Los cristianos somos el Tabernáculo de Dios

Dentro de esta arca, estaban las tablas de la Ley, aproximadamente 3,7 kg. de maná y la vara de Aáron que reverdeció (Números 17:10) para indicar que sería el 1º sumo sacerdote y también su descendencia.

Desde el arca le hablaba Dios a Moisés (Éxodo 33:11).  Solamente Moisés entraba cuando quería. El sumo-sacerdote entraba una vez al año, para ofrecer sacrificio de expiación por el pecado del pueblo, con sangre que rociaba el propiciatorio.

Pero ahora no hay sumo-sacerdote que haga expiación por nuestro pecado y que se presente ante Dios, sino Jesús (Hebreos 5:5). La cubierta del arca era el propiciatorio, que era de oro puro labrado a martillo, y formaba, junto con los querubines, el Trono de Dios.

A cada extremo del propiciatorio, había una figura de un querubín, labrado a martillo cubiertos de oro. (Texto: Éxodo 37:7-9). Cada uno tenia sus alas extendidas por encima del arca, cubriendo sus rostros, que estaban enfrentados.

Esto demuestra, que los querubines están en la Presencia de Dios, La gloria de Dios se manifestaba allí En el capítulo 9 de Hebreos, el apóstol, después de describir la estructura del antiguo santuario, lo aplica a la persona y obra de Cristo.

Hebreos 9:11-14

“…Pero estando ya presente Cristo, sumo sacerdote de los bienes venideros, por el más amplio y más perfecto tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta creación, 12 y no por sangre de machos cabríos ni de becerros, sino por su propia sangre, entró una vez para siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención. 13 Porque si la sangre de los toros y de los machos cabríos, y las cenizas de la becerra rociadas a los inmundos, santifican para la purificación de la carne, 14 ¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas para que sirváis al Dios vivo?..”.

a) La localización del Tabernáculo, al que se entraba desde el campamento de Judá, sugiere el hecho de que Cristo nacería en la tribu de Judá.

b) Los materiales de los que el Tabernáculo estaba construido; es decir, madera resistente y oro puro, sugieren de Jesús, su perfecta humanidad por un lado y su suprema divinidad por el otro.

c) Los colores estaban constantemente mezclados en el Tabernáculo, dominando especialmente los tonos blancos, azules, rojos y púrpura, todos los cuales apuntan a cualidades suyas: el blanco, su pureza inmaculada; el azul, su origen celestial; el rojo, sus sufrimientos y su muerte; el púrpura, su gloria real.

Jesús, expresó que había venido a cumplir lo dicho acerca de Él en la Ley (lo dicho por Moisés en el Pentateuco), lo dicho de Él por los Profetas y por los Salmos; es decir, lo dicho de Él en el Antiguo Testamento.

La misma palabra Tabernáculo fue usada con referencia a Cristo en el primer capítulo del Evangelio de Juan, versículo catorce:

1:14 Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.

En el original griego se traduce como que fue un tabernáculo, esto es “Y el Verbo se hizo carne, y “fue como un Tabernáculo” entre nosotros (y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.”

Jesucristo en carne es el Arca de Dios (la presencia de Dios entre los hombres), vino a Israel a cumplir lo suyo asignado por Dios y los suyos no le recibieron, pero a los que lo recibieron, gentiles y judíos, los hizo Su pueblo (Juan 1:11-13).

Conforme el tabernáculo de Moisés fue declinado en su funcionalidad por causa de un mal sacerdocio, aunque poseía un Lugar Santísimo, el ritual fue convirtiéndose en algo vacío, lleno de religiosidad exterior.

Esto provocó una ofensa en Dios, pues nunca estuvo en su plan una religión y menos una religión muerta para Israel, sino que quería que el pueblo sintiera y viviera cada detalle del tabernáculo y que recibiera su bendición a través del Sumo Sacerdote.

El sacerdocio judío llegó tan bajo en tiempos de Elí, que era el sumo sacerdote, que ni los sacerdotes hacían bien su dedicación

© José Juan Escrihuela. Todos los derechos reservados.

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