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Los desviados

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Bosquejos Bíblicos Predica de Hoy: ¿Cómo traer a los que se han desviado?

Bosquejo Bíblico.. Texto de la predicación: Mateo 18:5-14

Introducción

Carlos era un hombre cristiano de 25 años, y tenía un tiempo ya en el cristianismo. Pero desde hace algunos años, Carlos había empezado a tener muchos problemas en su vida espiritual. Empezó a afanarse por las cosas de este mundo, y eso llevó a que dejara de congregarse. Su vida devocional, la oración y meditación de la Escritura eran cosas que pertenecían al pasado, ya había olvidado lo que significaba dedicar un tiempo a solas a Dios.

Como consecuencia, Carlos comenzó a tener problemas en su matrimonio, su participación era poca en las cosas de la Iglesia. Carlos se estaba alejando de Dios. Y los cristianos de su congregación fueron la causa de que él terminara de apartarse de Dios. Ellos no supieron cómo tratar la desviación de Carlos.

Unos empezaron a quejarse y hablar mal de él a escondidas; Otros decidieron que era mejor para ellos alejarse de una persona desviada; algunos fueron tan indiferentes que ni siquiera se habían percatado que Carlos tenía varias semanas sin asistir. Carlos sintió el rechazo de la congregación, perdió completamente el ánimo, y se apartó completamente del cristianismo.

Este relato de Carlos es una demostración de cómo nuestra actitud hacia la desviación de un hermano puede tener inmensas consecuencias en su vida espiritual. Cuando nos volvemos orgullosos y rechazamos al hermano desviado, hay una gran posibilidad de que se aleje completamente de Dios. Lo que hacemos o lo que dejamos de hacer puede hacer que un hermano perdido tropiece y termine de rechazar el evangelio.

En esta historia, los discípulos que vieron la transfiguración no supieron tratar con los hermanos que no habían podido sacar el demonio. En vez de consolarlos, animarlos, y fortalecerlos, se pusieron a discutir quién era el mejor entre ellos.

Pero Jesús les dio una gran lección, cuando dijo: “Y cualquiera que reciba en mi nombre a un niño como éste, a mí me recibe.” (vers. 6). Cada creyente tiene un valor para Dios. Jesús dice que somos sus pequeñitos, y que por tanto, debemos recibirnos a otros.

Jesús nos muestra el gran valor que tenemos para Dios.

Proposición: Ya que nuestros hermanos son los pequeñitos de Dios, debemos recibirlos:

1. Porque Dios es celoso con ellos
2. Porque Dios rescata al desviado

Desarrollo

I. Porque Dios es celoso con ellos

A. Una prohibición.

El Señor comienza dando una advertencia en contra de los tropiezos. Nos prohíbe que hagamos a caer a los hermanos. En el contexto, esto significa que debemos evitar empeorar la condición espiritual de algún hermano por nuestro pecado.

Los discípulos que vieron la transfiguración despreciaron a los que no habían podido sacar un demonio. Y nosotros también tenemos formas de ser tropiezo para otros.

Una vez conocí a un ministro que cometía muchos errores y pecados en su ministerio. Y algunos hermanos de la congregación en vez de ser una ayuda para que mejorara en su servicio, sus quejas hicieron la vida de este hombre imposible. Eso engendró que el pastor quisiera abandonar el ministerio, en vez de mejorar en Él.

B. Una advertencia

Pero el Señor quiere que tengamos temor. Dios nos muestra que tiene un amor celoso por suyos. Por eso dice.

Y cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se le colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le hundiese en lo profundo del mar” (vers. 6).

Una piedra de molino de burro era un instrumento antiguo que se usaba para moler el trigo, y hacer la harina para el pan. El molino era de la siguiente manera: Había una piedra grande en forma de plato donde se echaba el trigo. Encima se ponía una piedra grande y pesada que cuando se movía molía el trigo. Esa es la piedra a la que se refiere Jesús. Pero era tan pesada que ningún hombre podía cargarla.

La piedra llegaba a pesar una tonelada o más. Y por eso, esta piedra era amarrada a un burro, de manera que cuando el burro caminara alrededor del plato, la piedra se moviera y moliera el trigo. La piedra era tan pesada que tenía que a usarse un animal de carga para moverla.

Por lo que amarrarse una de estas piedras en el cuello y echarse a las profundidades del mar es una muerte segura, dolorosa y terrible. Amarrarte esto en el cuello y echarte al mar puede hacer que mueras ahorcado, que el peso de la roca te estrangule la tráquea, e incluso si se dan las condiciones apropiadas te puede quitar la cabeza.

Y suponiendo que quedes vivo y ninguna de estas cosas sucedan, aún así morirías, pues el peso de la roca va a impedir que puedas nadar y te hundas sin poder salir a la superficie.

Y si intentaras desamarrar la cuerda para salvarte, no podrías, pues el peso de la roca tensaría tanto la cuerda que sería imposible quitártela del cuello. Morirías de manera segura y dolorosa.

Ahora, esta es una forma de describir el castigo que les espera a los que hagan tropezar a los hijos de Dios. Lo angustioso de esta muerte no se compara con la angustia que sentirán los que hacen tropezar a amados de Dios.

C. Evitando ser de tropiezo.

Por supuesto, bajo esta premisa todos estaríamos condenados. ¿Quién no ha hecho daño a un hermano, aun inconscientemente? Para despejar dudas, Jesús dice que es imposible que no vengan tropiezos. Eso significa “es necesario que vengan tropiezos”, es decir, estos vendrán, y tendrán un propósito. Nunca faltarán.

Pero el punto de Jesús es que tenemos que evitar ser de tropiezo a otros.

Los versículos 8-9 dicen:

Si tu mano o tu pie te hace pecar, córtatelo y arrójalo. Más te vale entrar en la vida manco o cojo que ser arrojado al fuego eterno con tus dos manos y tus dos pies. 9 Y si tu ojo te hace pecar, sácatelo y arrójalo. Más te vale entrar tuerto en la vida que con dos ojos ser arrojado al fuego del infierno.

Lo que Dios te pide es cortes y arrojes de ti toda actitud o acción que haga tropezar a tu hermano. Orgullo, soberbia, menosprecio, obstinación, odio, indiferencia, calumnias, quejas, rencor, etc.

II. Porque Dios rescata al desviado (verss. 12-14).

A. Dios ama a la oveja perdida.

…¿Qué os parece? Si un hombre tiene cien ovejas, y se descarría una de ellas, ¿no deja las noventa y nueve y va por los montes a buscar la que se había descarriado? 13 Y si acontece que la encuentra, de cierto os digo que se regocija más por aquélla, que por las noventa y nueve que no se descarriaron. 14 Así, no es la voluntad de vuestro Padre que está en los cielos, que se pierda uno de estos pequeños..

El Señor ama a la oveja perdida. Esta oveja que se perdió era tan valiosa para el pastor que dejó a las noventa y nueve solas para buscarla. Y no es que las otras noventa y nueve no le importen, sino que la oveja que se ha perdido tiene un especial valor para Dios.

En segundo lugar, Dios ama tanto a esta oveja que se esfuerza en rescatarla. El texto dice: “¿no deja las noventa y nueve y va por los montes a buscar la que se había descarriado?” Es como si él quisiera decir que el pastor subió y bajó las colinas, revisó entre todos los arbustos, gritó y la llamó por su nombre, camino de aquí para allá para buscar a la oveja que se había perdido. Él buscó a su oveja extraviada. Dios ama a estos pequeñitos que se han desviado. Dios ama a la oveja perdida.

¿Por qué Jesús le dijo esto a los discípulos?

Y en el contexto esto es muy importante, pues los discípulos hicieron completamente lo contrario a lo que esta parábola dice. Cuando los discípulos que estaban en la transfiguración, bajaron y vieron a sus hermanos desobedecer al no sacar un demonio de un muchacho, y siendo llamados por Jesús: “hombres de poca fe,” tuvieron una actitud de soberbia, y provocaron una discusión con ellos acerca de quién era el mayor.

Menospreciaron a estos discípulos por su desviación. Pero Jesús los exhorta diciéndoles que no deben menospreciar a estos pequeñitos, sino que deben ayudar al hermano débil de fe a crecer, al perdido a volver, y al caído a levantarse. Les muestra que deben amar a estos pequeñitos que se habían desviado e ir a buscarlos. Porque esto es lo que Jesús había hecho por cada uno de ellos.

B. Dios la ama tanto que entregó a su Hijo.

Y Dios ama tanto a esa oveja perdida que ha entregado a su Hijo Jesús para rescatarla. Los judíos despreciaban a los que se habían desviado de entre el pueblo. Pero “el Hijo del Hombre ha venido para salvar lo que se había perdido” (vers. 11).

Jesús vino a rescatarnos, cuando tú y yo estábamos perdidos. Él abandonó toda su gloria, bajó a la tierra, y dio su vida por nosotros. Él vino al lugar donde estábamos perdidos, y nos ha rescatado de nuestra miserable condición. ¡Tan grande es su amor!

Así debemos tratar a los hermanos que se desvían.

Conclusión

Por tanto, amemos como Dios ha amado a estas personas. Sólo con esto amor, podremos rescatarlos y ayudarlos en su condición.

© Ricardo Hernández. Todos los derechos reservados.

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