La gota que rebosa la copa

Antonio J. Fernández

Updated on:

Dios no te mira como eres, sino como seras - Bosquejos

La gota que rebosa la copa

0
(0)

Devocionales Cristianos.. Reflexiones Cristianas

Debajo de la pila de agua de un fregadero, había una copa totalmente embarrada de merengue. De ella caía una gota de agua sistemáticamente cada ciertos y cortos intervalos de tiempo. La familia se había ausentado de la casa por varios días y las hormigas aprovechaban para disfrutar del manjar de merengue al pie de la copa.

Por tres días consecutivos estas hormigas no tuvieron preocupación de comida, sino de calcular cuál sería la última gota que rebosara la copa. Ellas sabían que en un momento dado, de la parte superior vendría un diluvio que pronto pondría fin a ese potencial alimenticio del que disfrutaban por varios días.

Por otra parte, podían perder la vida cuando el torrente de agua desramada, las arrastrasen y se fueran por el desagüe del fregadero. Para evitarlo, de cuando en cuando un pequeño grupo de ellas subía para ver el nivel del agua y regresaba con la noticia de que todavía estaban en tiempo de festín.

Así, las hormigas, estuvieron día tras día comiendo, y al mismo tiempo alertas del peligro que se avecinaba y del que estaban totalmente avisadas. Todo marchaba a pedir de boca y ellas fueron cuidadosas de no dormirse para no ser sorprendidas, porque en ello, les iba la vida. Por fin, el momento llegó. Un grupo de hormigas bajaba muy alarmada del borde de la copa.-Tres gotas quedan -decían con asombro –Con sólo tres gotas más se derrama el agua.

Un notable grupo de hormigas sensatamente emprendió la retirada y se salió del fregadero; pero otro más pequeño continuó comiendo sin hacer caso. Y otro más pequeño aun, quedó dormido al pie de la copa debido a la borrachera dejada por el exceso de merengue. El primer grupo, el que fue sensato, obediente y vigilante escapó y salvó la vida. Mientras que aquel que fue desobediente, desapercibido y borracho, allí mismo encontró la muerte.

El cuento parece gracioso y simple: Unas hormiguitas obedientes ganaron la vida, al tiempo que otras que no fueron así, la perdieron. Pero mi querido lector, también nosotros estamos siendo advertidos por los profetas, y muchos obedecemos y otros no.

Hay un anuncio de vida o muerte que se nos ha transmitido, de generación en generación, a través de la Palabra de Dios: He aquí, yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona. Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo. Apocalipsis 3:11-12.

Ahora bien, ¿está usted entre los obedientes, sensatos y vigilantes que retendrán la corona, o está en el otro bando? Créame que aun está a tiempo; pero no tarde tanto a que caiga la gota que rebose la copa.

Debajo de la pila de agua de un fregadero, había una copa totalmente embarrada de merengue. De ella caía una gota de agua sistemáticamente cada ciertos y cortos intervalos de tiempo. La familia se había ausentado de la casa por varios días y las hormigas aprovechaban para disfrutar del manjar de merengue al pie de la copa.

Por tres días consecutivos estas hormigas no tuvieron preocupación de comida, sino de calcular cuál sería la última gota que rebosara la copa. Ellas sabían que en un momento dado, de la parte superior vendría un diluvio que pronto pondría fin a ese potencial alimenticio del que disfrutaban por varios días.

Por otra parte, podían perder la vida cuando el torrente de agua desramada, las arrastrasen y se fueran por el desagüe del fregadero. Para evitarlo, de cuando en cuando un pequeño grupo de ellas subía para ver el nivel del agua y regresaba con la noticia de que todavía estaban en tiempo de festín.

Así, las hormigas, estuvieron día tras día comiendo, y al mismo tiempo alertas del peligro que se avecinaba y del que estaban totalmente avisadas. Todo marchaba a pedir de boca y ellas fueron cuidadosas de no dormirse para no ser sorprendidas, porque en ello, les iba la vida.

Por fin, el momento llegó. Un grupo de hormigas bajaba muy alarmada del borde de la copa.-Tres gotas quedan -decían con asombro –Con sólo tres gotas más se derrama el agua.

Un notable grupo de hormigas sensatamente emprendió la retirada y se salió del fregadero; pero otro más pequeño continuó comiendo sin hacer caso. Y otro más pequeño aun, quedó dormido al pie de la copa debido a la borrachera dejada por el exceso de merengue.

El primer grupo, el que fue sensato, obediente y vigilante escapó y salvó la vida. Mientras que aquel que fue desobediente, desapercibido y borracho, allí mismo encontró la muerte.

El cuento parece gracioso y simple: Unas hormiguitas obedientes ganaron la vida, al tiempo que otras que no fueron así, la perdieron. Pero mi querido lector, también nosotros estamos siendo advertidos por los profetas, y muchos obedecemos y otros no.

Hay un anuncio de vida o muerte que se nos ha transmitido, de generación en generación, a través de la Palabra de Dios: “He aquí, yo vengo pronto; retén lo que tienes, para que ninguno tome tu corona. Al que venciere, yo lo haré columna en el templo de mi Dios, y nunca más saldrá de allí; y escribiré sobre él el nombre de mi Dios, y el nombre de la ciudad de mi Dios, la nueva Jerusalén, la cual desciende del cielo, de mi Dios, y mi nombre nuevo.Apocalipsis 3:11-12

Ahora bien, ¿está usted entre los obedientes, sensatos y vigilantes que retendrán la corona, o está en el otro bando? Créame que aun está a tiempo; pero no tarde tanto a que caiga la gota que rebose la copa.

© Antonio Fernández. todos los derechos reservados.

¿Qué tan útil fue esta publicación?

¡Haz clic en una estrella para calificarla!

Antonio J. Fernández
Autor

Antonio J. Fernández

Mi nombre es Antonio Fernandez, soy profesor universitario de matemática, y hace más de 20 años que sirvo al Señor. Mi esposa y yo asumimos el compromiso de serle fiel cada día de nuestras vidas, y de predicar Su palabra para cumplir con la misión que Él nos entrego.

Deja un comentario