Dios es mi fortaleza y mi escudo | Devocional Cristiano Diario
Texto Bíblico Base: “El Señor es mi fortaleza y mi escudo; en él confió mi corazón, y fui ayudado.” Salmo 28:7
Dios es mi fortaleza y mi escudo
¿A quién recurres cuando todo se cae?
En esta vida todos enfrentamos momentos difíciles. Hay días que llegan sin aviso: malas noticias, puertas cerradas, traiciones, enfermedades, soledad. ¿Dónde está Dios cuando el alma tiembla?
Yo también he tenido días así. Días donde uno no sabe si seguir o detenerse. Pero es ahí, en medio de la tormenta, donde la verdad de este Salmo brilla como un faro: “El Señor es mi fortaleza y mi escudo.”
No dice que fue. No dice que será. Dice que lo es ahora. En este instante. En medio de tu angustia, Dios sigue siendo fuerte y sigue protegiendo.
Fortaleza cuando no puedes más
La palabra “fortaleza” en este versículo habla de una fuerza que viene de fuera de ti. No se trata de esforzarte más. Se trata de recibir del Señor lo que tú no puedes generar solo.
Cuando el corazón se desmaya, Él te sostiene. Cuando ya no hay ganas de seguir, Él te renueva. Esa es la promesa de este versículo: no importa qué tan débil estés, Dios es tu fuerza.
Por eso el salmista dice: “En él confió mi corazón.”
No es solo una declaración. Es una decisión diaria. Confiar no es sentir. Es rendir el control. Es decir: “Señor, yo no puedo, pero Tú sí.”
Escudo contra lo que quiere herirte
El escudo es defensa. Es cobertura. Y este mundo está lleno de flechas que quieren herirte: palabras, críticas, recuerdos, dudas, temores… Pero cuando Dios es tu escudo, esas flechas no te destruyen.
No significa que no duelan. Significa que no ganan.
El Señor te rodea con su presencia. Él te protege cuando ni siquiera sabes lo que viene. Y a veces, cuando te sientes solo, es porque Dios está peleando batallas que tú no ves.
Fui ayudado
No hay frase más hermosa en este versículo que esta: “Fui ayudado.”
No es teoría. No es esperanza vacía. Es testimonio. El que confía en el Señor, recibe ayuda real, práctica y a tiempo.
Ayuda que puede venir de muchas formas: una palabra, una provisión, una oportunidad, una persona, una respuesta, una paz que no tiene explicación.
Y cuando Dios te ayuda, lo sabes. Lo sientes. Lo vives.
¿Qué puedes hacer hoy con esta verdad?
- Repite este versículo en voz alta: “El Señor es mi fortaleza y mi escudo.”
- Escríbelo y colócalo donde puedas verlo: tu espejo, tu celular, tu agenda.
- La próxima vez que sientas que no puedes, ora en silencio y di: “Señor, en Ti confío.”
Hoy, no tienes que enfrentar tus luchas con tus propias fuerzas. Tienes un Dios que pelea por ti. Que te levanta. Que te cuida.
Él es tu fortaleza. Él es tu escudo. Y en Él puedes confiar.
© Mauricio Gonzáles. Todos los derechos reservados.