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La designación de ancianos

Estudios Biblicos – Predicas Cristianas

En la iglesia primitiva, la designación de ancianos era muy importante. De hecho, el apóstol Pablo vio a la iglesia como ‘incompleta’ hasta cumplir con este punto (Tito 1:5). Las Escrituras sugieren que los ancianos no fueron seleccionados por los apóstoles u otros ministerios translocales (Hechos 14:23; Tito 1:5), sino ordenados y designados por ellos, i.e. ratificados para la tarea y luego ‘oficialmente’ designados.

En las nuevas iglesias, que sólo tenían creyentes inmaduros como miembros, los apóstoles (o fundadores de la iglesia) tenían que apoyar a la iglesia en el reconocimiento de ancianos (como hizo el apóstol Pablo). Note que no hay designación de ancianos por voto democrático en las Escrituras. Es Dios quien llama y capacita ancianos, no los miembros de la iglesia. La iglesia sólo tiene que reconocerlos, quizás con ayuda apostólica.

Primero, la autoridad en la iglesia fue ejercida por los apóstoles (y otros ministros translocales), y luego por los designados como ancianos. Los ministerios translocales nunca designaron hombres inmediatamente después de fundar una iglesia, pero designaron a algunos miembros de la comunidad para esta posición en subsecuentes visitas ‘misioneras’.

Esto permitió que algunos miembros de la nueva comunidad cristiana maduren lo suficiente a nivel espiritual para que los demás reconozcan esto y su llamamiento en Dios para ser ancianos. Note que los ancianos en la iglesia primitiva siempre salieron de la comunidad local. Esto significaba que los ancianos tenían que ser miembros de la comunidad, permitiéndoles conocer la situación local y a la gente íntimamente, y ser capaces de hacer sus juicios.

Nunca deberían elegirse ancianos sólo porque hagan falta; deben ser reconocidos a medida que surgen. En algunas iglesias nuevas, puede ser necesario tener un liderazgo, pero no un grupo de ancianos debidamente constituido. Los ancianos surgirán luego en el tiempo de Dios. Recuerden que un hombre es anciano antes de ser reconocido, porque es un llamamiento de Dios. Los requerimientos o calificaciones para ser anciano simplemente se cumplirán en Él y los miembros de la iglesia deben reconocerlo.

El número de ancianos reconocidos usualmente estará relacionado con el tamaño de la iglesia. Dios no hará surgir diez ancianos en una iglesia de veinte miembros. Tampoco querrá un anciano en una iglesia de regular tamaño, cuando el trabajo es demasiado grande para un solo hombre. Si, en una iglesia pequeña, sólo un hombre es reconocible como anciano, sería sabio de su parte buscar la comunión con otros ancianos en su área geográfica, donde fuera posible. Esto le dará la oportunidad de compartir sus cargas y preocupaciones con otros ancianos y de recibir ayuda.

Los hombres no deberían ser designados como ancianos simplemente porque:

  • Son viejos. Recuerden que la madurez espiritual y sabiduría no se desarrolla de la noche a la mañana, de modo que la edad no es completamente irrelevante.
  • Han servido a la iglesia fielmente durante muchos años.
  • Han servido con éxito en otras áreas del liderazgo de la iglesia por varios años.
  • Tienen influencia, poder, dinero, popularidad, son exitosos, o profesionalmente capaces.
  • Son sociables, conversadores, elocuentes o buenos comunicadores.
  • No hay nadie más. (De acuerdo con el apóstol Pablo, no deben haber mujeres líderes – 1 Timoteo 2:11- 12.)

El desempeño de los ancianos

En la iglesia primitiva, los ancianos parecen haber sido responsables de un grupo de ‘casas iglesia’ que se reunían en una ciudad o zona geográfica, porque en ese tiempo no habían edificaciones para las iglesias.

Los ancianos fueron designados para asegurarse de que estos grupos permanecieran en el camino correcto espiritualmente. Ejercían la más grande autoridad para todos los miembros de una iglesia local y representaban un sentido de la Paternidad de Dios para ella, i.e. brindaban la fe, seguridad, confianza y protección espiritual para los miembros. Debían establecer y mantener una atmósfera familiar en la iglesia local que permitía el fluir del amor entre los miembros, permitía que el Espíritu Santo se mueva con poder, y que permitía a los nuevos convertidos seguir los esfuerzos evangelísticos. Los supervisores eran los responsables espirituales de los miembros de la iglesia. Como se puede observar, los ancianos, no los apóstoles, gobernaban las iglesias locales en los tiempos del Nuevo Testamento. Los ministerios translocales, apóstoles y profetas, brindaron corrección y exhortación, pero principalmente permitieron a los ancianos llevar a cabo sus tareas de supervisión y pastorado de la iglesia local.

Dentro de un grupo de ancianos, usualmente Dios hace crecer a un líder de líderes, un portavoz del grupo de ancianos y el principal maestro de la iglesia. Éste es a menudo el pastor, vicario, o un trabajador a tiempo completo. Casi siempre uno de ellos tiene más experiencia, don y capacidad de liderazgo. El llamado a ser líder de los ancianos debe ser capaz de presidir sus reuniones, mantener el curso correcto y no dejar que se pierda el tiempo y energías en temas irrelevantes, pero también debe someterse a Dios como cualquier miembro de la iglesia para que haya frutos.

Las Escrituras no revelan una clara descripción de los requerimientos para ser un anciano, pero nos muestran algo de su desempeño en la iglesia primitiva. Con ello tenemos una ayuda para comprender lo que Dios quiere de estas personas. Estos hombres tenían que servir a la iglesia para la que fueron llamados, y los demás miembros debían reconocer alguna medida del don y madurez espiritual en ellos. Los reconocidos como ancianos deberían:

► Dirigir los asuntos de la iglesia (1 Timoteo 5:17). Habían recibido este cargo de Dios, eran sus mayordomos (Tito 1:7). De hecho, el término griego para ‘supervisor’ ‘episkopos’ fue usado en escritos seculares para referirse a una persona con funciones administrativas y judiciales. Ser anciano es una función gubernamental con autoridad, cuyo objetivo en la iglesia debe ser incrementar y mantener el dominio de Dios en las vidas de sus miembros, lo cual tendrá efecto en sus familias, las iglesia misma y la comunidad. Dios nunca instituyó la democracia para gobernar a Su pueblo, sino la teocracia – gobierno de Él mismo a través de los líderes que deben caminar junto a Él y esperar en Él para poder escuchar Su Palabra.

► Cuidar de la iglesia de Dios. Tener buena reputación también ante los extraños, para que la iglesia sea vista como un lugar de integridad, a donde los no cristianos pueden acudir por ayuda (1 Timoteo 3:5–7).

► Trabajar duro, ayudar a los débiles y recordar que es mejor dar que recibir (Hechos 20:35).

► Ser capaces de enseñar. La palabra griega usada aquí es ‘didaktikos’ y sería mejor traducida como ‘apto o hábil en la enseñanza’ (1 Timoteo 3:2). Sin embargo, 1 Timoteo 5:17 sugiere que sólo algunos tenían la labor (o afán) de predicar y enseñar en la iglesia local. Probablemente se refería a aquellos ancianos cuya función principal era predicar y enseñar y quizás incluso su ocupación a tiempo completo, por tanto el siguiente versículo sobre el trabajador que merece su salario (1 Timoteo 5:18). Todos los ancianos deben ser capaces de enseñar y discipular, pero sólo algunos están llamados a predicar y enseñar en un sentido corporativo.

► Cuando se les solicita, ungir con aceite en el nombre del Señor a los enfermos (la oración ofrecida en fe sanará al enfermo, porque el Señor lo levantará) (Santiago 5:14, 15).

► Cuidar de ellos mismos y del rebaño que les ha dado el Espíritu Santo, porque los lobos salvajes intentarán robar ese rebaño (Hechos 20:28–31).

► Estar dispuestos a pastorear el rebaño de Dios que está bajo su cuidado, sirviendo como supervisores y ejemplos de cristiandad (Hechos 20:28; 1 Pedro 5:2, 3). Su ejemplo debe ser Jesucristo que es el Pastor y Supervisor de nuestras almas (1 Pedro 2:25; 1 Juan 2:6).

► Imponer las manos y orar por su congregación, impartiendo así dones espirituales y profecía (1 Timoteo 4:14).

► Animar (o exhortar) en la sana doctrina y en la Palabra, y rechazar a los que se oponen (Tito 1:9).

► Discernir la verdad de Dios y guiar a la iglesia a la luz de esa verdad. Los ancianos en Jerusalén lo hicieron con los apóstoles y así la iglesia mantuvo el camino correcto (Hechos 15:1–31; 16:4).

La respuesta de la iglesia a los ancianos

Se deben extraer tres cosas de las Escrituras. Primero, los ancianos fueron dignos de doble honor, especialmente aquellos cuyo trabajo es predicar y enseñar (1 Timoteo 5:17). Los miembros de la iglesia deben respetarlos y tener por ellos la más alta consideración (1 Tesalonicenses 5:12, 13). La función de un anciano no es fácil, y la iglesia debe infundirles ánimo, obedecerles y someterse a su autoridad, porque está bajo su cuidado y ellos son responsables ante Dios (Hebreos 13:17). Además, si un anciano trabaja en la iglesia a tiempo completo, las Escrituras demandan que el trabajo merece un salario (1 Timoteo 5:18).

Segundo, los miembros de la iglesia no deben acusar a los ancianos a menos que hayan dos o tres testigos; no deben existir los chismes en torno a ellos, porque sólo destruyen la credibilidad y autoridad. Sin embargo, si un anciano es encontrado en pecado, debe ser amonestado públicamente (1 Timoteo 5:19, 20).

Tercero, el santo ejemplo impartido por los ancianos debe ser seguido por los miembros de la iglesia (Hebreos 13:7).

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