Mujeres en ministerio

Un hombre de palestina del tiempo de Jesús podría divorciar a su esposa por prácticamente cualquier razón. Josefo, historiador judío de esta época, explicando el judaísmo a sus lectores dice, «Quien quiere divorciar la esposa que vive con él, por cualquier causa, —pues entre mortales muchas causas tales pueden surgir— tiene que certificar por escrito que no volverá a convivir con ella» (énfasis añadido) [24].

La interpretación que Josefo da aquí a Deuteronomio 24:1 parece reflejar el sentir prevaleciente entre judíos de la época [25]. Aunque el divorcio en aquel tiempo a menudo exponía a la divorciada al desamparo económico entre otras dificultades, la escuela rabínica de Hillel mantenía que la mujer podía ser divorciada hasta por dejar quemarse la comida.

Jesús se declaró en contra del divorcio, diciendo que habiendo Dios unido a los cónyuges, ningún ser humano debiera intentar contra su unión [26]. Al tomar esta actitud daba apoyo moral a que la mujer tenía derecho a un trato respetuoso y digno y que estos valores no podían abrogarse por el capricho de su esposo.

Otro asunto en el ministerio de Jesucristo en que vemos una actitud hacia las mujeres que va en contra de la actitud común de la época es el entrego de mensajes importantes a ellas. La mujer samaritana del capítulo 4 de Juan sirve bien de ejemplo.

Vemos la actitud común hacia las mujeres en la reacción de los discípulos cuando vienen de la ciudad y encuentran al Señor hablando con ella. La Escritura dice, «Se maravillaron de que hablaba con una mujer» (Juan 4:27) [27]. Pero el Señor seguía conversando. Y cuando ella sale hacia la ciudad dejando su cántaro al lado del pozo, Jesús rehusa la comida que los discípulos han traído, manteniéndose en ayunas, preparado para predicar del reino de Dios a los que el testimonio de ella traerá de la ciudad.

También es de remarcar que los primeros testigos de la resurrección eran mujeres. No es de sorprenderse que los discípulos no las creyeran inicialmente (Lucas 24:10s.). Pues el testimonio de una mujer —junto con el de un niño o de un esclavo— generalmente no era admisible en una discusión legal [28].

La primera crítica pagana del cristianismo que apareciera en forma escrita, alrededor del año 175 d.C., pinta la resurrección de Cristo como dudosa porque la constancia del hecho depende de testimonio de una mujer [29]. La elección de Jesucristo a presentarse primero a mujeres testigos luego de su resurrección habrá de tener su significado, y debe ser entendido a la luz de un fondo cultural que restaba importancia al testimonio de ellas.

Después de la resurrección la actitud de aceptación hacia las mujeres que el Señor mostraba continuaba en la iglesia. Así que hallamos un número de mujeres, incluyendo a María la madre de Jesús, unánimes con los discípulos en el Aposento Alto en oración (Hechos 1:14) esperando el derramamiento del Espíritu Santo.

Al levantarse Pedro para hablar en el día de Pentecostés, explica el fenómeno del bautismo en el Espíritu Santo citando al profeta Joel, «En los postreros días, dice Dios, derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, Y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán…. Y de cierto sobre mis siervos y sobre mis siervas en aquellos días derramaré de mi Espíritu, y profetizarán» (Hechos 2:17s.).

Estudio bíblico para mujeres cristianas

Las mujeres son incluidas en la porción profética que Pedro cita.

Puesto que el judaísmo del tiempo apostólico marginaba a las mujeres como hemos visto, y suponiendo que mujeres integraban a los que fueron bautizados en el Espíritu Santo el día de Pentecostés, como aquí hemos notado, el mensaje profético citado por Pedro es muy significativo para este estudio.

Al poner nuestra atención en el ámbito de los judíos de cultura griega, hallamos testimonio bíblico de que habían mujeres activas en el ministerio de la iglesia durante la época apostólica. Felipe el evangelista, uno de los siete diáconos de habla griega (Hechos 6:1-6), tenía cuatro hijas vírgenes quienes profetizaban (Hechos 21:8s.).

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