“…Había un hombre rico, que se vestía de púrpura y de lino fino, y hacía cada día banquete con esplendidez. 20 Había también un mendigo llamado Lázaro, que estaba echado a la puerta de aquél, lleno de llagas, 21 y ansiaba saciarse de las migajas que caían de la mesa del rico; y aun los perros venían y le lamían las llagas…” Lucas 16:19-21
El mundo que nos rodea está tan materializado que resulta casi imposible tener una perspectiva espiritual de la vida.
El relato nos ilustra de que TODOS los días este hombre hacia banquetes, pero su estado espiritual no le permitía VER a aquel que también estaba TODOS los días debajo de su mesa.
Muchas veces nosotros nos enfrascamos en que Dios abra los cielos y derrame de la abundancia a nuestras manos, sin ver lo que Dios nos dio.
En Hechos 3:5-6 Pedro entendió cuál ha sido la riqueza que Dios le había otorgado, no fijándose en el oro ni la plata, dio lo que realmente el cojo necesitaba, ser liberado del mal de toda su vida, dando voces de júbilo se olvidó del dinero.
¿Estamos identificados con el rico?, verdaderamente el Señor nos otorgó riquezas (espirituales) en nuestras manos, pero así también puso en nuestro camino al Lázaro espiritual que necesita lo que Dios nos ha dado.
¿Viste al Lázaro que tienes a tu lado?