Príncipe de Paz | Devocionales Cristianos
Texto Bíblico Base: “Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz.” Isaías 9:6
Un Nombre que lo Cambia Todo
Me ha pasado. Me he sentido agotado y confundido. No sabía si quedarme o seguir. A veces uno se sienta en la orilla de la cama y piensa: “¿Y ahora qué?”
Fue en una de esas madrugadas, con la cabeza dando vueltas, que abrí la Biblia sin mucho plan… y me encontré con este versículo. Isaías 9:6. Lo había leído mil veces. Pero esa vez… fue diferente.
No entendí todo de golpe. Pero algo me atrapó: los nombres. No cualquier nombre. Su nombre.
¿Qué clase de Rey nace como niño?
Un niño. Frágil. Llorando. Necesitado.
Y sin embargo, Isaías dice que ese niño lleva el gobierno sobre sus hombros. No parece lógico. No parece glorioso. Pero es verdad.
Ese niño no era cualquier niño. Era la respuesta. Mi respuesta. La tuya también.
Admirable Consejero.
Yo no necesitaba un coach. Ni un manual. Necesitaba un Consejero real. Alguien que no solo entienda teología, sino que entienda mi alma. Mi confusión. Mis vacíos.
Jesús no me dio una charla motivacional. Me dio dirección. Y lo hizo con ternura. Sin gritar. Sin aplastarme. Me habló donde yo estaba.
Dios Fuerte… cuando yo no podía más
No me gusta admitirlo, pero he tenido días en que ni siquiera podía orar bien. Solo decía: “Señor, ayúdame.” Y ya.
¿Te ha pasado?
Pero resulta que Él no se ofende con eso. Porque Él es fuerte. Y cuando yo no puedo sostenerme, Él me sostiene.
No porque yo tenga fuerza. Sino porque Él es fuerza.
Padre Eterno… en un mundo donde todo es temporal
Un padre que nunca cambia. Nunca falla. Nunca se va. ¿Dónde se ve eso hoy?
Y sin embargo… Jesús es así. Eterno. Cercano. Real. Cuando todos se van, Él se queda.
Me abrazó cuando nadie más entendía mi dolor. No lo vi. Pero lo sentí.
Y eso me bastó.
Príncipe de Paz… cuando la cabeza no se calla
Hay noches donde el cuerpo quiere dormir, pero la mente no lo permite. Pensamientos. Culpas. Temores.
Y ahí, justo ahí, entra Él. No con ruido. Con paz.
No una paz que depende de las circunstancias. Una que entra en el alma como un susurro.
Y lo cambia todo.
¿Qué hago con esto?
No tienes que entender todo de golpe. Solo detente. Respira. Lee el versículo otra vez. Y pregúntate: ¿Qué nombre de Jesús necesito hoy?
Tal vez sea el Consejero. O tal vez necesitas al Dios Fuerte. Tal vez, simplemente, necesitas al Padre que nunca se va.
Sea cual sea… Él está. Y está para ti. Ahora.
© Mauricio Gonzáles. Todos los derechos reservados.