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¿Por qué misiones? Parte 2

Estudios Biblicos – Predicas Cristianas

La urgencia de la predicación

TODO AVIVAMIENTO o movimiento misionero a lo largo de la historia de la iglesia se caracterizó al margen de otras modalidades que lo hayan acompañado—por una compulsiva premura por proclamar las buenas nuevas a los perdidos. Procuraremos esbozar algunas de las razones que hay detrás de tal sentido de urgencia.

Dejamos aclarado que por «predicación» entendemos aquí el concepto amplio que incluye no sólo la predicación en el sentido clásico, es decir, la que se imparte desde un púlpito o cuando se hace evangelismo personal, sino también la que se da por cualquier otro medio de comunicación, ya sea mediante el uso del micrófono, la cámara de televisión, la página impresa, etcétera.

La predicación del evangelio es algo que lleva implícita la urgencia. Esta urgencia nos impele a proclamar las buenas nuevas a todas las naciones y está sustentada por varios factores. Resaltaremos tres de ellos: el primero apunta al hombre y su condición, el segundo a la Humanidad y su destino, y el tercero a Dios y su gloria.

La urgencia antropológica

La urgencia de la predicación se resalta por el estado desesperado en que se encuentra sumido el hombre. Su condición presente y futura nos impulsa a predicarle con urgencia el evangelio como único remedio divino de salvación.

La perdición presente

El hombre está perdido a causa de su pecado. Guerras, pobreza, injusticias, pestes, etcétera, son apenas algunas de las manifestaciones de su estado de depravación y perdición, con la cual «inflama la rueda de la creación» (Santiago 3:6).

1. La explosión demográfica mundial. Para algunos de nuestros países de Latinoamérica con bajo índice de crecimiento demográfico nos parece lejano el fenomenal incremento poblacional que experimentan otras regiones del orbe. Pero lo cierto es que la población mundial aumenta a razón de casi noventa millones por año, y la iglesia del Señor debiera, por lo menos, mantener un ritmo evangelístico acorde a semejante crecimiento demográfico.

2. Los pueblos aún no alcanzados. Se calcula que todavía no han oído el evangelio unos mil trescientos millones de personas, que conforman cerca de ocho mil grupos etnolingüísticos y sociales distintos. Entre ellos la iglesia aún no ha sido debidamente establecida, y esas regiones deberían constituir el foco de atención de nuestras oraciones y esfuerzos misioneros a largo plazo.

3. El engaño de las religiones. Como es obvio, no todo es cristianismo en el mundo. Los cinco bloques religiosos «paganos» más grandes, algunos de ellos en franca expansión proselitista, son: el budista, el hinduista, el musulmán, el chino jan y los grupos tribales o animistas.

Además, avanzan cultos, sectas y movimientos de diversa índole, unos cuantos de aparición reciente, como la Nueva Era que está ganando cada vez más adeptos.

La perdición futura

Pende sobre el hombre una pena de condena a eterna separación de Dios en el infierno. Dios es un Dios santo y justo que no deja impune el pecado. La doctrina de un Dios de amor no debe ocultar jamás—como desafortunadamente suele ocurrir—, la igualmente ciertísima doctrina de la ira de Dios.

1. La existencia del infierno. Si bien ningún evangélico conservador negaría la existencia del infierno, este es un tema que ha sido a menudo raleado de muchos púlpitos en las últimas décadas. Pareciera como que los predicadores o no estuvieran tan convencidos de esta tremenda verdad, o que no les gusta que sus oyentes los lleguen a malinterpretar como que quieren amedrentarlos con historias de terror medieval. Durante la Reforma del siglo dieciséis los pecadores se sentían más preocupados por escapar de la ira de un Dios justo, que hallar la clave para una vida feliz.

2. La condenación de los no alcanzados. Presupongo que el evangélico promedio tiene claro que quienes rechazan deliberadamente la salvación en Cristo se perderán irremisiblemente en la condenación eterna del infierno. Sin embargo, y tal como lo mencionamos en el capítulo referido al universalismo, creo que no está tan claro en la mente de muchos pastores, cuál será el destino eterno de aquellas personas que nunca oyeron el evangelio. El tema queda muchas veces sumergido en una nebulosa vaga e incierta, que a menudo se evita abordar.

La evangelización y las misiones deben sustentarse sobre una sana teología. Y una sana teología enseña que el hombre, quienquiera que sea, está por naturaleza perdido y es digno de toda condenación, haya oído el evangelio o no.

3. El fundamento bíblico. Hay numerosos y reiterados pasajes bíblicos que trazan con meridiana claridad el estado de perdición eterna en que se encuentran los paganos que no han tenido oportunidad de oír las buenas nuevas de salvación:

  • Romanos 1:18–32: «La ira de Dios se revela […] no tienen excusa […] habiendo conocido a Dios […] por lo cual Dios los entregó […]»
  • Romanos 3:23; 6:23: «Están destituidos […] la paga es muerte».
  • Romanos 10:13–15: La cadena de la salvación, donde sin predicación no puede haber fe, y sin fe no puede haber salvación.
  • Hechos 4:12: «No hay otro nombre», ni Buda, ni Confucio, ni Mahoma; ¡sólo Jesucristo!
  • Juan 3:3: Sin renacimiento no hay salvación.
  • Juan 14:6: No hay otro camino.
  • Hechos 10 y 11:1–14: Hubo elementos sobrenaturales (visión y ángel), pero no hubo salvación hasta que hubo predicación. «Él te hablará palabras por las cuales serás salvo» (10:32; 11:14).
  • 1 Tesalonicenses 2:16: El colmo de la ira por impedir hablar para que se salven.

La urgencia escatológica

Podemos diferir en nuestras interpretaciones escatológicas (algunos son premileniales—ya sea del arrebatamiento pre, medio o postribulacional—, amileniales o postmileniales), pero lo que nadie puede objetar, y todos deberíamos anhelar y procurar, es que la causa del reino de Dios avance y retorne Cristo lo más pronto posible. En un sentido, el reino de Dios ya vino, pero en el otro, pleno, aún no. La segunda venida de Cristo y el establecimiento de su Reino ¡es nuestra bienaventurada y gloriosa esperanza!

La Segunda Venida está condicionada

La Biblia enseña que previo al próximo retorno de nuestro Señor Jesucristo deberán cumplirse estas condiciones:

1. El evangelio debe predicarse a todas las naciones.

  • Mateo 24:13: «Y entonces vendrá el fin».
  • Marcos 13:10: «Y es necesario que […] antes …»

Si Cristo todavía no ha regresado es porque Él está retardando su venida ya que el evangelio no ha terminado de ser anunciado a todas las naciones. Con esto, no invalidamos la doctrina de la inminencia de su retorno. Por un lado, sólo Dios sabe cuándo el mundo habrá sido evangelizado; y por el otro, como por ejemplo ha ocurrido sorprendentemente en espacio de tan sólo unos pocos meses con el colapso del comunismo y la apertura de campos antes cerrados durante tanto tiempo, Dios bien puede precipitar de igual manera la evangelización de extensas regiones del planeta hoy cerradas a su Palabra (el caso de los pueblos musulmanes). ¡Y deberíamos orar por ello!

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