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Cuando pierdes a Cristo

Reflexiones Cristianas

Reflexiones Cristianas.. Lectura Biblica: Lucas 2:41-52

INTRODUCCIÓN

Suena muy drástico eso de perder a Cristo, pero perder a Cristo podría pasarle a cualquiera; todos estamos expuestos a ese gran peligro. De hecho, le pasó precisamente a sus padres; las personas que más le conocían, quienes más le amaban, ellos que le cuidaron mejor que nadie y quienes más cerca de Él vivieron. Y en ese caso ¿dónde quedamos nosotros, humildes seguidores de Cristo que estamos en un mucho mayor riesgo de perderlo?

Seguro María y José nos pueden orientar cuando sin darnos cuenta empezamos a perdernos y a alejarnos de Cristo. ¿Qué hicieron ellos? ¿Cuándo se dieron cuenta de que habían perdido a Cristo? ¿Cómo lograron encontrarlo?

¿SE PUEDE PERDER A CRISTO?

Bueno, en realidad, eso depende de la perspectiva porque podemos perder a Cristo y perdernos de Cristo. Pero al final, el efecto es exactamente el mismo: alejarnos de Él. Podemos, incluso, perder a Cristo a pesar continuar en su seguimiento. Y eso pasa cuando la rutina y las telarañas del aburrimiento empolvan nuestra oración, oxidan nuestra generosidad y enturbian nuestras intenciones.

María y José iban tranquilos en la caravana; confiados, como siempre, en que Cristo iba con ellos; “todos los de la comunidad son buenas personas, todos vamos hacia el mismo lugar, seguro que Cristo viene con nosotros”, habrán pensado.

Y eso le puede pasar al cristiano, que trata de ser bueno y hace oración, pero gradualmente, por la secuencia de hábitos, la oración se vuelve una costumbre, ya no toca el corazón, ya no sube como suave incienso (Salmos 141: 2).

La intención de la generosidad ya no es tan pura ni tan desinteresada… Y Cristo se va alejando de nosotros, casi sin darnos cuenta. Hasta que, como María y José, en un momento de análisis, en un momento de introspección mirando hacia dentro del alma, nos damos cuenta de que ya no logramos comunicarnos con Cristo. Nuestra oración está oxidada; en ese momento, descubrimos que nos falta Cristo.

La angustia se apodera de sus padres, por supuesto. Habían perdido a su Hijo, algo andaba tremendamente mal; les había sucedido lo peor que le podría suceder a una madre y María se siente desconsolada, triste, con una angustia y un vacío imposible.

Nada existe, ni camino tortuoso, ni hambre, ni dificultades, ni caminar a contra corriente… Con los ojos llenos de lágrimas, vuelve sobre sus pasos y con la voz cascada por los gritos, sigue preguntando por Cristo.

El cristiano tiene que asegurarse de que lleva a Cristo consigo y si descubre que ya ha ido perdiendo el brillo del primer amor, la convicción de su conversión, el entusiasmo de su entrega y empieza a sentir la ausencia de Cristo en su vida… tiene que desandar sus pasos y buscar a Cristo, sin que nada más le importe.

Tres días angustiosos pasaron sus padres alejados de Jesús… Ellos sólo tenían una cosa en la mente y en su búsqueda frenética, desandando sus pasos, terminaron llegando al templo. No era necesarios pasar tanta angustia. Jesús no entiende por qué se angustiaron, era muy obvio dónde podrían encontrarle.

Jesús apenas tenía 12 años, un niño pequeño y sabio y nos da una lección como a aquellos doctores y sabios. A nosotros que nos sentimos maduros y siempre cerca de Él. “Si algún día no me encuentras en tu alma, ven al templo de mi Padre. Aquí voy a estar, no te angusties, no busques en cualquier parte”.

María y José le reclaman a Jesús porque eran sus padres y quizás el cristiano piense que tiene derecho a reclamar a Cristo… Pero Él, con tranquilidad y amor, simplemente nos enseña con una pregunta como a los doctores: Cuando te sientas alejado de mí y oxidado en tu oración ¿Sabes cuándo me puedes encontrar? Cuando te ocupes de las cosas de mi Padre.

© Miguel Angel Prado. Todos los derechos reservados.

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1 comentario en «Cuando pierdes a Cristo»

  1. ES AGRADABLE ENCONTRAR UNA REFLEXIÓN COMO ESTÁ, RETROCEDER PARA ENCONTRAR A JESÚS AVECES ES NECESARIO, DICE LA PALABRA: ACUERDATE POR TANTO DE DONDE HAS CAÍDO Y ARREPIENTETE, Y VUELVE A HACER LAS PRIMERAS OBRAS,
    EXCELENTE

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