He aquí el Tabernáculo de Dios con los hombres


La Biblia dice que si le seguimos a El seremos transformados de gloria en gloria, por el Espíritu del Señor (2 Corintios 3:18). Quedarse en el Altar de Bronce, sin ir más allá, nos traerá problemas serios. La Palabra de Dios nos revela en Hebreos 6:1…..”por tanto, dejando ya los rudimentos de la doctrina de Cristo, vamos adelante a la perfección; no echando otra vez el fundamento del arrepentimiento de obras muertas”.

En el versículo 8 del mismo capítulo de Hebreos, leemos las consecuencias que tendremos al quedarnos en los rudimentos. Al quedarnos estacionados, nuestra tierra (nuestra alma) producirá “espinos y abrojos”, y según la Biblia estaría próxima a ser maldecida, y su fin es que será quemada.

En la parábola del sembrador, Jesús nos habla de una tierra donde la semilla de la palabra de Dios fue sembrada entre pedregales, y aunque hubo gozo al aceptar a Cristo, al venir las pruebas y aflicciones, dejan el camino de Dios. Es por eso que los cristianos debemos ir mucho más allá del Altar de Bronce.

Veamos ahora hacia donde debemos dirigirnos después de aceptar el sacrificio expiatorio de nuestro Señor Jesucristo. Otro de los utensilios del Atrio además del Altar de Bronce es la Fuente de Bronce o Lavatorio. Es allí donde el sacerdote se lavaba después del sacrificio.

El Lavatorio simboliza la Palabra de Dios (la Biblia), y es precisamente la Palabra de Dios la que hace renovar nuestro entendimiento (Romanos 12:1) y la que limpia nuestros pies en el andar cristiano. Todo el capítulo 13 del evangelio según San Juan nos habla del verdadero lavado de los pies. En Juan 13:7 el Señor nos dice: “Lo que yo hago ahora, lo entenderás después”.

Hoy podemos entender perfectamente lo que Jesús quiso decir. En el antiguo Testamento, el sacerdote no podía ir más allá del Altar de Bronce sin pasar por la Fuente de Bronce.

Es el agua de la Fuente de Bronce (La Palabra de Dios) la que nos purifica como individuos (Juan 15:3) y como iglesia (Efesios 5:26).  Esta fuente fue hecha de los espejos de bronce de las mujeres, quienes los entregaron para que fuesen fundidos (Éxodo 38:8). Jesucristo, como nuestra Fuente de Bronce es la Palabra o Verbo de Dios (Juan 1:1) donde cada creyente debe mirarse y examinarse día a día.

Cada uno de nosotros debiera entregar nuestros propios espejos (como lo hicieron las mujeres) para poder examinarnos en el espejo del Señor que es la Palabra de Dios y ser llenos de la misma (Colosenses 3:16).  Pero recordemos que tanto el Altar de Bronce como La Fuente de Bronce están en el Atrio, y este lugar tiene dimensiones mayores comparadas con el Santuario.

Esto nos revela que en el Atrio se encuentran la gran mayoría de los creyentes que han entrado por la puerta. Si el cristiano en lugar de pasar al Santuario, se queda en el Atrio, al poco tiempo comienza a aburrirse. Comienza a ir de un lugar a otro sin rumbo fijo. Comienza a cambiarse de una iglesia a otra, y por supuesto, empieza a sentir deseos de salirse definitivamente del Atrio.

El cristiano atrial, aunque confiesa haber sido salvo, nadie ve el fruto de su salvación. Al cristiano atrial no le gusta leer la Palabra de Dios (más bien le aburre y no la entiende). No tiene discernimiento espiritual. Se encuentra plantado en una tierra sin mucha profundidad, y por lo tanto no podrá echar raíces profundas. Cuando vengan las tentaciones caerá con facilidad, porque no posee las armas que Dios le ha dado para defenderse. El creyente que no escudriña las escrituras es un creyente que no posee la espada del Espíritu que es la Palabra de Dios.

JESÚS EN EL LUGAR SANTO: LA VERDAD

Jesús le dijo a la mujer samaritana: “Dios busca adoradores que le adoren en espíritu y en verdad” (Juan 4:24).

Veamos ahora como Jesús se nos revela en el Lugar Santo. Lo primero que nos llama la atención del Lugar Santo (aparte de sus dimensiones) es que tiene techo. Es decir, tiene una cobertura. En el Lugar Santo el creyente está mucho más cerca de Dios. El Lugar Santo es un lugar de refugio, y esto nos recuerda lo que profetizó Isaías: …..”Y habrá un abrigo para sombra contra el calor del día, para refugio y escondedero contra el turbión y el aguacero” (Isaías 4:6).

Jesucristo es nuestro refugio contra las tormentas del Atrio, pero el hecho de que el Lugar Santo esté cubierto nos revela otro aspecto importantísimo en cuanto a nuestra relación con Dios. Estar bajo cobertura es estar bajo autoridad. El hecho de que pasemos del Atrio al Lugar Santo implica que pasamos a estar bajo la autoridad de Dios.

Pero desde el punto de vista práctico, en nuestra vida terrenal esto implica que pasamos a estar bajo una autoridad delegada por Dios, es decir bajo una autoridad apostólica. Entender esto es de suma importancia, porque un cristiano de atrio no entiende lo que es estar bajo autoridad, pero un cristiano que obedece a lo que Dios le demanda, no se queda en los atrios, sino que pasa al Lugar Santo para estar bajo cobertura ( bajo obediencia apostólica) como señal de estar sujeto a Dios. Quedarse en los atrios implica desobediencia a Dios.

Pasar al Lugar Santo implica obedecer a Dios.

2 comentarios en «He aquí el Tabernáculo de Dios con los hombres»

  1. Buenas tardes , mi nombre es Damaris Euniice he somado hoy con el tabernáculo y me ha sorprendido mucho lo q Dios le ha revelado a traves de ese sueno.Quisiera reciibir mas informacion.

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  2. Doy gracias al Señor por esta revelación, tenía esta inquietud por el significado del tabernáculo relacionado con la vida espiritual en el hombre.

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