Devocionales Cristianos
Una billetera de cuero estaba detrás de aquella vitrina, se veía con un precio, ademas tenia una cinta la cual era para poder llamar la atención a los compradores. Nadie podía saber que los espacios que esa billetera tenía eran más amplios y podían cargar más billetes y tarjetas y papeles olvidados.
Aquella billetera se veía muy bonita y pasó mucho tiempo antes que alguien realmente pusiera interés en ella y cuando llegó su nuevo dueño y pago el precio, ahora esa billetera podía cumplir su función, cada vez que el dueño la utilizaba, la billetera se sentía tan bien en ser admirada por otras personas.
Esta billetera, comenzó a sentirse muy importante por el hecho que los demás la miraban cada vez que se iba a realizar un pago.
La billetera se fue con el tiempo ensoberbeciendo y veía a otras más sencillas billeteras inferiores a ella, ya que su actual dueño la limpiaba, le ponía brillo al cuero y la lavaba y ponía a secar al ser necesario.
Llegó el día menos esperado en que su dueño la dejó olvidada en una silla del parque central y ella quedó a la deriva, y alguien la tomó y ella se sintió de nuevo contenta que alguien de nuevo le apreciara, pero su sorpresa fue que dicha persona sacó lo que había en su interior de valor para él y luego la lanzó por el aire y cayó cerca del basurero municipal.
Aquella billetera flamante y de cuero comenzó a sentir los fétidos olores a flor de cuero brotar y empezó a entender lo que no había entendido desde que su dueño la compró, y es que lo que andaba dentro de ella era lo más importante y siempre había sido así.
Ahora que se encontraba extraviada a nadie le importaría de la misma manera, porque nadie había pagado su precio en la tienda, aquellos fétidos olores y humedad, comenzaron a humedecer su bello cuero y comenzar a dañar sus fuertes suturas que traía.
Aquel lindo cuero comenzó su proceso de putrefacción antes de tiempo, y todo por haber quedado olvidada y nadie alertó a su dueño de donde podría encontrarse a pesar que dentro estaba la información del dueño.
La billetera se sentía muy mal, pues había quedado muchas veces olvidada en lugares de mucha cultura y su dueño la había recibido de nuevo en dichos lugares.
Pero este lugar donde quedó, eso fue lo que menos del dueño importó, pero lo de adentro calmó los males del día y jamás a su dueño regresó.
Esta moraleja nos lleva a entender que lo valioso que alguien puede tener en verdad no se logra ver, solo es valorado por el principal dueño de la vida, quien ha pagado un precio y desea que no perdamos el enfoque para qué hemos sido adquiridos, y es para beneficio, para poder cargar, para transportar lo que en verdad bendice a otros.
Mientras nos mantengamos haciendo la función que se nos ha asignado sirviendo a otros, entonces no caeremos en la trampa de pensar que nosotros somos el foco de la atención de los demás.
Recuerda que al verte en una fotografía al que más le interesa esa foto es al dueño de la misma, a los demás les puede interesar ver el momento de la foto, a otros los detalles, a otros los colores, a otros los ángulos, a otros el pixelaje y a otros la o las personas o causa de la fotografía. Unos la valorarán tanto que aparecerán en sus álbumes o en sus memorias electrónicas y para otros ni siquiera algo para recordar.
“…en quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados según las riquezas de su gracia, 8 que hizo sobreabundar para con nosotros en toda sabiduría e inteligencia…” (Efesios 1:7-8).
Jesus te compró con su sangre, sírvele solo a Él y te aseguro que te llevará a través del tiempo y de victoria en Victoria. Lo qué hay dentro de ti, tú esencia es lo que bendice a Dios y a los demás. Tu vida es especial al hacer algo por los demás, pues eso es evidencia de tu presencia en la tierra de los vivientes.
© Dr Mauricio Loredo. Todos los derechos reservados.
