¿Cuanto Sabes de la Tentación? Parte 1

En el primer paso, Satanás identifica un deseo dentro de ti. Puede ser un deseo pecaminoso, como el de venganza, como el deseo de ser amado y valorado o de sentir placer. La tentación empieza cuando Satanás te sugiere (con un pensamiento)  que cedas a un deseo malo o que se cumpla un deseo legítimo de manera equivocada o en el momento errado.

Ten siempre cuidado con los atajos. A menudo son tentaciones! Satanás susurra!  Te lo mereces! ¡Debes hacerlo ahora! Será emocionante es Reconfortante… o te hará sentir mejor.

La tentación esta alrededor de nosotros

Pensamos que la tentación esta alrededor de nosotros, pero Dios dice que empieza dentro de nosotros. Si no tuvieras ningún deseo interno, no podría atraerte. La tentación siempre empieza en tu mente, no en las circunstancias. (Mateo 7:21-23). Santiago nos dice que hay Un ejército de malos deseos dentro de nosotros! (Santiago 4:1).

El segundo paso es la duda. Satanás trata de conseguir que dudes de lo que Dios ha dicho sobre el pecado: ¿es realmente malo? ¿Es verdad que Dios dijo que no lo  hagas? ¿No será que Dios dio esta prohibición para otra persona o para otra época? ¿Acaso Dios no quiere que yo sea feliz?  (Hebreos 3:12).

El tercero es el engaño. Satanás es incapaz de decir la verdad; la Biblia lo llama [el Padre de mentiras!  Cualquier cosa que te diga será falsa  o simplemente  una verdad a medias.

Satanás ofrece su mentira para remplazar lo que Dios ya ha dicho en su palabra.

Satanás dice: “No morirás. Serás tan sabio, como Dios. Puedes salirte con la tuya. Nadie lo sabrá. Resolverás tus problemas. Además,  todos lo hacen. Solo es un pecado pequeño”.  Pero un pecado pequeño  es como estar “un poco embarazada”: finalmente quedara en evidencia.

El cuarto paso es la desobediencia. Al final  te comportaras de acuerdo con lo que estuviste maquinando  en tu mente. Lo que comenzó como una idea al fin  sale a la luz en la conducta. Cedes ante lo que capte tu atención. Crees la mentiras de Satanás y caes en la trampa de la que te advierte Santiago 1:14-16).

Satanás no tiene que tentar a los que están haciendo su mala voluntad; ya son de él; la tentación es una señal de que Satanás te odia, no de tu debilidad o modalidad. No te sorprendas ni te asustes o descorazones por ser tentado.

La tentación solo se convierte en pecado cuando cedes ante ella.

Martín Lutero dijo: “usted no puede impedir que los pájaros vuelen encima de su cabeza, pero puede impedir que hagan nido en su pelo”

Muchas personas no distinguen la diferencia que hay entre la atracción física  o la excitación sexual y la lujuria. No son lo mismo. Dios nos creó como seres sexuales, y esos es bueno.

La atracción y la excitación son respuestas naturales, espontáneas y dadas por Dios a la belleza física,  mientras que la lujuria es un acto deliberado de la voluntad. La lujuria es la opción de cometer en tu mente lo que te gustaría hacer con tu cuerpo. Puedes sentirte atraído o incluso excitado y, sin embargo, decidir no pecar por lujuria.

Muchas personas, sobre todo varones cristianos, se sienten culpables porque las hormonas que Dios les dio se les alborotan. Cuando automáticamente  una mujer atractiva les llama la atención, suponen que es lujuria y se sienten avergonzados y condenados. Pero la atracción no es lujuria hasta que se le dé cabida.

Realmente  cuanto más te acercas a Dios, tanto más Satanás tratara de tentarte. En cuanto llegaste hacer un hijo de Dios, Satanás como un mafioso que contrata asesinos  a sueldo, “puso precio a tu cabeza”. Eres su enemigo, y  él está tramado tu caída.

La Biblia garantiza que nuestro clamor por ayuda  será oído porque Jesús se solidariza con nuestras luchas. El enfrentó las mismas tentaciones que nosotros (Hebreos 4:15). Si Dios está esperando para ayudarnos a derrotar la tentación, ¿Por qué no nos volvemos al más a menudo?

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