Estudio completo de Satanás

Primero, Génesis 3:1 nos narra que Eva fue tentada a dudar de la PROVISIÓN de Dios. Igualmente Mateo 4:3 nos narra que Jesús fue tentado a dudar de la PROVISIÓN de Dios. Segundo, en Génesis 3:2-3 Eva es tentada a dudar de la PROTECCIÓN de Dios y Jesús en Mateo 4:5-6 también es tentado a dudar de la PROTECCIÓN de Dios. Tercero, en Génesis 3:4-5 Eva es tentada a dudar de la PROMESA de Dios y Jesús en Mateo 4:8-9 es tentado a dudar de la PROMESA de Dios.

Entonces, la tentación fue semejante, la única diferencia fue que Jesús no cayó en ella, además no distorsionó la Palabra de Dios como Eva. Por ejemplo, Eva responde a la primera tentación: “Pero del fruto que está en medio del huerto dijo Dios: No comeréis de él ni lo tocaréis, para que no muráis“. (Génesis 3:3).

Empero, hay que notar que Dios dijo únicamente que no lo coman porque morirán (Génesis 2:17), mas en ningún momento mencionó que no lo toquen. Mientras que Jesús citó correctamente, compare Mateo 4:4 y Deuteronomio 8:3. Como consecuencia lógica, Jesús venció, por lo cual nosotros también podemos vencer. El apóstol Pablo dijo que con Cristo somos más que vencedores (Romanos 8:37).

EL ADVERSARIO EN EL ANTIGUO TESTAMENTO

El adversario, desde la primera tentación, aparece en las Escrituras como el jefe reconocido de todos los ángeles caídos. En sus inicios fue un príncipe del mundo angelical, pero por su rebelión se convirtió en Satanás, nombre que le señala como adversario, principalmente de Dios y luego del hombre.

El libro de Job, el cual se reconoce como el primer libro escrito del Antiguo Testamento, lo presenta al adversario como acusador. Nos dice en 1:6 y 2:1, que se presentó ante Dios para hablar mal en contra de los que obedecían a Jehová. Posteriormente le da permiso para que hiera al patriarca Job con una sarna maligna. Esta clase de acusaciones perduró por largo tiempo (Zacarías 3:1).

Él siempre incitaba a hacer lo malo ante los ojos de Dios, en una ocasión incitó al rey David para que hiciera un censo en Israel y se enorgullezca de su poderío (1 Crónicas 21:1).

Igualmente, todas las veces que el pueblo de Dios hacía algo malo, esto se identificaba con la ira de Dios derramada a su pueblo o bien como la intervención directa de Satanás, el adversario.

Todas las huestes angelicales de maldad poseían y aun poseen poderes sobre-humanos, se inclinan a maldecir a Dios y a batallar contra él y sus hijos obedientes. Aun hoy, tratan constantemente de cegar y extraviar hacia el pecado aun a los elegidos del Señor y estimulan a todos los pecadores a que sigan siendo iguales o peor cada día. Son espíritus perdidos y sin esperanza, una gran parte están reservados para atormentar a la humanidad cuando llegue el juicio del gran día (2 Pedro 2:4; Judas 6).

De por sí ya están condenados a vivir en el infierno, pero quieren llevar a muchos hombres con ellos. Arrastran sus cadenas a dondequiera que van y motivan a la humanidad a seguir sus impulsos.

EL ADVERSARIO EN EL NUEVO TESTAMENTO

Satanás se presenta en el Nuevo Testamento, primero como tentador de Jesús (Mateo 4:1-11; Lucas 4:1-13). También se presenta dirigiendo sus huestes para atormentar al ser humano con enfermedades malignas, como el caso de una mujer encorvada quien pasó así 18 años de su vida, hasta que Jesús la libertó (Lucas 13:16), como el caso de los endemoniados gadarenos (Mateo 8:28-34), etc.

Además, él incitaba a los fariseos y saduceos, como incita hoy a mucha gente, a confundir las enseñanzas bíblicas, algunas veces aumentaban, otras veces suprimían, pero todo el pueblo se confundía. Motivaba también a pensar perversidades, como el caso de Judas Iscariote, quien traicionó a Jesús (Lucas 22:3), como el caso de Ananías y Safira, quienes quisieron engañar al Espíritu Santo (Hechos 5:3), etc. Igualmente hoy él se sigue disfrazando como un ángel de luz para confundir al ser humano (2 Corintios 11:14).

SU INFLUENCIA EN LA IGLESIA Y EN EL CREYENTE

La influencia satánica en nuestras iglesias es muy grande. En Mateo 13 Jesús comenzó a enseñar en parábolas, allí dijo que un sembrador salió a sembrar y mientras sembraba parte de la semilla cayó en pedregales, para cayó en el camino y vinieron las aves y se comieron.

Otra parte cayó entre espinos y otra en buena tierra. Luego explicó que la semilla era la Palabra de Dios, pero viene el adversario y arrebata todo lo que fue sembrado en el corazón del hombre y éste es el que fue sembrado junto al camino (versículo 19).

Notemos que quienes arrebataron la semilla junto al camino fueron las aves, pero Jesús lo identificó con el adversario. Luego en los versículos 31-32 nos muestra otra parábola.

Nos dice que la semilla (que ya se dijo era la Palabra de Dios), fue sembrada y produjo un árbol, de tal manera que vienen las aves y hacen nidos en sus ramas. Eso significa que la Palabra de Dios fue sembrada y produjo un árbol, es decir el cristianismo, y es tan grande que pueden venir las aves, o sea el adversario, y hacer sus nidos en él. En otras palabras, la influencia satánica es muy fuerte en las iglesias.

Del mismo modo influye el adversario en el creyente. En Efesios 2:2 se le llama al adversario “príncipe de la potestad del aire”, ¿Qué significa eso? Significa que él tiene el poder de sobrecargar el aire con sus impulsos espirituales y transmitir al hombre su naturaleza pecaminosa y malévola.

Él no transmite señales, palabras, gestos o sonidos, sino que transmite actitudes de la carne, entre otras: adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicerías, enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, discusiones, herejías, envidias, homicidios, borracheras, orgías y cosas semejantes a éstas (Gálatas 5:19-21).

Entonces, el adversario opera en la gente de este mundo sin que ésta siquiera lo sospeche, sobrecargando el aire con sus impulsos malévolos. De ahí que Santiago 4:7 dice: “Someteos a Dios, resistid al diablo y él huirá de vosotros“. Precisamente eso es lo que tenemos que hacer para ser vencedores.

SU DESTINO FINAL

En breve tiempo el adversario quedará aplastado bajo nuestros pies (Romanos 16:20). Ya no se presentará más como ángel de luz, ya no engañará más a la humanidad, ya no morará más en vidas atribuladas, ya no será considerado el dios de este siglo, sino que vendrá Jesucristo por segunda vez, quien ya le ha vencido resucitando de entre los muertos y lo prenderá, lo atará por mil años, luego será arrojado al abismo, para que ya no engañe a las naciones (Apocalipsis 20:2).

Sin embargo, al cumplirse los mil años saldrá de su prisión para engañar por un corto tiempo a los hombres, pero luego será lanzado definitivamente al lago de fuego y azufre, donde también estarán todos los seguidores para ser atormentados por los siglos de los siglos (Apocalipsis 20:7-10).

Satanás sabe que le queda poco tiempo, por eso en nuestro tiempo ha inyectado los males más atroces que ha sufrido la humanidad. Él actúa en la enfermedad, en la delincuencia, en las enemistades, en los conflictos bélicos, en la muerte, pero sobre todo, él actúa en la mente del hombre que no quiere reconocer que Jesús es el Hijo de Dios, quien es el único Señor y Salvador de nuestras vidas.

El apóstol Pablo ya nos advertía que nuestra lucha no es contra sangre ni carne, sino contra principados, potestades, gobernadores de las tinieblas de este siglo, huestes espirituales de maldad en las regiones celestes (Efesios 6:12). Por tanto, tomad la armadura de Dios para que podáis resistir al adversario y seguir firmes en la fe cristiana.

Mantengamos, pues, la verdad, la justicia, la fe, el verdadero evangelio, la salvación y la Palabra de Cristo en nuestra vida. Oremos en todo tiempo y perseveremos (Efesios 6:13-18). Entonces sí, seremos más que vencedores con Jesucristo.

La destrucción total del adversario se acerca, mientras tanto él sigue tratando de confundirnos, pero no le permitamos, luchemos a cada instante y mantengamos firme nuestra libertad y confianza en Cristo, nuestro único Señor y Salvador.

© Wilson Miranda. Todos los derechos reservados.

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