SAUL. El líder y la desobediencia

En su hora final al recurrir a una pitonisa cayó en la postura de multitudes que al no tener respuesta de Dios buscan respuestas vengan de donde venga. (1 Samuel 28:5–19).

Hoy día, son multitudes que acuden a los cementerios para consultar con los muertos lo que debieran aprender a consultar con Dios. (Isaías 8:19).

Saúl protagoniza una experiencia de neto corte espiritista al consultar a una adivina. Ignoró deliberadamente que Dios no contradice las leyes que ha dado a su pueblo. (Deuteronomio 18:9–14). Curiosamente en tiempos más sobrios él mismo había perseguido y desterrados a estos adivinos (Proverbios 28:9). Sumergido en su engaño es víctima de una respuesta con un mensaje verdadero, pero procedente de un espíritu de error (1 Samuel 28:11–19).

La Biblia muestra que espíritus de error pueden decir la verdad o algo muy cercano a la verdad sin dejar de ser un espíritu de error. (Deuteronomio 13:1–3; Marcos 1:23–24; Hechos 16:17–18)

La desobediencia puso a Saúl en el camino de la rebelión y en abierta apostasía.

¿Será este el tipo de pecado descrito por Juan cuando habla de pecados por los cuales no se deben orar? (1 Juan 5:16–17).

4. Una advertencia para los líderes de hoy

La conclusión a la que arribamos con Saúl es que se puede comenzar muy bien y terminar muy mal. Vemos que lo importante no es cómo se comienza la carrera sino cómo se termina. (Hechos 20:24). Su desobediencia inicial, llevó a la rebelión y en ello abrigó un espíritu de odio al que no supo poner freno. Nutrió rivalidades en su corazón envenenando su alma hasta quedar desfigurado en su ser interior.

Los problemas y los apremios de cualquier naturaleza que sean, nunca justifican una elección tomada en apuros y desobediencia consciente. La gran batalla entre la fe y las presiones de las circunstancias siempre plantean decisiones que son difíciles de tomar. Pero es precisamente a través de ellas que se diferencia al cristiano del mundano y al líder auténtico de aquellos que no lo son.

En segundo lugar, el pretender mantener las apariencias a expensas de la verdad como lo hiciera Saúl, cuando ya no tenía autoridad espiritual, revela la ambición de poder que quería retener a toda costa. Esta ambición selló su triste fin al perder el sentido de humillación y arrepentimiento que debiera haber observado.

Es claro comprender el desvío de Saúl cuando vemos que habiendo cumplido “a medias” el mandato de Dios, se atreve a decir “yo he cumplido la palabra de Jehová” (1 Sam. 15:13). La torcedura que la desobediencia produce en el corazón lleva inevitablemente al autoengaño y a creer en el error aceptándolo como acertado.

El cuidar el corazón y mantenerse sensibles en la conciencia es indispensable al desarrollo y a la culminación feliz de todo liderazgo.

Jeremías insta a “buscar a Dios de todo corazón” prometiendo que EL será hallado. Jesucristo dice que el que “a Él viene, no será echado fuera”. (Jeremías 29:13; Juan 6:37).

Saúl muestra el proceso que lleva la desobediencia y el paulatino deterioro del carácter que separa al alma del amor de Dios. El sienta un precedente para las futuras generaciones: esto es, ser obedientes a pesar de las presiones existentes.

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