Como materia prima, ninguno de nosotros somos de utilidad para Dios, a menos que nos consagremos para que El nos moldee según su voluntad. Esta es la única manera de llegar a ser un verdadero vaso de honra para su servicio, es por ello que debemos renovar nuestro entendimiento, a fin de corroborar cuál es la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta (Romanos 12:2).
De nada sirve el lino si no se deja bordar en azul, púrpura y carmesí. El profeta Jeremías dice que debemos ser “como barro en las manos del alfarero” (Jeremías 18: 1-6).
En nuestra forma natural no podemos ser utensilios útiles en la Casa de Dios. Tampoco podemos ser cortinas, ni puertas, ni candelero, ni mesa, ni nada de eso, ya que nuestro Yo natural debe ser quebrantado, porque en su forma natural carece de valor para Dios.
Los medios que Dios usa para producir este quebrantamiento varían, ya que cada material es tratado de forma diferente a otro dependiendo de su naturaleza y del propósito que Dios tenga con tal material. La Biblia nos lo revela en Isaías 28: 27-29….”ya que el eneldo no se trilla con trillo, ni sobre el comino se pasa rueda de carreta; sino que con un palo se sacude el eneldo, y el comino con una vara.
El grano se trilla, pero no lo trillará para siempre, ni lo comprime con la rueda de su carreta, ni lo quebranta con los dientes de su trillo. También esto salió de Jehová de los ejércitos, para hacer maravilloso el consejo y engrandecer la sabiduría”.
Antes de conocer a Cristo cada uno de nosotros tenía un cierto valor natural, ya que Dios nos ha creado con talentos naturales y potencialidades diversas. Alguno de nosotros éramos simples barros, otros serían oro y otros bronce o plata, pero ninguno de nosotros les éramos útiles a Dios en la condición natural en que estábamos. Cuando Dios nos llamó, lo hizo sin tomar en cuenta nuestra condición natural; es decir, nos salvó tal y como éramos.
El no nos puso condición alguna. Pero una vez que nos salvó, comenzó a realizar en nosotros una obra de perfeccionamiento conocida como “santificación”. El no desechó nuestra condición natural, sino que la limpió y perfeccionó para su servicio. Santificación significa: “apartado para el servicio a Dios”. La santificación es el proceso en la que nos trasformamos en herramientas útiles para el servicio a Dios.
Esta obra de santificación no depende de que seamos más o menos inteligentes. Tampoco depende de que seamos más o menos fuertes, ya que su poder mas bien se perfecciona en nuestra debilidad (2 Corintios 12:9). Depende casi exclusivamente de nuestra obediencia a El. Conocer lo que somos en nuestra forma natural nos ayuda a que colaboremos con Dios en su obra transformadora.
No estoy hablando acá de nuestra condición pecadora, ya que como sabemos la sangre de Jesucristo es más que suficiente para limpiarnos de todo pecado (Romanos 5:9; 1 Juan 1:7). Estoy hablando del hecho de que una vez limpios de todo pecado, podemos ver con claridad lo que realmente somos y lo que Dios nos dio cuando nos creó.
De esta manera descubrimos la materia prima en la que Dios va a trabajar hasta lograr ser vasos de honra para su servicio. En la construcción del Tabernáculo, Dios usó diversos materiales, pero a todos los perfeccionó, los talló, los labró, los fundió, etc. El usó para ello instrumentos adecuados a la naturaleza del material a perfeccionar, y el Tabernáculo se construyó conforme al modelo que Dios le dio a Moisés en el monte.
Cada individuo tiene su propio temperamento, así como sus propios talentos dados por Dios mismo. Estos talentos debemos descubrirlos, y una vez descubiertos, ponerlos delante de Dios para que El los santifique, los perfeccione y los use para su gloria. Uno de los propósitos de asistir a la congregación de los creyentes (iglesia) es ir a recibir instrucciones de parte de Dios en cuanto al proceso transformador (santificación) que El quiere hacer en nosotros.
Nuestra total obediencia a dichas instrucciones es la que produce esta maravillosa obra de transformación. Es en la iglesia donde aprendemos a conocer a Dios y a nosotros mismos. Es en la iglesia donde Dios nos instruye “en toda obra ingeniosa”. En la iglesia Dios nos llena de sabiduría para que hagamos “toda obra de arte y de invención, y de bordado en azul, en púrpura, en carmesí, en lino fino y en telar; para saber hacer toda la obra del santuario” (Éxodo 35: 31-36).
Dios se complace en la obediencia de sus hijos. En la iglesia aprendemos acerca de la obediencia, ya que Dios nos manda que obedezcamos a las autoridades delegadas por El (Hebreos 13:17) , porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay por Dios han sido establecidas. De modo de quien se opone a la autoridad, a lo establecido por Dios resiste; y los que resisten, acarrean condenación para si mismos (Romanos 13: 1 y 2).
Resistir a que Dios nos moldee a través de las autoridades en la iglesia, daña al cuerpo de Cristo. Mucho se ha hablado de la importancia del amor cristiano, pero el amor cristiano jamás se desarrollará en un corazón rebelde, porque el amor cristiano solo es posible cultivarlo en un terreno de humildad y mansedumbre.
La humildad es lo que permite que Dios pueda realizar su obra en nosotros, y el fruto de esa obra es el amor. El amor es lo que mantiene unidas a las partes del Tabernáculo, así como las lazadas de azul mantenían unidas a las cortinas del santuario (Éxodo 36:11).
LAS CORTINAS DE LINO TORCIDO
Buenas tardes , mi nombre es Damaris Euniice he somado hoy con el tabernáculo y me ha sorprendido mucho lo q Dios le ha revelado a traves de ese sueno.Quisiera reciibir mas informacion.
Doy gracias al Señor por esta revelación, tenía esta inquietud por el significado del tabernáculo relacionado con la vida espiritual en el hombre.