Devocionales Cristianos
Mateo, un hombre emprendedor de mucho poder adquisitivo, con tanto dinero que poseía, tuvo la idea de ir a vivir en un lugar apartado de las personas, solo tenía un pequeño problema, tenía mala relaciones sociales, nadie podía soportar estar cerca de él por su lenguaje vulgar y soez.
Comenzó a querer construir una casa de campo en aquel lugar aislados, lleno de una linda flora, plantas ornamentales y el olor a las plantas que despedían un aroma inconfundible a medicina natural .
Mateo quería hacer valer siempre su “status” y siempre decía, yo no me junto con los “de abajo”. Esa frase era muy conocida en esa zona.
Cuando comenzó a comprar los materiales en aquella ferretería, se encontró que no había personas de “abajo” que le construyesen su casa que ya la tenía en un diseño en papel.
Mateo al verse sin nadie que le ayudase, salió a buscar de casa en casa, a la persona que le ayudaría con el cuidado de los materiales, albañiles y ayudantes dirigida la obra por un arquitecto.
Su visita de casa en casa con los de “abajo” o sea del nivel inferior como él les solía llamar, había sido completamente fallida. Nadie quería construirle a este hombre rico, pero ¿por qué?
Bueno, días atrás se había reunido en cabildo abierto la gente y dijeron: no ayudaremos a este hombre rico a construir nada, que importe las personas si quiere que le trabajen pero nosotros no haremos ninguna obra para él, pues vamos a enseñarle que los de “abajo” sostienen a los de “arriba”. Sin pies no se para nada al menos que con pies artificiales o muletas.
Todos en esa reunión se pusieron de acuerdo que por ninguna paga lo harían previa a la intervención de Hilario.
En ese momento el presidente del patronato habló así:
Buenas tardes mis queridos vecinos, conocidos, compañeros, amigos, sean todos bienvenidos, el motivo de esta convocatoria es para tocar algunos puntos en agenda así como ya lo dijeron mi antecesor que me ha dado la palabra.
Don Mateo, un señor que en la comarca es un hombre grosero con nuestra gente vamos a enseñarle que los de “abajo” como él nos llama, son demasiado necesarios para los de “arriba” sin esos primeros, no existen los segundos, a menos que estos de “arriba “ también se transformen en los de abajo que él manifiesta.