La disciplina de Dios es Prueba de Su Amor | Devocionales Cristianos
Lectura bíblica: “No menosprecies, hijo mío, el castigo de Jehová, ni te fatigues de su corrección; porque Jehová al que ama castiga, como el padre al hijo a quien quiere.” Proverbios 3:11-12
Reflexión:
La disciplina de Dios no siempre es fácil de recibir… pero siempre es una muestra de Su amor. Vivimos en tiempos donde se rechaza toda forma de corrección. La cultura moderna nos ha enseñado que cualquier límite o advertencia es una ofensa personal. Pero Dios, que es Padre y no dictador, nos disciplina para formarnos, no para castigarnos.
Y eso cambia todo.
Cuando sentimos que Dios está tocando áreas sensibles de nuestra vida —relaciones, actitudes, decisiones—, no lo hace por crueldad. La disciplina de Dios es una invitación al crecimiento. Es Su forma de decir: “Todavía te estoy moldeando… no he terminado contigo.”
A veces esa disciplina duele. Nos quita lo que pensábamos que necesitábamos. Nos cierra puertas que queríamos abrir. Nos llama al silencio cuando queremos hablar. Pero si miras bien, detrás de cada corrección está Su amor inquebrantable.
Él no corrige por enojo. Corrige porque ve lo que nosotros no vemos. Y si hoy estás pasando por una etapa donde te sientes confrontado por Dios, no huyas. Escucha. Acepta. Aprende.
¿Por qué debemos abrazar la disciplina de Dios?
Porque es una señal de que Dios aún está obrando en nosotros. Un padre que ama no permite que su hijo camine hacia el peligro sin advertirle. De la misma forma, la disciplina de Dios nos protege, nos corrige, y nos lleva por caminos seguros.
Además, la Biblia nos asegura en Hebreos 12:11 que “ninguna disciplina al presente parece ser causa de gozo, sino de tristeza; pero después da fruto apacible de justicia.”
Es decir, el resultado de aceptar la disciplina de Dios es madurez, paz y dirección.
Aplicación personal:
Hoy te invito a levantar un clamor al cielo y decir: “Señor, muéstrame lo que estás corrigiendo en mí.”
Quizá has estado resistiendo una lección. Tal vez te cuesta aceptar que ciertas cosas no salieron como esperabas… y no es el diablo quien lo impidió, sino la mano amorosa de Dios deteniéndote por tu bien.
La disciplina de Dios no es rechazo. Es inversión. Cuando Él te disciplina, te está preparando para algo más grande.
Oración de cierre:
Padre, reconozco que muchas veces me cuesta aceptar tu corrección. Pero hoy entiendo que la disciplina de Dios es prueba de que soy tu hijo. Ayúdame a escuchar tu voz incluso cuando me confronta.
No quiero seguir mis propios caminos. Quiero ser formado por ti. Corrige lo que tengas que corregir. Limpia lo que tengas que limpiar. Hazme una vasija útil en tus manos. En el nombre de Jesús, amén.
Versículo para memorizar:
“Porque el Señor disciplina a los que ama, como corrige un padre a su hijo querido.” (Proverbios 3:12, Nueva Traducción Viviente)
Al reflexionar en este mensaje, no olvides esto: la disciplina de Dios no es algo de lo que debamos huir. Es señal de que todavía estamos en proceso. Y eso, hermano, es una buena noticia.
© Marco Hernández. Todos los derechos reservados.