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La dimensión del Espíritu Santo

2ª Timoteo 1:7

Introducción:

Ninguna persona podrá disfrutar jamás de la compañía y cercanía del Espíritu Santo a menos que le dedique tiempo para que se pueda cultivar una profunda amistad y estrecha comunión con él. Sobre este particular, el rey Salomón nos dice que el Señor quiere intimar con aquellos que lo desean a él:

“Mi amado (el Espíritu de Dios) habló y me dijo: Levántate, oh amiga mía, hermosa mía, y ven. Porque he aquí ha pasado el invierno, se ha mudado, la lluvia se fue; se han mostrado las flores en la tierra, el tiempo de la canción ha venido, y en nuestro país se ha oído la voz de la tórtola. La higuera ha echado sus higos, y las vides en cierne dieron olor; levántate, oh amiga mía, hermosa mía y ven. Paloma mía, que estás en los agujeros de la peña, en lo escondido de escarpados parajes, muéstrame tu rostro, hazme oír tu voz, porque dulce es la voz tuya, y hermoso tu aspecto” (Cantar 2:10-14, paréntesis mío).

¡Qué palabras tan conmovedoras y tiernas! El Santo Espíritu de Dios llamando tierna y dulcemente a su amada la iglesia a una profunda comunión con él. El tiempo de la primavera ha llegado. ¡Aleluya! Cesó el verano, el invierno pasó y la primavera lo renueva todo, lo llena de colorido, de vida, de luz, y de esplendor. ¿Qué está usted esperando para ir al encuentro con su amado? ¡Mire que él quiere oír nuestra voz! Quiere intimar con nosotros. Él no está oculto, ni se muestra distante o renuente. Él desea que le busquemos para revelarnos su gloria y su presencia. Estos son tiempos de primavera.

¿Qué hacer?

“Así que, arrepentíos y convertíos, para que sean borrados vuestros pecados; para vengan de la presencia del Señor tiempos de refrigerio” (Hechos 3:19).

Estos tiempos de refrigerio han llegado. Hay un fluir del Espíritu Santo hoy como nunca antes se había dado. El está en acción y busca hombres y mujeres que deseen ser llenos de su presencia. ¿Qué nos corresponde hacer?

1. Pedirle que se nos revele como persona (Job 42:4-6)

2. Hacerle manifiesto nuestro deseo de querer ver y sentir su gloria (Éxodo 33:18-23)

3. Prepararnos espiritualmente para tener experiencias con su presencia (Éxodo 34:1-10). ¿Cómo?

a. “Sube de mañana al Monte Sinaí…” (Salmo 63:1; Isaías 26:9). Esto es un llamado a la oración. La oración nos alinea con Dios.

b. “Preséntate ante mí sobre la cumbre del monte…” (Juan 4:23-24). Esto es un llamado a la adoración. Cuando adoramos intimamos con su gloria y majestad.

c. “…y no suba hombre contigo…ni ovejas, ni bueyes…” (Efesios 4:22; Mateo 6:6; Jeremías 23:18). Esto es un llamado a la santidad, a estar sin nada que pese sobre tu vida.

d. “Y Moisés alisó dos tablas… y llevó en su mano las dos tablas de piedra” (Juan 5:39; Salmo 119:97-99; 119: 9-11; 19:7-10). Las tablas representan La Palabra de Dios. Por su Palabra somos vivificados y bendecidos.

e. “Y Jehová descendió en la nube, y estuvo allí con él…” (Marcos 3:13-14; Hechos 4:13). Esta es su presencia manifiesta que viene por tu búsqueda. El estará allí contigo.

f. “Y pasando Jehová…que perdona la iniquidad, la rebelión y el pecado…” (1de Juan 1:9; Proverbios 28:13). Confesión y limpieza. No pude haber pecado en ti.

g. “Entonces Moisés…bajó la cabeza hacia el suelo y adoró” (Salmo 37:4; 2Crónicas 7.14). humillación y quebranto (salmo 51:17)

h. “Y él contestó: He aquí yo hago pacto…haré maravillas delante de todo tu pueblo…” (Hechos 5:12-16). La unción y el poder de Dios en acción.

Todo sucederá en razón de nuestra comunión con el Espíritu Santo. Nos moveremos en un nivel de unción y de revelación nunca antes imaginado. Los cielos estarán abiertos sobre nosotros. Seremos una generación de conquista, y la gloria del Señor “llenará la tierra como las aguas que cubren la mar” (Habacuc 2:14).

Tres recomendadas sugerencias

1. Persista en oración: No deje de cultivar su vida de oración. Manténgase firme. Conviértase en un guerrero de Dios y en un centinela de la noche (Isaías 21:11-12; 62:6). La oración lo mantendrá en línea con el Señor. La gente que ora desarrolla un sentido de percepción hacia lo espiritual y lo sobrenatural, de tal modo que alcanzan a entender y a recibir lo que otros no comprenderían. Personalmente soy ministrado por las palabras del libro de Job:

“Si tú de mañana buscares a Dios, y rogares al Todopoderoso; si fueres limpio y recto, ciertamente luego se despertará por ti y hará próspera la morada de tu justicia, y aunque tu principio haya sido pequeño, tu postrer estado será muy grande”(Job 8:5-7)

2. Manténgase activo en la Palabra de Dios: La palabra de Dios lo animará y lo fortalecerá cuando usted más lo requiera. Sobre la revelación que hay en la Palabra, podrá orar, reclamar sus promesas y vivir en victoria. La Palabra de Dios es como las ubres de las vacas, que entre más las exprimimos, más leche nos dan. Deléitese meditando en su contenido. Anote en una libreta lo que Dios le vaya mostrando en su Palabra. Que como el salmista, usted también pueda exclamar:

“¡Oh, cuanto amo yo tu ley! Todo el día es ella mi meditación” (Salmo 119:97)

3. Esfuércese en vivir en santidad: No olvide que Dios lo quiere limpio, puro y en completa disposición para obedecer su Palabra (1Tesalonicense 5:23). La santidad es estar apartado del pecado, la mentira, la fornicación o de cualquier otra anomalía que bien pudiera ser en lo sexual u otro orden. La santidad es un requisito indispensable para ser usados por el Señor (Hebreos 12:14).

Los 4 niveles de la Gloria de Dios

El profeta Ezequiel nos describe en el capítulo 47 de su libro, la impresionante revelación que tuvo sobre el carácter y los niveles de la gloria de Dios. El vio que la Gloria de Dios (la manifestación de su carácter y esencia) salía del umbral del templo en forma de aguas cristalinas que iban llenando el atrio y toda la casa. Cuando las aguas se hicieron como una especie de río, el profeta fue invitado a entrar en sus aguas y descubrió 4 niveles de profundidad, que nos señalan a nosotros como reconocer en que nivel pudiéramos encontrarnos y también cómo ahondar más en nuestra comunión con el Señor:

1. “Hasta los tobillos” (v.3): es cuando tu nivel de comunión no es muy hondo, es superficial, sin profundidad alguna. En este nivel no se puede esperar mucho pues, las aguas por cuanto no son muy profundas, no producen satisfacción alguna. Todo lo que alcanzas a mojarte llega hasta los tobillos. Allí solo se “chapalea” y el resto del cuerpo se mantiene seco y sin lozanía. Es cuando tu vida de oración no es muy profunda, no lees mucho la Palabra de Dios y crees que puedes hacer todo desde tus propias fuerzas y desde tu habilidad natural. En este nivel lo que más predomina es la naturaleza carnal representada en las aguas hasta los tobillos. Los “tobillos” aluden a lo superficial, lo de afuera, lo que no ha logrado sumergirse, lo que aún se ve.

2. “Hasta las rodillas” (v.4ª): es cuando has avanzado un poco más en tu comunión con el Señor y ahora puedes refrescarte más en su presencia. En este nivel tu vida de oración empieza a incrementarse. Ahora comienzas a depender más de “tus rodillas” que de “tus tobillos”. Te das cuenta que la habilidad natural no es suficiente para vivir en la plenitud del poder de Dios. Aquí empiezas a doblegar tu ego, tu orgullo, tu vanidad, tu prepotencia, porque entiendes que la obediencia es mejor que la acción y que “no es con espada, ni con ejército, sino con mi Espíritu ha dicho el Señor” (Zacarías 4:6).

3. “Hasta los lomos” (v.4b): es cuando rindes tu voluntad y tu querer al querer a la voluntad de Dios. En este nivel él tiene tus fuerzas, tu carácter, tus áreas física, emocional y sentimental. Aquí no actúas por impulso. Aquí has empezado a ceder tus derechos al Espíritu Santo. Con las aguas hasta los lomos, está indicando que tu vida de entrega es más evidente y que todo lo que implica que eres, está bajo el control del Señor. Los “lomos” representan tanto nuestras fuerzas físicas, como nuestro potencial sexual. Ahora todo eso está bajo la cobertura de las aguas de Dios. Este es el nivel de la pureza, la santidad y la integridad personal. Cuando se llega a este nivel, se ha madurado un tanto como para no cederle terreno a nuestro viejo hombre (Efesios 4:22; Romanos 13:14).

4. “Nadando” (v.5): es cuando estás inmerso totalmente. No te has reservado nada para ti. Aquí tu “yo” está sepultado. Ahora el que se ve es el Señor en lo que haces, en lo que dices y en como vives. Disfrutas de un nivel profundo de comunión con el Señor. Conoces aspectos íntimos de su naturaleza. Lo conoces a él. Gozas de una estrecha relación e intimidad como pocos lo hacen. En ti se hacen reales las palabras del salmista:

“La comunión intima de Jehová es con los que le temen, y a ellos hará conocer su pacto” (Salmo 25:14).

Este es un nivel de privilegios. Aquí no te es oculto nada. El Señor todo te lo da, todo te lo revela. Es cuando puedes emprender grandes propósitos, grandes proyectos, grandes ministerios y todo te funciona. ¡Tu nivel de intimad hace que Dios te de prioridad! En este nivel de comunión, el Señor no te usa a ti: tú usas todo el potencial, el poder y los recursos que atañen a Dios. ¡Impresionante!

Conclusión:

Creo que estamos a las puertas de una visitación de Dios gloriosa y sublime. El Espíritu Santo nos está direccionando hacia esa dimensión de unción y poder que nos hará vivir en victoria. cada cristiano en particular será usado por el Señor para mostrar su gloria al mundo. ¿Estas listo para un nuevo comienzo con el Señor?. Prepárate. El proceso ya se inició, y Dios ansía que tú le busques. La próxima semana seguiré mostrando aspectos de su dimensión de unción y gloria. Dios te bendiga.

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