de cada día, nunca se detiene. En esa gracia estamos más cerca de su amor y de su gloria.

© Julio Torres. Todos los derechos reservados.

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